La violencia protagonizada por pandillas en El Salvador, Honduras y Guatemala destaca como factor que empuja a miles de familias de ese triángulo norte de América Central a migrar hacia México y Estados Unidos, según una encuesta de dos agencias de las Naciones Unidas divulgada este jueves 17.
El presidente de El Salvador, Nayib Bukele, ha negado vehementemente que haya intercambiado favores con las pandillas, pero varios funcionarios gubernamentales y una persona que trabaja directamente con el gobierno dicen que hay un pacto informal entre sectores del gobierno y las pandillas.
Después de décadas de una atroz violencia de pandillas, las tasas de homicidios se han desplomado en El Salvador bajo la administración de presidente Nayib Bukele. Ante el crecimiento de las pandillas MS-13 y Barrio 18, los gobiernos anteriores recurrieron a políticas de “mano dura” para someterlas, solo para encontrar que incrementaban la violencia.
Los desplazamientos forzados de personas en América Central, impulsados por la violencia de pandillas que actúan sobre todo en Honduras, El Salvador y Guatemala, se agravaron con los confinamientos debidos a la pandemia covid-19.
Al norte de la capital de Honduras, nueve barrios pobres y largamente marginados rescriben su historia, en medio de la inseguridad que les acecha al ser parte de las llamadas “zonas calientes”, donde ostentan su control las maras o pandillas delictivas.
Luego de una extenuante jornada recolectando moluscos en el fango del manglar, la salvadoreña Rosa Herrera, el rostro tostado por el sol, llega a la orilla de la playa a bordo de la lancha Topacio, cargando en sus hombros el fruto de la faena.
Era de madrugada, cuando el 19 de octubre el periodista Ricardo Matute, del noticiero matutino de la Corporación Televicentro, cubría su fuente de sucesos en San Pedro Sula, una de las ciudades más violentas de Honduras.
Una cancha de baloncesto se ha transformado, de un día para otro, en un albergue donde una veintena de familias desplazadas por la violencia de las pandillas encuentran cobijo y comida caliente, en el primer centro de su tipo en El Salvador.
El video circuló los primero días de abril. Tres hombres uniformados y con el rostro cubierto, que aseguran ser agentes de la Policía Nacional Civil, leen un comunicado “junto con el grupo de exterminio libertad o muerte”, en el que advierten que “todo tipo de opinión o comentario a favor de estos pandilleros terroristas serán tomados como enemigos”.
Un hombre disfrazado de Charles Chaplin irrumpe en el centro de la capital de El Salvador y empieza a bromear con los transeúntes y comerciantes. El hombre trasforma la dinámica de un lugar donde la gente está acostumbrada a vivir entre pandillas y a la tensión de asaltos y asesinatos en sus calles. Cuando sale el imitador con bombín, la gente tiene que lidiar con un hombre de bigote kaiser pintado con lápiz que se mete con todos y del que todos se ríen.
El recrudecimiento de la violencia criminal que vive El Salvador está caldeando el ambiente interno en el país con un tono que recuerda la pasada guerra civil y que podría comprometer la incipiente democracia local.
Compañías textiles que confeccionan ropa para marcas transnacionales en El Salvador son acusadas de aliarse con pandilleros para amenazar de muerte a los trabajadores y romper sus sindicatos, según denuncias de personal afectado recabadas por IPS y por agrupaciones internacionales.