Líder singular, con tintes de heroísmo, de una generación política en extinción en Brasil, el expresidente Luiz Inácio Lula da Silva enfrenta dos procesos judiciales que pueden poner fin a su carrera.
La deuda permanente es un modo de vida desde que se inventó la tarjeta de crédito. Pero eso cuesta muy caro a los brasileños, por las tasas de usura que cobran los prestamistas del país, incrementadas más aún por la actual crisis económica.
Cruzar Brasil desde su extremo norte al punto más al sur, caminando y empujando una silla de ruedas, hizo de José Castro el gran impulsor de la creación de un partido volcado a los derechos de las personas discapacitadas.
“Acá todo parecía ser aún construcción y ya es ruina”, dice una vieja canción del famoso músico Caetano Veloso. El verso sirve bien para ilustrar lo que le acontece al nuevo gobierno de Brasil presidido por Michel Temer, en funciones desde el 12 de mayo.
Gobiernos considerados de izquierda están cayendo en América Latina desgastados por desastres económicos. ¿Por qué los izquierdistas tropiezan en la gestión económica?, preguntó IPS a economistas de distintas corrientes ideológicas.
Marta vive muy deprimida desde el 12 de mayo, cuando la presidenta Dilma Rousseff fue suspendida de sus funciones para responder a un juicio de inhabilitación ante el Senado. Llora cada vez que escucha noticias políticas, omnipresentes actualmente en Brasil.
Siempre enfundado en trajes oscuros, comedido y formal en su monótona oratoria, el nuevo presidente Michel Temer, por ahora interino, refleja bien la baja representatividad actual del sistema político en Brasil.
En política, lo que vale es la versión, no el hecho, dijo el fallecido político Gustavo Capanema, ministro de Educación durante un período dictatorial de Brasil, hace más de siete décadas.
Brasil tuvo hasta ahora dos economistas en la Presidencia del país y los dos son los únicos alejados del poder por procesos de inhabilitación, cuyo trasfondo, paradójicamente, fueron sus fracasos económicos.
Los movimientos sociales, activados por la batalla en torno a la inhabilitación de la presidenta Dilma Rousseff, alimentan las esperanzas de la reconstitución del sistema político de Brasil, convertido en tierra arrasada por los escándalos de corrupción.
Calificar como golpe de Estado el proceso de inhabilitación de la presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, probablemente no evitará su destitución, pero podrá asegurar a sus defensores una versión movilizadora de la derrota.
La presidenta Dilma Rousseff parece, como se calificó ella misma hace poco, “una carta fuera de la baraja” del poder, ante la abrumadora derrota sufrida el domingo 17 en la Cámara de Diputados. Pero es tan complejo el enredo de la crisis política en Brasil que su desenlace sigue incierto.
Una pediatra que deja de atender a un bebe por discrepancias políticas con la madre, ciclistas agredidos por usar bicicletas rojas, celebridades hostilizadas por su apoyo al gobierno, son casos de violencia que proliferaron en Brasil últimamente.
La crisis política de Brasil reserva aún muchas sorpresas, empezando por la probable frustración de la amplia mayoría que quiere la inhabilitación de la presidenta Dilma Rousseff, prolongado así la llegada a un desenlace.
El expresidente Luiz Inácio Lula da Silva asumió este jueves 17 en Brasil la Jefatura de la Casa Civil da la Presidencia, una cargo equivalente al del primer ministro, con la misión de salvar el gobierno casi colapsado, confrontado a una clase media enfurecida por la corrupción.
El interrogatorio forzoso del exmandatario Luiz Inácio Lula da Silva por la Policía Federal, este viernes 4 en São Paulo, apunta a una radicalización de la crisis política en Brasil, reforzando así el intento de inhabilitar a la presidenta Dilma Rousseff.
A medida que 2015 se acerca a su fin, el pueblo brasileño vive un período de extraordinaria incertidumbre. La recesión parece empeorar día a día. La inflación es alta y exhibe una resistencia inesperada a las políticas monetarias restrictivas que aplica el Banco Central.