Los conflictos sociales por la explotación minera, petrolera y gasífera le están costando a las empresas miles de millones de dólares por año. Una única compañía reportó costos de más de 6.000 millones de dólares en dos años, señala la primera investigación arbitrada sobre el peso económico de estos enfrentamientos para las industrias extractivas.
Tres iniciativas privadas proponen llevar agua de los ríos del sur de Chile al árido norte mediante buques o tuberías submarinas y subterráneas. El objetivo: calmar la sed minera de este país, el primer productor mundial de cobre.
La pregunta suena entre tecnología futurista e idea descabellada. Pero con el acelerado retroceso de los glaciares por el calentamiento y la explotación minera, la ciencia busca restaurar o recrear esas valiosas masas de agua dulce.
De granero del mundo, en el siglo pasado, a gran cantero de megaproyectos internacionales de infraestructura, energía y minería, América del Sur se enfrenta a un nuevo dilema: impulsar su economía con la promesa de reducir la desigualdad, a cambio de costos sociales y ambientales que ya pasan factura.
Indígenas diaguitas del Valle del Huasco, en el norte de Chile, apelaron una resolución judicial sobre la construcción de la mina de oro y plata Pascua Lama y demandaron un nuevo estudio de impacto ambiental.
La sanción que las autoridades de Chile impusieron a la empresa minera canadiense Barrick Gold es “socioambientalmente criminal”, se quejaron grupos ecologistas.