En Rosario, la ciudad en cuyos alrededores se concentra la mayoría de las plantas procesadoras de soja de Argentina, una norma local prohibió el uso de glifosato, el herbicida rey de la agricultura en el país. Pero la presión de los productores consiguió dos semanas después el compromiso de que se dará marcha atrás.
Vecinos de un aguerrido pueblo de Argentina ganaron un primer round contra la gigante de biotecnología Monsanto, pero siguen en pie de combate, conscientes de que queda mucho para ganar la pelea.