Estados Unidos vive días de sueños y cristales rotos desde el 25 de mayo, cuando el afroamericano George Floyd murió víctima de la brutalidad policial.
La letal pandemia de coronavirus, que se ha cobrado la vida de más de 372 000 personas en todo el mundo, ha reforzado el concepto de distanciamiento físico que prohíbe cualquier reunión de más de 10 o 20 personas, ya sea en un encuentro en grupo, una boda, un mitin político o incluso un funeral.
Más de un millón de familias que resultaron damnificadas por el terremoto de magnitud 7,8 que sacudió a Nepal el 25 de abril comienzan a intentar seguir adelante con sus vidas, pero las devastadoras secuelas que sufrió este país del sur de Asia complican sus esfuerzos de recuperación.
La palabra linchamiento nació y se generalizó en Estados Unidos para designar “el castigo colectivo violento a personas de distinto color” y se afianzó después en varios países latinoamericanos. Sorprende ahora en Argentina y remite al universo simbólico de su origen: “la privatización de la justicia”, contra los marginados de siempre.
La confusión y la violencia que vivió Argentina en los últimos 10 días, con la rebelión de los cuerpos policiales de una veintena de las 23 provincias y la muerte de 15 personas, demostraron que las fuerzas de seguridad pueden poner de rodillas a la población y al gobierno.