Las mujeres rurales de América Latina son determinantes en metas como un desarrollo sostenible en el campo, la seguridad alimentaria y la reducción del hambre en la región. Pero se mantienen entre invisibles y vulnerables y requieren reconocimiento y políticas públicas para salir de la situación de abandono.
Cuando Liliana Escurra volvió a Yataity, Paraguay, se encontró maravillada con la artesanía de la zona. Este distrito, donde nacieron sus abuelos, es considerado como la cuna y capital del bordado Ao Po´i. En el idioma guaraní, Ao Po´i significa “tela fina” o “prenda delicada”.
La suerte de una histórica declaración que reconoce los derechos de más de 1.000 millones de campesinos en el mundo se define en la última semana de septiembre, en una votación del Consejo de Derechos Humanos, el máximo órgano en la materia de las Naciones Unidas.
“Hay que tener buenas y variadas semillas para probar cuál se adapta mejor en cada suelo”, asegura el productor Rubén Torres, que en su finca en el centro de Cuba obtiene de forma orgánica cada año alrededor de 1,6 toneladas de frijoles entre otros alimentos.
En sus 76 años de vida, Raimundo Pinheiro de Melo soportó numersos estiajes prolongados por culpa de las sequías en la región del Nordeste de Brasil. Los recuerda todos desde el de 1958.
Juana Morales prepara una de las comidas favoritas en El Salvador, las pupusas, una especie de tortillas de harina rellenas. Pero las suyas son únicas: no son las tradicionales de maíz, sino de ojushte, una semilla altamente nutritiva, que cayó en el olvido y cuyo consumo se promueve ahora entre comunidades rurales.
La tienda de Nancy Khorommbi está repleta de latas de colores brillantes, bolsas de fertilizante y paquetes con todo tipo de semillas, pero el negocio vende poco desde que la sequía golpeó con fuerza este año al pueblo de Sibasa en Limpopo, una de las provincias de Sudáfrica.
África consume más arroz que otros alimentos básicos, aunque produce menos de lo que necesita. El cereal tiene el potencial de ayudar al continente, y específicamente a África subsahariana, a salir de la pobreza, según los investigadores.
Los cambios en las últimas décadas en el gusto popular en el condado de Busia, en el oeste de Kenia, relegaron el cultivo de las hortalizas autóctonas a un segundo plano, y la mayoría de los agricultores se dedicó a plantar variedades exóticas.
Puñal en mano, Domitila Reyes abre de un tajo las capas de las hojas que cubren la mazorca de maíz, que arranca de la planta con cuidado en un proceso que repite toda la mañana, en medio de un mar de plantas de este cereal esencial en la dieta de los salvadoreños.
El cambio climático está transformando el mundo que conocemos y queremos. Nuestras tierras, viviendas y alimentos están en riesgo. Con cerca de 1.000 millones de personas que viven en la pobreza, es la mayor amenaza para la lucha contra el hambre.
Armando Marcelino Pi divide su jornada entre la universidad donde imparte clases de filosofía, el trabajo en la finca familiar La Carmelina y la coordinación de un grupo de 33 productores agroecológicos, en esta localidad montañosa del extremo occidental de Cuba.
Un grupo de mujeres en el oriental estado de Odisha, en India, danza rítmicamente y ofrece una canción al dios del bosque a cambio de una cosecha abundante.
En Argentina, donde pese a su vasta tierra fértil millones de familias no satisfacen sus necesidades alimentarias, el programa Huerta Niño promueve cultivos orgánicos en escuelas primarias rurales, para enseñar que una semilla puede ser el germen para combatir el hambre.
Organizaciones campesinas de América Latina intentan definir los conceptos de un feminismo “campesino y popular”, que incorpore una cosmovisión rural, no siempre coincidente con la de las mujeres urbanas, o modelos económicos alternativos.
Tras el dictamen de la Organización Mundial de Salud (OMS) sobre los efectos “probablemente cancerígenos” del glifosato, se intensifica la campaña en América Latina para prohibir “antes que sea tarde” ese herbicida, el más vendido en la región y usado masivamente en los cultivos transgénicos.
Tras el incendio que arrasó más de 34.000 hectáreas de bosques, algunos milenarios, en la Patagonia, en el sur de Argentina, las autoridades deberán apagar llamas no menos graves: las nuevas catástrofes socioambientales que van a emerger de sus cenizas.