La generación de gobernantes que ascendió en Brasil impulsada por la guerra contra la corrupción, en 2018, sufre las primeras bajas tras ensuciarse su reputación de incorruptibles y religiosos.
Gradualmente, como es usual en la política de Brasil, el gobierno presidido por Jair Bolsonaro se despoja de sus adornos y se reduce a su esencia: en este caso la militar. La nueva diana apunta al área económica.
Sobrevivir a sus intentos de suicidio político se reveló el deporte preferido del presidente Jair Bolsonaro hasta desatar una guerra por su inhabilitación, que exacerba la tragedia sanitaria y económica del coronavirus en Brasil.
Solo la desesperación y el modo paramilitar de vivir explican el acto suicida del presidente de Brasil, el ultraderechista Jair Bolsonaro, de prescindir de uno de sus principales sostenes, el exjuez Sergio Moro, desde este viernes 24 también exministro de Justicia y Seguridad Pública.
Con un gigantesco muñeco hinchable de Superman con su rostro, cientos de manifestantes reconocieron el 26 de mayo al ministro de Justicia y Seguridad Pública, Sergio Moro, como la fuerza moral del gobierno de Brasil. Pero un escándalo desinfló parcialmente ahora esa imagen de héroe y podría hacerlo del todo muy pronto.
El primer día de 2019, mientras Jair Bolsonaro asumía la presidencia en Brasil, el año se estrenaba con siete feminicidios y tres intentos frustrados. Unos cuchillos fueron el arma usada en ocho de los casos, con tres sobrevivientes. En otros dos, las mujeres fueron golpeadas hasta la muerte.
Más de lo mismo, endurecer las leyes y las normas penales, es la receta con que el nuevo gobierno de extrema derecha de Brasil comenzó una de sus batallas vitales para su futuro, la reducción de la criminalidad a niveles soportables.
Abolir el Ministerio del Trabajo, una de las decisiones anunciadas por el presidente electo, el ultraderechista Jair Bolsonaro, explicita los rumbos de su gobierno en el intento de ajustar Brasil a las tendencias actuales del capitalismo, aun con propuestas regresivas.
“La codicia viste traje y corbata”, “patria amada, donde andarás, sus hijos ya no soportan más”, dice la canción de la escuela de samba Besa-flor que clausuró el desfile de carnaval en la ciudad brasileña de Río de Janeiro, este martes 13.
El expresidente Luiz Inácio Lula da Silva, enjuiciado por corrupción, enfrenta una batalla judicial que decide su sobrevivencia
política en Brasil, con efectos sobre los rumbos de la izquierda y del país.
“Pena de muerte a los corruptos”, reclama una médica de 32 años del estado de Bahía, en la región del Nordeste de Brasil, quien prefiere el anonimato, debido a sus opiniones radicales.
Dos nuevas fuentes de información en manos del Ministerio Público amenazan con colapsar el sistema político de Brasil, dilacerado por el escándalo de corrupción que ya llevó a la cárcel a más de 60 empresarios y políticos.
Líder singular, con tintes de heroísmo, de una generación política en extinción en Brasil, el expresidente Luiz Inácio Lula da Silva enfrenta dos procesos judiciales que pueden poner fin a su carrera.
La crisis económica agravó la fragmentación política, que a su vez tiene efectos desastrosos en la economía, en un remolino vicioso que amenaza ahogar a Brasil.