Al provocar la pandemia de covid-19 que asola al mundo, el tráfico de especies silvestres le costará a la economía del planeta, según los cálculos de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo (Unctad), hasta dos billones de dólares tan solo en 2020.
En varias páginas electrónicas se pueden adquirir ejemplares de la salamandra ajolote (Ambystoma mexicanum) o la tortuga de caparazón blando o de agua dulce (Trionyx spiniferus), pese a que ello viola un comercio regulado por convenciones internacionales.
Un grupo de organizaciones internacionales, dirigido por la Organización Internacional de Policía Criminal (Interpol) y con el respaldo de la ONU, persigue a un tipo nuevo y creciente de delincuentes acusados de graves delitos ambientales, que en su mayoría escaparon al largo brazo de la ley.
Maheshwar Basumatary, de 33 años, se ganó la vida durante más de cinco años matando animales salvajes en los bosques protegidos del Parque Nacional de Manas, una reserva de tigres y elefantes en la frontera entre India y Bután que fue declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco.
El presidente de Sudán del Sur, Salva Kiir, y el exvicepresidente Riek Machar acordaron el cese de la guerra civil con la formación de un gobierno de transición en los próximos dos meses, pero el pacto puede llegar demasiado tarde para los animales silvestres de este país, que combatientes de ambos bandos matan para alimentarse.