La campaña que se llevó adelante en Ucrania para generar conciencia sobre la seguridad hídrica podría servir de inspiración para todo el mundo, según sus impulsores, pues logró que las autoridades cambiaran su enfoque de gestión del recurso vital.
Según datos oficiales divulgados por el gobierno de Rusia, desde abril de 2014 más de un millón de ciudadanos procedentes de Ucrania buscaron refugio en territorio ruso. A pesar de esas cifras, Moscú no reconoce que exista una crisis migratoria.
La crisis de refugiados del mundo, provocada principalmente por los conflictos armados y las persecuciones, seguirá siendo uno de los mayores problemas que enfrentará la Organización de las Naciones Unidas (ONU) el próximo año.
El 29 de julio, Rusia vetó un proyecto de resolución del Consejo de Seguridad de la ONU para crear un tribunal internacional encargado de investigar el derribo del vuelo comercial MH17, de Malaysia Airlines, en el este de Ucrania en 2014, que dejó 298 personas muertas.
"No es el mejor de los tiempos para el desarme", declaró la Alta Representante de las Naciones Unidas para Asuntos de Desarme, Angela Kane, mientras se prepara para dejar el cargo tras más de tres años en funciones.
Durante largo tiempo, los estadounidenses han creído firmemente que su país tiene un destino excepcional y mantienen esa convicción en la actualidad a pesar de que su sistema político se ha vuelto totalmente disfuncional.
Cuando me preguntan si en el mundo actual Europa es todavía una "protagonista" relevante, respondo que sin duda lo es. Desde hace tiempo sacuden al continente crisis financieras y crisis estratégicas de seguridad interna -guerra incluida- y de inestabilidad en sus confines que la convierten en una protagonista absoluta de los asuntos mundiales.
El nuevo gobierno de Ucrania, en funciones desde el 2 de diciembre, tiene el más firme apoyo de las potencias occidentales y es único en el mundo: tres de sus más importantes ministros nacieron en el extranjero y recibieron la ciudadanía ucraniana horas antes de asumir sus cargos.
El conflicto armado que tiene al este de Ucrania al borde de la catástrofe humanitaria, según organizaciones internacionales, limita incluso más el acceso a los servicios de salud pública de las personas adictas a las drogas, la población romaní o gitana y quienes viven con VIH/sida.
Las 100 mayores empresas productoras de armas acumularon 402.000 millones de dólares en ventas en 2013, según las últimas cifras publicadas por el Instituto Internacional de Estocolmo de Investigación para la Paz (Sipri).
Organizaciones de la sociedad civil de Europa oriental y Asia central alertan sobre la “tragedia” que podría vivir la región con el recorte de los fondos internacionales para los programas de lucha contra el VIH/sida y la tuberculosis.
¿Cómo se puede justificar que en el siglo XXI continuemos entrenando millones de hombres y mujeres para engrosar los ejércitos y mandarlos a la guerra?
La crisis de Ucrania es un desastre fabricado por los líderes mundiales que han tratado de captar a ese país, ya sea para Europa o para Rusia. Y como las tensiones geopolíticas no disminuyen, las potencias mundiales se apresuran a imponer sanciones con consecuencias no deseadas.
Resulta paradójico que en este momento de la historia cuando tantas personas y países conmemoran el centenario del gran y desafortunado tropiezo que tuvo el planeta con la Primera Guerra Mundial (1914-1918), las grandes potencias y sus aliados una vez más provocan nuevos peligros en que los gobiernos parecen semidormidos en el camino a reanudar viejas batallas de la Guerra Fría.
El presidente electo de Ucrania, Petro Poroshenko, se apresta a asumir el cargo el 7 de junio, mientras la población espera que no olvide que la violencia separatista es solo uno más de los numerosos problemas que debe ayudar a resolver en este país de Europa oriental.
En la actual coyuntura de Rusia, de duras sanciones y un creciente aislamiento internacional por la anexión de Crimea y su apoyo a los separatistas del este de Ucrania, numerosos economistas y sociólogos alertan sobre la posibilidad de que la política exterior del Kremlin propicie una devastadora fuga de cerebros.
La creciente crisis ucraniana coloca a Turquía en una difícil posición diplomática. Ankara tiene en juego los compromisos con sus aliados occidentales y sus parientes culturales, los tártaros de Crimea, que se contraponen a su relación económica y política con Moscú.