En una pequeña aldea de Boumba y Ngoko, en el sureste de Camerún, una maestra dibuja unos animales salvajes en el pizarrón y pregunta a sus 15 alumnos: “¿Quién puede decirme los nombres?”.
El gobierno de Camerún aplica una nueva ley antiterrorista de amplio alcance para reprimir a un movimiento separatista que lucha por los derechos de Camerún Meridional, una zona minoritaria anglófona de este país de África central.
Son casi las 18:00 horas en Yaundé. Un grupo de niños juega al fútbol en un patio sucio y lleno de polvo en un vecindario pobre de la capital de Camerún. La vieja pelota marrón, que solía ser blanca, recibe varios puntapiés. Uno de los jugadores está descalzo, y otro tiene zapatos desgastados, pero va vestido con el uniforme de la selección nacional.
El grupo extremista islámico de Nigeria, Boko Haram, comenzó a operar en Camerún, aseguraron altos funcionarios de Defensa de este país de África central conocido por su relativa estabilidad.
El aumento de la mortalidad infantil en Camerún por diarrea obligó a las autoridades a recurrir a una nueva vacuna (RotaTq), creada para proteger a los menores de cinco años contra cepas comunes de rotavirus. Pero la medida enfrenta el creciente escepticismo de la población.