ENERGIA: Alemania y Brasil renuevan su cooperación nuclear

La cooperación científico-tecnológica entre Brasil y Alemania experimenta un nuevo auge desde que, a mediados de marzo y tras ocho años de interupción de los trabajos, los dos países acordaron completar la central nuclear brasileña de Angra II.

El acuerdo para poner en servicio la planta de Angra II fue suscripto por la empresa estatal brasileña Furnas y firmas alemanas.

Portavoces del Ministerio de Economía de Alemania y del consorcio Siemens confirmaron a IPS que Angra II, construida con tecnología alemana, comenzará en 1988 o 1999 a suministrar 30 por ciento de la energía eléctrica demandada por el estado de Río de Janeiro.

El convenio germano-brasileño de cooperación atómica fue firmado en 1975, como parte del Acuerdo General de Cooperación y Desarollo Científico suscrito por ambos países en 1969.

El convenio de 1975 comprendía la investigación, la creación de un circuito completo de combustible atómico así como la construcción hasta 1995 de ocho centrales nucleares por valor de 8.300 millones de dólares.

El Ministerio de Economía y la empresa Siemens, que también participó en las obras de la central hidroeléctrica brasileño- paraguaya de Itaipú, informaron también que la construcción de otra planta nuclear, Angra III, dependerá de negociaciones posteriores, previstas para el 2000.

Siemens explicó que los recursos previstos en un principio para financiar Angra III fueron transferidos al proyecto Angra II para sufragar su puesta en marcha, y de ese modo se otorgó una sólida base financiera a la cooperación nuclear bilateral.

El estado alemán se ha hecho cargo hasta la fecha de garantías de exportación por unos 2.400 millones de dólares, según los términos del acuerdo de cooperación.

Para el montaje final de Angra II, el gobierno brasileño aportará 800 millones de dólares.

Mientras, la organización internacional Greenpeace aseguró que el gobierno de Brasil oculta el monto real de los costos, pues la puesta en marcha de Angra II requieriría una inversión adicional de más de 2.000 millones de dólares

De esta forma, Angra II sería la central atómica más costosa del mundo y produciría en consecuencia la energía más cara del mundo, cuando Brasil puede generar energía en plantas hidroeléctricas, sin riesgos para el ambiente, dijo Greenpeace.

Brasilia reconoce oficialmente, según Greenpeace, que Angra II ha costado hasta la fecha cerca de 5.200 millones de dólares, en concepto de construcción y mantenimiento. Con la suma de otros 2.000 millones, el costo total sería de 7.000 millones, de acuerdo con la organización ambientalista.

Pero científicos brasileños, como el físico Luiz Pinguelli Rosa, consideran que resulta más económico poner en marcha Angra II que empezar otro proyecto.

Greenpeace y el partido de los Verdes de Alemania cuestionan la cooperación nuclear germano-brasileño y afirman que la producción de energía atómica presenta serios riesgos a la humanidad, como el caso de la central ucraniana de Chernobyl.

Señalan que Angra II fue levantada en una de las pocas regiones con peligro sísmico de Brasil, que no se ha solucionado el problema de la disposición final de los residuos nucleares y que el sistema de emergencia es deficiente.

Los ambientalistas advierten que las señales de alarma previstas para la eventualidad de un accidente no llegan a la población de Angra, como lo demostró una inspección oficial.

Los Verdes y agrupaciones pacifistas y defensoras del ambiente también señalan que la explotación conjunta de uranio brasileño contemplada en el acuerdo de cooperación fue pactada por Alemania con gobiernos militares empeñados una política "subimperialista" que favorecía la penetración estadounidense en Sudamérica.

El estado y compañías alemanas también colaboran con Argentina en las áreas de investigación y producción de energía atómica. La central nuclear argentina Atucha I fue inaugurada en 1974 y el financiamiento de la central de Atucha II, con reactor de agua pesada y una potencia de 600 megavatios, tropieza con problemas financieros.

La central atómica mexicana de Laguna Verde, que entró en funcionamiento en 1990 y aporta 3,5 por ciento de la electricidad consumida en el país, es de fabricación estadounidense, lo mismo que Angra I en Brasil.

Mientras, la futura planta electronuclear de Juraguá, en Cuba, de una potencia nominal de sólo 417 megavatios, es de fabricación soviético/rusa y similar a la de Chernobyl.

Las centrales nucleares latinoamericanas constituyen una mínima parte de las cerca de 450 plantas atómicas que funcionan en 30 países en el mundo y del medio centenar que están aún en construcción. En total, la energía atómica cubre alrededor de 17 por ciento del consumo mundial de energía.

En Alemania, una veintena de centrales nucleares suministran cerca de 20 por ciento de la electricidad utilizada.

Angra II, que funcionará en base a un reactor de agua a presión y producirá 1.300 megavatios de energía, corresponde al modelo de la central alemana de Greifenrheinfeld, en Baviera, que tiene idéntica potencia.

El Ministerio de Economía de Alemania afirmó que los sistemas de producción y seguridad de Angra II son adaptados permanentemente a los últimos adelantos de la técnica nuclear. (FIN/IPS/as/ff/en/96).

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