MALASIA: Gobierno se ajusta el cinturón para no recurrir al FMI

El gobierno de Malasia anunció esta semana una serie de medidas de austeridad para paliar el enlentecimiento económico de la que fuera hasta hace poco una de las naciones más prósperas del sudeste de Asia.

El gabinete ministerial de Malasia recortó sus salarios, mientras el gobierno recomendó a los empresarios que inviertan su dinero en el país y ordenó a los empleados estatales que pasen sus vacaciones en territorio malasio.

Las nuevas medidas económicas y políticas de austeridad fiscal también indican que Kuala Lumpur prefiere tomar sus propios remedios amargos en lugar de recurrir a la ayuda del Fondo Monetario Internacional (FMI).

El gobierno del primer ministro Mahathir Mohamad consideraría una gran ofensa tener que solicitar la ayuda del FMI, como lo hicieron Corea del Sur, Tailandia e Indonesia.

Mahathir, quien ha sido siempre crítico del poder de las naciones industrializadas, afirmó el mes pasado que un paquete de rescate del FMI sería equivalente a la pérdida de la independencia.

Por esta razón, el gobierno adoptó medidas adicionales para controlar el daño y limita al máximo los gastos. "No tuvimos opción. Tendremos que adoptar estas duras medidas si queremos ayudarnos", declaró el ministro de Finanzas Anwar Ibrahim.

Anwar anunció el lunes la adopción de nuevas medidas de austeridad, entre ellas el recorte de 10 por ciento de los sueldos de los ministros a partir del 1 de enero próximo. También se aplazaron los planes para la creación de una nueva fábrica de la compañía nacional de automóviles.

Las últimas disposiciones fueron bien recibidas por inversores y partidos opositores, que las consideraron como una oportunidad para recuperar la estabilidad financiera.

El 5 de este mes, Anwar había anunciado planes para restringir el crecimiento económico y recortar el gasto del gobierno como parte de "medidas estratégicas" para fortalecer las finanzas nacionales.

El gasto total del gobierno para 1998 se reducirá en 18 por ciento, una decisión drástica, ya que el proyecto de presupuesto anunciado hace dos meses preveía un leve incremento.

Las proyecciones de crecimiento económico para el próximo año se redujeron a cuatro o cinco por ciento, del siete por ciento estimado en el proyecto de presupuesto anterior y del 8,5 por ciento esperado para este año.

Otras disposiciones tienen el fin de limitar el déficit de cuenta corriente, fijar normas más severas para los bancos y evitar que empresas con problemas consigan acuerdos de reestructuración y paquetes de rescate que no se justifiquen económicamente.

Las medidas forman parte de una iniciativa para instituir reformas políticas que recuperen la confianza en la economía, con el fin de asegurar que Malasia no necesite la ayuda del FMI.

De hecho, ciertos analistas afirman que algunas de las medidas de austeridad son similares a las recomendadas habitualmente por el FMI, lo que indica que el gobierno es consciente de la necesidad de adoptar disposiciones radicales para mantener los logros económicos de la década pasada.

Pero los expertos sostienen que el programa del FMI incluiría medidas políticamente más difíciles de aceptar por los funcionarios malasios, como el requisito de eliminar los subsidios sobre artículos básicos como la gasolina. El Fondo ya exigió disposiciones similares en Indonesia.

Anwar anunció que el déficit de cuenta corrriente se reducirá el próximo año a tres por ciento del producto interno bruto (PIB), comparado con la meta anterior de cuatro por ciento para 1998 y cinco por ciento para este año.

La reducción se alcanzará principalmente a través del recorte del 18 por ciento del gasto del gobierno federal el próximo año, lo que implica una cifra de 3.000 millones de dólares, dolorosa para organismos del gobierno y empresas que venden productos al gobierno o implementan proyectos del mismo.

También se aplazarán grandes proyectos como las obras de construcción que no sean estratégicas o esenciales.

Los anuncios de Anwar este 5 de diciembre fueron el mensaje que habían estado esperando los mercados. La moneda malasia, el ringgit, se recuperó de su baja histórica de 3,865 frente al dólar a 3,695 y el índice compuesto del mercado de valores aumentó 5,5 por ciento.

Antes del anuncio, el ringgit había caído 55 por ciento por debajo de su nivel en julio. El mercado de valores también descendió más de 60 por ciento.

"Medidas estratégicas y dolorosas" fueron necesarias para construir la confianza del país "con el fin de soportar los riesgos sistémicos que puedan surgir de la actual crisis regional", explicó Anwar.

El líder opositor Lim Kit Siang dijo que el gobierno había dado un paso en la dirección correcta, aunque tarde. "Sin embargo, es mejor tarde que nunca", añadió.

Mohamed Ariff, director del Instituto Malasio de Investigación Económica, señaló que las medidas de austeridad constituyen un necesario trago amargo y que impulsarán la revitalización del mercado si el gobierno las mantiene.

El empresario Ramon Navaratnam, ex jerarca financiero del gobierno, dijo que el plan demostró que "Malasia tomó el papel ofensivo y evitó la necesidad de recurrir al FMI".

La mayoría de los analistas, desde el director gerente del FMI a los economistas, sostienen que el problema de Malasia radica sobre todo en la "confianza" y "percepción" de los inversores, ya que la economía sigue siendo sólida, con ocho por ciento de crecimiento previsto para este año, baja inflación y desempleo casi nulo.

La principal debilidad de la economía yace en su gran déficit de cuenta corriente que, con 3.500 millones de dólares, representa cinco por ciento del PIB este año.

La caída de la moneda y la bolsa de valores hizo que muchas empresas tengan dificultades para pagar los créditos recibidos, lo que generó interrogantes sobre la solidez del sistema bancario.

Además del déficit de cuenta corriente, la crisis de confianza es producto del temor a que la mala distribución previa de fondos para el sector inmobiliario y la adquisición de acciones puedan perjudicar al sistema bancario.

Existe la preocupación de que empresas o individuos puedan conseguir planes favorables de "rescate" a expensas de la cautela fiscal y el interés público.

Al intentar aplacar estas inquietudes, Anwar espera impulsar la recuperación de la confianza.

Hasta el momento, Malasia demostró pocos indicios de que tomará el camino de otros países del sudeste asiático, y al gobierno le gustaría mantenerlo así.

Mientras, Mahathir continúa evaluando el daño generado a la economía por la especulación monetaria. El primer ministro dijo esta semana en Teherán que el ingreso por habitante de los malasios había descendido de 5.000 a 3.000 dólares por año tras la devaluación de 40 por ciento del ringgit.

Malasia demoró 15 años en elevar el ingreso por habitante de 3.000 a 5.000 dólares. "Quizá nos lleve otros 15 años (recuperarnos), pero espero que no", declaró Mahathir. (FIN/IPS/tra-en/mk/js/aq-ml/if/97

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