VENEZUELA: Gobierno vende alimentos baratos para pobres

Alicia Noguera ya compró arroz, frijoles, harina de maíz, azúcar, aceite, pastas, sardinas y leche en polvo, y ahora está en la fila para adquirir pollo en un camión- frigorífico, a un costado del Mercal de Caricuao, gran barriada obrera del sudoeste de Caracas.

Acusa el cansancio de largas esperas bajo un sol radiante, pero sonríe contenta. ”Es que los precios valen la pena, algunas cosas cuestan la mitad que en el supermercado, y para nosotros los pobres toda diferencia es importante”, explicó a IPS Noguera, quien está casada con un mecánico y tiene tres hijos.

”También llevo harina, aceite y frijoles para la familia de una hermana que vive cerca. Hay límite por persona de lo que podemos comprar, pero alcanza para la semana en ambas casas”, asegura.

En el Mercal (acrónimo de Mercado de Alimentos) de Caricuao, uno de los tres más activos de Caracas, hay un depósito y un pequeño expendio al que se accede en grupos de a 10 compradores, que vacían rápidamente los estantes durante los fines de semana.

El lugar es identificado por un gran letrero rojo, el color que usan los seguidores del presidente Hugo Chávez. Cerca, junto a un ”jeep” del Ejército, vigilan y conversan entre ellos un sargento y dos soldados.

”Compro un poco de todo, y la calidad de lo que venden es buena. Esto pasa porque gobierna un hombre como Chávez. Antes lo apoyábamos, y ahora todavía más”, dijo a IPS, bolsa en mano, Gloria de García, quien trabaja como costurera y empleada doméstica.

Mercal es un programa lanzado hace tres meses por el gobierno de Chávez para suministrar alimentos baratos a los sectores populares, pero no subsidiados, sino comprados o importados sin intermediarios por organismos estatales.

Un kilogramo de harina de maíz, base para la arepa (una especie de tortilla que es el pan nacional) cuesta 45 centavos de dólar, 17 menos que en los supermercados, y pollos enteros comprados a la firma brasileña Avipla se venden a 1,12 dólares por kilogramo, mientras los supermercados expenden sólo trozos empacados de pollo, a unos tres dólares el kilogramo.

También es brasileño el aceite comestible de soja (a dólar el litro, contra dos en el supermercado). El arroz es de la cooperativa Riceland, de Arkansas, al sur de Estados Unidos.

Los frijoles negros cuestan la mitad que en otros expendios, y su empaque tiene estampado el texto constitucional que encomienda al gobierno garantizar la seguridad alimentaria, además de la frase: ”Miles de pequeños comerciantes patriotas le dijimos No al paro”.

Eso alude a la huelga realizada en diciembre y enero por los principales sindicatos y cámaras de empresarios, para presionar por la renuncia de Chávez.

Un hombre que se identificó como Antonio contó a IPS que él y sus dos primos compran ”en los Mercal hasta cinco kilos de harina y varios litros de aceite cada uno, varias veces a la semana, para el negocito de empanadas de la familia”.

Algunos revendedores pueden aprovecharse también, en pequeña escala, de los Mercal.

El ministro de Agricultura, Efrén Andrades, dijo a IPS en junio que el gobierno dispuso de 10 millones de dólares para establecer una red de al menos 40 establecimientos Mercal.

Pero el jefe del programa, Gerardo Lizcano, general del ejército, afirmó a fines de este mes que se comercializan unas 400 toneladas mensuales de alimentos no perecederos en cada Mercal, y anunció que en vista del éxito obtenido, se ha propuesto tener hasta 100 establecimientos propios antes de fin de año.

El programa también abastece de alimentos a pequeños expendios privados, si éstos se comprometen a venderlos a sus clientes habituales sin aumentarles el precio fijado para los Mercal.

”Vamos a tratar de convertir a Mercal en una franquicia del pueblo venezolano”, dijo Andrades, en alusión a las cadenas internacionales de comida rápida operadas por concesionarios de su marca.

Otro programa del gobierno busca crear la ”ruta de la arepa”, mediante la promoción de acuerdos entre molineros y productores de carnes y vegetales que usualmente acompañan a ese popular alimento, a fin incrementar su consumo.

En Venezuela ”padece hambre 18 por ciento de la población (4,3 millones de habitantes, en un total de 24 millones), con una deficiencia promedio en la ingesta por persona de 200 calorías diarias”, dijo a IPS la cubana Elisa Panadés, representante en Caracas de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación.

Ese porcentaje coincide con el de las cifras oficiales sobre población en estado de ”pobreza crítica”, es decir, con ingresos que no permiten adquirir los bienes que el Estado considera necesarios para una canasta alimentaria básica.

Según las estadísticas oficiales, otro 26 por ciento de la población vive en ”pobreza relativa”, con ingresos insuficientes para comprar una canasta considerada básica de bienes y servicios.

La encuestadora privada Datanálisis, que simpatiza con la oposición, informó que ”el consumo de alimentos en el país se contrajo 20 por ciento durante los primeros meses de este año, y la capacidad de compra de la población en el último año y medio, producto del desempleo (22 por ciento), mermó en una tercera parte”.

Mientras tanto, amaina la guerra de inculpaciones mutuas, entre el gobierno y las opositoras cámaras empresariales, sobre la responsabilidad de cada parte en los problemas de desabastecimiento, porque los comercios de todo el país vuelven a contar con artículos que escasearon durante meses, como harinas, frijoles negros y pollo.

”El desabastecimiento ha sido ficticio, creado por la oposición como una conspiración a fuego lento”, aseguró Andrades.

”La responsabilidad ha sido del gobierno, que vedó la entrega de divisas (en el país rige un severo control de cambios desde enero) necesarias para importar materia prima e insumos”, replicó Simón Nobile, portavoz de los empresarios molineros.

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