DESARROLLO-ARGENTINA: El poder de los recolectores informales

Los «cartoneros» (recolectores informales de residuos) fueron pioneros en el reciclado de desechos en Buenos Aires, una actividad que les permitió salir de la indigencia. Ahora, son pieza fundamental para cumplir con el ambicioso objetivo de «basura cero» en la ciudad para el año 2020.

Promulgada durante los primeros días de este mes, la denominada Ley de Basura Cero fija obligaciones para el gobierno y los tres millones de habitantes de la capital orientadas a reducir la generación de residuos y promover su separación, recuperación y reciclado.

La ley prevé, a través de diversos plazos graduales, que en 14 años más ni un solo residuo reciclable termine en rellenos sanitarios, considerados por ambientalistas como fuente de contaminación y símbolo de un modelo derrochador de recursos naturales que no pueden recuperarse una vez enterrados.

Los "cartoneros", los únicos que en la actualidad se ocupan del reciclado de los desperdicios, constituyen un eje fundamental de la propuesta. A su tarea se debe que alrededor de 10 por ciento del total de los desechos reciclables generados en la ciudad sea efectivamente reutilizado.

De acuerdo con las últimas estimaciones, en Buenos Aires se producen 4.500 toneladas de basura por día.

Un grupo pionero es el conformado en torno a la cooperativa El Ceibo, nombre de la flor nacional argentina. Las 40 familias que la integran recuperan hace seis años residuos en el residencial barrio porteño de Palermo.

"Les explicamos a los vecinos cómo deben separar los residuos. Y acordamos con ellos cuándo quieren que los pasemos a retirar", relató a Tierramérica Alfredo Ojeda, de 21 años, integrante de El Ceibo.

El grupo realiza su trabajo "puerta a puerta": recoge sistemáticamente los materiales reciclables del domicilio del vecino, los lleva luego a un centro de acopio, allí los selecciona y finalmente los comercializa. Recupera cinco toneladas de materiales reutilizables por semana: papeles, cartones, vidrios y plásticos.

Sus miembros cumplen diferentes funciones: promotores, recuperadores, acopiadores. Y de acuerdo a su lugar en la cadena perciben su sueldo, que oscila entre los 130 y 300 dólares mensuales. Cifras que, si bien implican un ingreso moderado, les permitieron salir de la situación de indigencia en la que se hallaban.

"No teníamos nada", dijo a Tierramérica Cristina Lescano, fundadora y coordinadora de El Ceibo. Cuando esta cooperativa inició operaciones, hace seis años, eran unas decenas de familias llegadas a revolver la basura en procura de subsistencia.

"Nunca me voy a olvidar de cuando salí a 'cirujear' (hurgar) por primera vez: salí toda tapada, toda envuelta; (es que) uno tiene vergüenza", relató.

En 2001, al compás de la peor crisis del país, el grupo se constituyó en cooperativa.

"Es un cambio cultural, pero lo estamos logrando. Porque, por ejemplo, si un vecino le da a uno 10 botellas, esas botellas no son de esa persona, pertenecen a la cooperativa. Y eso a veces es difícil de entender", evaluó Lescano.

En el emprendimiento no trabajan menores de edad ya que "a los nenes no hay que sacarlos a la calle", según Lescano, y las tareas se realizan sólo durante el día y no en la noche como en el caso de la mayoría de cartoneros.

Los miembros del grupo visten pecheras azules que los identifican. "Es mejor, así los vecinos nos reconocen y no desconfían. Si no, antes, no nos abrían la puerta", indicó el joven Ojeda.

Según estimaciones oficiales, cerca de 7.000 cartoneros trabajan actualmente en la ciudad. Es que si bien son casi 9.000 los registrados como tales, se cree que, de la mano de la recuperación económica del país, varios de ellos han abandonado la actividad.

Por lo pronto, la ley recién aprobada contempla la "promoción de la participación de cooperativas y organizaciones no gubernamentales en la recolección y reciclado de los residuos".

Se espera que esta ley, al reparar el vacío legal que existía sobre el tema, logre regular y controlar la actividad.

"Nosotros vamos a ayudar a que se formalice esta actividad", aseguró a Tierramérica Marcelo Vensentini, subsecretario de Medio Ambiente del gobierno local. Una regulación indispensable para proteger los derechos de los cartoneros a tener un trabajo decente y bien remunerado.

"Hay mafias que son muy difíciles de controlar. Son acopiadores que les compran a precio vil a los cartoneros el material que recogen, lo juntan en lugares clandestinos y luego lo venden", afirmó a Tierramérica el diputado Juan Manuel Velasco, presidente de la Comisión de Ecología del Congreso Legislativo y autor de la Ley de Basura Cero junto a la organización ecologista Greenpeace.

De discriminación, prácticas abusivas e injusticias bastante conocen los miembros de la cooperativa. Pero no menos de tesón.

"La gente nos pregunta si el día que consigamos un trabajo vamos a dejar de hacer esto. Pero nosotros les decimos que no, que esto es un trabajo y es digno", concluyó Lescano.

* La autora es colaboradora de IPS. Este artículo fue publicado originalmente el 28 de enero por la red latinoamericana de Tierramérica. (

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