GUINEA-BISSAU: A un paso de ser el primer narcoestado africano

Guinea-Bissau presenta características ideales como puente africano para el nutrido tráfico de cocaína a cargo de las mafias latinoamericanas que alimentan el rico mercado de la Unión Europea (UE).

Las condiciones de esta pequeña ex colonia portuguesa de África occidental son las ideales: escasa vigilancia, sin una sola prisión que se pueda considerar como tal, un Estado demasiado débil y funcionarios permeables a la corrupción.

Guinea-Bissau está entre las naciones menos desarrolladas del planeta, al hacer parte de la lista de los 20 países más pobres, con un producto interno bruto de 700 dólares anuales por habitante, en su inmensa mayoría demasiado pobres y que dependen de la agricultura y de la pesca de subsistencia.

Independiente de Portugal desde 1973, según su declaración unilateral, y desde1974, según el reconocimiento de Lisboa, sus 36.000 kilómetros cuadrados cobijan 1,5 millones de habitantes, con frecuencia vulnerables a sequías, inundaciones y enfermedades infecto-contagiosas.

Este territorio, donde en 1446 atracó el navegante portugués Don Nuno Tristão, fue durante siglos presa apetecida de los traficantes de esclavos y hoy se ha convertido en un verdadero paraíso para los narcotraficantes que conocen los modestos indicadores económicos, a los que se une el factor idiomático.

A pesar de que en casa se habla en especial los dialectos creole, fula, mandjaco y mandinga, la lengua común de la población es el portugués, igual a la de los delincuentes brasileños y de gran similitud con el castellano de sus socios colombianos.

Según la representación de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) para el área, ubicada en el vecino Senegal, Guinea-Bissau está a punto de convertirse en "el primer narcoestado de África", por donde pasa gran parte de la droga oriunda de América del Sur con destino a la UE.

La mayor parte de esta droga, tiene como destino final España, el mayor receptor europeo de cocaína, según el último informe de la ONU sobre consumo de estupefacientes.

En un encuentro de donantes celebrado en diciembre en Lisboa, se reunieron 6,8 millones de dólares para combatir el flagelo mediante acciones preventivas durante 2008, suma que se une a un programa operacional hasta 2010 de la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (Unodc, de su sigla en inglés) de 19,12 millones de dólares.

Estas sumas fueron consideradas "suficientes" por el primer ministro guineano, Martinho Ndafa Cabi, y por la ministra de Justicia, Carmelita Pires, quienes en el encuentro de Portugal garantizaron una "buena gestión" de los fondos.

Según el representante en Senegal de Unodc, Antonio Mazzitelli, más de una tonelada de cocaína es incautada mensualmente en la actualidad en los países de África occidental, mientras que hasta hace pocos años no existían registros de aprehensiones.

Los cálculos de esta agencia especializada de la ONU indican que un cuarto de la cocaína consumida en todo el continente europeo transita por África occidental, sobretodo por Guinea-Bissau, cuyo valor comercial alcanza cerca de los 2.000 millones de dólares, es decir, casi siete veces el producto nacional del país, de sólo 300 millones de dólares anuales.

Sin embargo, en las calles de las capitales más ricas de la UE se estima que su valor puede llegar a los 20.000 millones de dólares, es decir 10 veces más.

En varias oportunidades, Mazzitelli ha hecho un diagnóstico crítico sobre a situación del narcotráfico en Guinea-Bissau, advirtiendo que el país está al borde del colapso. En la reunión de donantes advirtió que el Estado "es incapaz de asegurar la soberanía del territorio frente al narcotráfico y al crimen organizado".

"Hoy, Guinea-Bissau está literalmente cercada No tengamos ilusiones: el Estado puede colapsar", afirmó por su parte Antonio María Costa, director ejecutivo de Unodc, al tiempo de denunciar la existencia de oficiales de las Fuerzas Armadas sospechosos de colaboración "y hasta de estar involucrados en el tráfico de drogas".

Costa sostiene que los traficantes sudamericanos escogieron Guinea-Bissau debido a en parte a su ubicación "conveniente" en África occidental, pero principalmente por la incapacidad de las autoridades para enfrentar el crimen organizado.

El funcionario internacional calificó de "sintomático" que casi la totalidad de las aprehensiones de droga hayan sido hechas en aguas internacionales, por unidades navales europeas y no por fuerzas guineanas, que no están equipadas para patrullar sus mares y su espacio aéreo.

No obstante, todo esto no justifica que "Guinea-Bissau deba sufrir a causa de los vicios europeos", sentencio Costa, al apelar a "la ayuda de la comunidad internacional, a largo plazo", porque el gobierno debe ser auxiliado para "recuperar la soberanía y el control de las fronteras".

En este sentido, el vicecanciller guineano, Roberto Cacheu, y el ministro de Relaciones Exteriores de España, Miguel Ángel Moratinos, quien realizó una corta visita el 27 de este mes a Bissau, firmaron un acuerdo de cooperación migratoria entre los dos países, con el fin de controlar el tráfico ilegal de personas.

El protocolo incluye las áreas de seguridad, control de fronteras y desarrollo económico, "un acuerdo histórico, que modifica los contornos del combate a la inmigración ilegal", sostuvo Moratinos al concluir su visita de cuatro horas al país africano.

El mes pasado, Cândida Pinto, subdirectora del semanario Expresso, de Lisboa, decidió tomar en sus manos el caso del tráfico de drogas en Guinea-Bissau, regresando a su actividad de célebre reportera, enviada espacial a zonas de conflictos, que le hicieron ganar gran prestigio desde la década pasada.

Durante el minucioso trabajo de investigación periodística realizado en la ex colonia lusa, "no encontré brasileños, pero sí varios colombianos", aseguró a IPS.

Entre ellos, destacó al colombiano Juan Pablo Camacho, ostensible propietario de un automóvil Jaguar metalizado y otro marca BMW negro, presumiblemente blindado, y a Pedro Ortega, su socio español, que él considera portugués y que juntos recuperaron "Somec", una empresa de importación y venta de cemento devastada por la guerra civil de 1998.

Camacho asevera que su mujer y sus cinco hijos, que aún están en Bogotá, vendrán a Bissau, donde espera residir en los próximos años. En espera de su familia, el empresario colombiano conduce su BMW con un sello de "Libre Tránsito Especial" en el parabrisas, otorgado por el Ministerio de Interior guineano.

Luís y Mauricio Mejía, son otros dos colombianos identificados por la reportera, que también ocupan lugares de dirección en la empresa, en cuya sede fueron encontradas armas, municiones y "sprays" paralizantes durante un allanamiento policial.

Pinto recuerda que en Guinea-Bissau "no existe una sola prisión, los medios de la Policía Judicial son casi nulos, el Estado es demasiado débil, la población demasiado pobre y los traficantes saben todo esto".

Para la subdirectora de "Expresso", la conclusión es clara: "Bissau ganó expresión en la nueva ruta de la cocaína originaria de América Latina y con destino a Europa, cuando se empezó a apretar la vigilancia policial en el norte del océano Atlántico".

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