KENIA: Temor a escasez de alimentos

Elizabeth Mutai está preocupada por la fuerte caída en las ventas de maracuyá, fruta que cultiva en su granja del valle del Rift, desde que estalló la violencia en Kenia luego de las elecciones del 27 de diciembre.

"Planté un poco más de una hectárea y tuve que darle la fruta a las vacas" se lamentó la mujer.

El descenso de la demanda interna está beneficiando a los comerciantes de los países vecinos, según Mutai. "Pagan siete centavos de dólar por kilogramo y después lo venden a 2,2 dólares", afirmó.

En consecuencia, ella y su familia han tenido problemas para comprar comida. La educación de sus hijos también se vio afectada. Dos de ellos son estudiantes universitarios y ahora Mutai no tiene dinero para pagar los aranceles.

Francis Kimosop, quien tiene una plantación de maíz, se queja del costo de los insumos. "El año pasado el litro gasóleo costaba 0,9 dólares y ahora 1,2 dólares". El precio de los fertilizantes también se disparó.
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"Si se mantiene tan alto los granjeros tendrán que volver a usar estiércol, con lo que se reduce el rinde de la cosecha", agregó.

Raymond Sande, quien también es productor de maíz, enfrenta problemas similares. "Los granjeros iremos a la quiebra si no sucede algo rápido", advirtió.

Usa fosfato como fertilizante. "El año pasado gasté 20 dólares y este año el doble. Así no quedan ganancias. El ministro de Agricultura tiene que tomar medidas en forma urgente", afirmó.

"Queremos un ministro que resuelva nuestros problemas", dijo Francis Rono, quien cultiva trigo en Kitale, en la zona norte del valle del Rift, el "granero" de Kenia y una de las regiones más afectadas por la violencia política.

El problema de los granjeros se complica porque no hay en la actualidad un ministro de Agricultura. Luego de las elecciones, el presidente Mwai Kibaki, a quien la oposición acusa de fraude, sólo cubrió 10 puestos del gabinete y la cartera de Agricultura no figura entre ellos.

Las estadísticas indican que, normalmente, los granjeros preparan más de 30 por ciento de sus tierras para la labranza en enero. Sin embargo, sólo 10 por ciento está listo ahora. Los desalojos y la falta de fertilizantes y maquinaria llevaron a esta situación.

La escasez de alimentos es una posibilidad real a causa de la caída en la producción de maíz y trigo. Algunos granjeros no habían terminado la cosecha cuando estalló la violencia. La destrucción también alcanzó a los granos que ya estaban almacenados.

Las reservas de maíz son inadecuadas: hay 430.000 toneladas, apenas suficientes para un trimestre.

Catherine Wanjiru vive en Nairobi y está escandalizada por la celeridad con la que aumentaron los precios de los alimentos.

Aunque los supermercados están bien provistos, existen rumores de que los comerciantes están ocultando productos en espera de una ola inflacionaria.

Mama Mon'gina, una vendedora del mercado Kawangware, uno de los más grandes de la capital, afirmó que pudo abastecerse de bienes normalmente. Tiene seis hijos y vende verduras que compra a granjeros en las afueras de la ciudad.

"Voy a la mañana temprano a Wangige, donde compro los vegetales. Son frescos. Los granjeros no pueden acapararlos porque son perecederos. Tienen suerte de que nosotros les compremos porque sus verduras se estaban pudriendo en las granjas. Casi nadie compra porque a causa de la violencia la gente ha restringido sus movimientos", afirmó.

Un informe del Programa Mundial de Alimentos, la Agencia para el Desarrollo Internacional de Estados Unidos y el gobierno advirtió que no había llovido lo suficiente, por lo que la escasez de alimentos se agravaría.

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