DESARROLLO: Imagine un mundo libre de ayuda

La idea de un mundo en el que los ministerios europeos de asistencia al desarrollo bajen la cortina porque los países del Sur ya no los necesitan suena utópica.

Pero es lo que tienen en mente más de 1.000 funcionarios de naciones donantes, países pobres y agencias multilaterales de desarrollo que se reunirán este martes en Accra, la capital de Ghana, en el Tercer Foro de Alto Nivel sobre la Eficacia de la Ayuda.

El encuentro, organizado por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), el Banco Mundial y el Banco Africano de Desarrollo, congregará a ministros, directores de agencias multilaterales y organizaciones no gubernamentales de más de 100 naciones.

Los participantes analizarán los resultados de la ayuda para el desarrollo y sugerirán cambios para lograr lo mejor posible con el dinero destinado a ese fin, para construir economías sustentables y sacar a la gente de la pobreza.

Tomando como referencia la Declaración de París de 2005 sobre la eficacia de la ayuda, los asistentes al Foro evaluarán cómo los donantes y los receptores están trabajando asociadamente para alcanzar los objetivos de desarrollo.
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"La Declaración de París promueve un modelo de asociación que mejora la transparencia en el uso de los recursos para el desarrollo. Reconoce que para lograr que la ayuda se vuelva realmente eficaz y más equilibrada se requieren mecanismos de rendición de cuentas en diferentes niveles", señaló la OCDE, que reúne a 30 países ricos y dos economías emergentes, Corea del Sur y México.

En el encuentro de Accra, los participantes evaluarán si los donantes están ofreciendo financiamiento predecible y de largo plazo, coordinando los esfuerzos de desarrollo entre los gobiernos nacionales, incluidos los de las naciones receptoras, y avanzando hacia la supresión de la condicionalidad de la ayuda.

Los organizadores señalaron que también se analizará si los países que reciben los fondos se están haciendo cargo "de sus propias necesidades de desarrollo, trabajando con sus parlamentos y la sociedad civil para fijar objetivos y establecer los medios que permitan alcanzarlos".

Entre los documentos que se considerarán se encuentra la Agenda de Accra para la Acción, que, si no se presentan inconvenientes, será adoptada por unanimidad el 4 de septiembre, último día de las deliberaciones.

En su párrafo final, afirma que "hoy, más que nunca, resolvemos trabajar en conjunto para ayudar a los países de todo el mundo a construir el futuro exitoso que todos queremos ver, un futuro basado en el compromiso compartido de superar la pobreza y en el que no haya países que dependan de la ayuda".

Esta promesa será parte del paquete que el secretario general de la Organización de las Naciones Unidas, Ban Ki-moon, presentará a los líderes mundiales que asistirán en Nueva York a un encuentro de alto nivel, el 25 de septiembre, y ante la Conferencia Internacional sobre Financiamiento para el Desarrollo, que deliberará en Doha entre el 29 de noviembre y el 2 de diciembre.

Estará acompañado por un mensaje que enfatizará la necesidad de convertir en realidad la utopía de un mundo "libre de ayuda".

Yash Tandon, director ejecutivo del Centro Sur, un insitutto de estudios intergubernamental de países en desarrollo con sede en Ginebra, tiene serias dudas de que pueda alcanzarse algún día ese objetivo.

"El tema de la eficacia de la ayuda fue colocado en la agenda global por tres razones fundamentales. Una fue la necesidad de simplificar y racionalizar el complejo sistema de administración y reducir los costos de transacción", escribió Tandon en un artículo publicado por el diario de Nairobi, Business Daily.

La segunda, agregó, es que los ciudadanos de las naciones donantes preguntan por qué sus gobiernos están dando "tanto dinero" a África, por ejemplo, a pesar de la corrupción rampante, las violaciones a los derechos humanos y los pocos avances en la lucha contra la pobreza.

"En tercer lugar, la actual arquitectura de la ayuda está dominada por los países ricos de la OCDE y, por lo tanto, sufre un serio déficit de legitimidad democrática", señaló Tandon.

A su juicio, la conclusión es inevitable. "Con el pretexto de hacer más eficaz la ayuda, el proyecto de la Declaración de París es una forma de colonialismo colectivo de los 'donantes' del Norte sobre los países del Sur que, a causa de su vulnerabilidad y psicología de la dependencia, se someterán a él en la conferencia de Accra", afirmó.

Por su parte, la confederación de organizaciones no gubernamentales Concord, con sede en Bruselas, destacó que "los políticos realizan promesas de mejora de la ayuda a los pobres, pero la ausencia de progresos en esos compromisos implica que su credibilidad se encuentra en juego".

Datos oficiales de la OCDE revelan que prácticamente no hubo avances hacia el logro de los objetivos de la Declaración de París. Los donantes han mejorado su coordinación para realizar investigaciones y misiones conjuntas, pero la ayuda se ha vuelto menos predecible, indicó Concord.

Un informe de uno de los integrantes de la confederación, Eurodad, mencionó algunos ejemplos de casos en los que las cosas resultaron como se deseaba. La totalidad de la ayuda de Gran Bretaña a Mozambique figura en el presupuesto de ese país, Irlanda ofrece apoyo directo a organizaciones de la sociedad civil en Honduras para tareas de auditoría social y la Unión Europea (UE) ahora asume compromisos de ayuda a mayor plazo.

Pero las deficiencias abundan, advirtió Eurodad.

Por ejemplo, sólo la cuarta parte de la asistencia del Banco Mundial a Mozambique se otorga como programa de ayuda y el resto a través de proyectos individuales, mientras que Francia financia sus aportes a ese país reciclando los pagos del servicio de la deuda externa que efectúa Mozambique.

Asimismo, "sólo un tercio de los proyectos de asistencia técnica de la Comisión Europea", órgano ejecutivo de la UE, "han sido o tienen posibilidades de ser exitosos", según un análisis de la Corte Europea de Auditores.

Por otra parte, indica el documento de Eurodad, España ha condicionado su alivio de deuda a Honduras a su implementación por parte de compañías u organizaciones españolas.

En Malawi, los donantes establecieron 69 unidades de proyecto paralelas a los sistemas gubernamentales y 30 de ellas están dirigidas por la Agencia de Desarrollo Internacional de Estados Unidos (Usaid).

En Mali, el Banco Mundial condiciona su ayuda a la privatización de empresas del sector público, lo que influencia la conducta de otros donantes.

Según Concord, gran parte de la ayuda se encuentra motorizada por las prioridades e intereses de los donantes, lo que puede socavar la rendición de cuentas democrática en las naciones que la reciben y se dejan de lado las necesidades de los pobres.

"Los donantes toman decisiones que afectan las vidas de las personas en los países pobres. Un paso fundamental para lograr que la ayuda sea más eficaz y que exista rendición de cuentas es que decidan adoptar los estándares internacionales de prácticas transparentes en la conferencia de Accra", dijo Jesse Griffiths, de la no gubernamental ActionAid.

A pesar de las promesas de reformas, la mayoría de la ayuda debilita los sistemas de los países en desarrollo, estableciendo estructuras paralelas controladas por los donantes y aplicando condiciones que promueven sus intereses económicos y de política exterior.

"Sabemos que los donantes tienen el poder de desbloquear muchos de los obstáculos. Si no asumen compromisos concretos en Accra para modificar la forma en la que actúan, el resultado será más inacción y mayor ineficiencia", declaró el presidente de Concord, Justin Kilcullen.

A su juicio, la UE tiene la responsabilidad de asegurar que en la reunión de Accra se adopten acciones para mejorar la transparencia, poner fin a los condicionamientos políticos para el otorgamiento de la ayuda y garantizar que sirva a las necesidades de las personas a las que está dirigida.

El grupo ISG, que dirige las actividades de organizaciones de la sociedad civil, señaló en un documento que la Declaración de París fija una inconclusa y estrecha agenda de reformas, que ignora el papel de los ciudadanos y los grupos de la sociedad civil como actores del desarrollo, con una larga tradición de organizar iniciativas políticas, sociales y económicas a favor de los pobres.

En ese documento, propone cambios en cuatro áreas, para que la ayuda tenga un impacto real sobre la pobreza.

Señala que se debe comprender el papel de la sociedad civil como actor del desarrollo, ajustar el enfoque de los donantes a un entendimiento más profundo de las modalidades de la ayuda a los pobres, resolver las tensiones entre el control local y los condicionamientos de los donantes y asegurar la realización de evaluaciones independientes de los progresos.

Las organizaciones de la sociedad civil también consideran que se debe cancelar en su totalidad la deuda externa de los países en desarrollo y que las naciones ricas deben cumplir su promesa de destinar 0,7 por ciento del producto interno bruto a ayuda oficial al desarrollo (AOE).

Los países ricos asumieron el compromiso de llevar la AOE a ese nivel en 1970 y lo ratificaron en el Consenso de Monterrey de 2002, pero muy pocas cumplieron esa promesa, indicó el documento.

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