COREA: Mucho ruido de misiles, pero pocas nueces

El presidente de Corea del Sur, Lee Myung-bak, le advirtió a Corea del Norte que amenazar con misiles a sus vecinos podría ser un tiro por la culata.

El régimen comunista de Kim Jong Il anunció sus planes de poner en órbita el satélite de telecomunicaciones Kwangmyungsung-2, que cuenta con tecnologías "de uso dual", aplicables a misiles de largo alcance.

Al conmemorar el domingo la ocupación japonesa de Corea (1910-1945), el presidente Lee le recomendó a Pyongyang que "cooperar con el Sur y con la comunidad internacional es lo que protege al Norte, no las armas nucleares ni los misiles".

Observadores creen que Pyongyang exhibe su tecnología misilística para presionar a Occidente y arrancarle nuevas concesiones en materia de energía y asistencia financiera, así como para ganar dinero vendiendo esos servicios a países como Irán y Siria.

El lanzamiento del satélite también representa un desafío a la secretaria de Estado (canciller) de Estados Unidos, Hillary Clinton, quien el mes pasado, durante su gira asiática, alertó sobre la posibilidad de que la operación involucre armas de destrucción masiva.
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Corea del Norte ha tenido éxito al jugar la carta de la tecnología nuclear para lograr favores de Estados Unidos y sus aliados en la región, Japón y Corea del Sur.

Pero Seúl cree que llegó el momento de que Pyongyang se quite sus gafas color de rosa y se dé cuenta de que no aceptará más políticas suicidas.

Para demostrar que habla en serio, Corea del Sur interrumpió su ayuda al Norte y le exigió regresar a la mesa de negociaciones. Pero el régimen de Kim replicó que su satélite de comunicaciones era una pieza de un programa espacial de carácter pacífico.

Corea del Norte, que en octubre de 2006 probó una bomba atómica, carece aún de la tecnología necesaria para ensamblarle una ojiva nuclear a un misil, según expertos. Además, asegura haber clausurado su programa de armas nucleares, pero su negativa a acceder a una verificación preocupa a sus vecinos.

En su discurso del día 1, el presidente Lee dijo a Pyongang que la desnuclearización ayudaría rápidamente al régimen a restaurar sus vínculos con la comunidad internacional.

Seúl ha ignorado las provocaciones de Pyongyang, entre ellas la acusación de que Lee es un títere de Estados Unidos.

"Mantendremos la serenidad sin importar la dureza de los discursos de Corea del Norte", dijo la semana pasada el ministro de Defensa surcoreano, Lee Sang-Hee. "También nosotros estamos preparados para responder con nuestros misiles si el Norte nos ataca."

"Los surcoreanos no deberíamos permitir que Corea del Norte se tiente a atacarnos con sus misiles de corto alcance. Podríamos necesitar el despliegue de al menos 10 misiles más de defensa como disuasivo", dijo Kim Chang-June, coreano radicado en Estados Unidos, donde trabajó como abogado, en una visita a Seúl.

Fuentes cercanas al ejército dijeron que otro lanzamiento de misiles norcoreanos fortalecerá a los políticos de línea dura en Seúl y Washington, para quienes la mejor disuasión es el fortalecimiento militar.

Seúl reanudó el paquete económico suspendido, que incluye asistencia alimentaria y combustible, como zanahoria para convencer a Pyongyang de abandonar sus ambiciones nucleares. También trabaja en una decena de proyectos energéticos para desarrollar los ricos recursos norcoreanos.

La industria surcoreana también espera la oportunidad de invertir en el norte, a medida que sufren las fuertes regulaciones y la costosa administración de sus instalaciones en China.

"Al insistir con el lanzamiento de misiles, Corea del Norte abandona todas las oportunidades que le esperan a cambio de que descarte el naipe nuclear", escribió el periodista Kim Young-Hee en una columna para el diario Joong-ang.

Desde que asumió el gobierno conservador de Lee, en febrero de 2008, la mayoría de los contactos oficiales entre las dos Coreas prácticamente se cortaron.

A los turistas surcoreanos que otrora llegaban en bandadas a la pintoresca montaña Kumgang, en Corea del Norte, les fueron cerradas las fronteras.

Si Pyongayang persiste con el lanzamiento de misiles, quienes más sufrirán las consecuencias serán los 23 millones de habitantes, un tercio de los cuales dependen para sobrevivir de la asistencia alimentaria internacional.

Pero también sufrirá la economía surcoreana. La producción decrece, y los inversores suelen retirar su dinero cuando escuchan amenazas de Corea del Norte.

Por último, el millar de norcoreanos que huyeron al sur perderán el contacto con sus familias.

Si Corea del Norte se empecina en fortalecer su negociación con el desarrollo nuclear y misilístico, "el reloj marcará hacia atrás", dijo el profesor Kim Sung-Han, de la Universidad de Corea.

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