ALIMENTACIÓN: El hambre de los ricos

¿La lucha contra el hambre beneficia a los países ricos? La respuesta de los expertos en alimentación es un categórico sí. ¿El público del Norte rico debería estar al tanto de esto? La respuesta: tal vez no.

Aquellos que no están directamente afectados por la inseguridad alimentaria deberían considerarla un problema que les incumbe, aun sin tomar en cuenta la justicia social y otras cuestiones morales, y por unas cuantas razones.

La primera razón es la seguridad. El hambre crea desesperación y es fuente de conflictos. Por lo tanto, constituye una amenaza para todos.

"La pobreza y el hambre constituyen un caldo de cultivo para el terrorismo", dijo a IPS el economista David Dawe, de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) con sede en Roma.

"Un mundo hambriento es un mundo peligroso", coincidió a comienzos de año la directora ejecutiva del Programa Mundial de Alimentos (PMA), Josette Sheeran. "A los que carecen de alimentos les quedan tres opciones: el disturbio, la emigración o la muerte. Ninguna de ellas es aceptable."
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Tal vez se trate de argumentos fuertes. Pero organizaciones de la sociedad civil los rechazan.

"No compro el argumento de que si no hacemos lo que debemos hacer vendrán de otros lugares para arruinarnos la vida", dijo a IPS John Hilary, director ejecutivo de la organización contra la pobreza War on Want, de Gran Bretaña. "Está demasiado cerca de la derecha extrema."

La organización humanitaria Oxfam Internacional cree que el argumento es válido, pero le preocupa que ciertos sectores del público lo usen para bloquear las inmigraciones e importaciones procedentes del mundo en desarrollo.

"Es cierto que al mundo industrializado le sirve erradicar el hambre, pero también percibo algunos riesgos en el mensaje. Con la crisis económica y la tentación proteccionista, sería una espada de doble filo", dijo a IPS la directora de investigaciones de la filial española de Oxfam, Teresa Cavero.

"Podría decirse, por ejemplo, que alentar el crecimiento en los países pobres les dará a sus poblaciones más oportunidades de empleo, y que, por lo tanto, habrá menos emigración. Lo cual sería, en parte, correcto. Pero eso no significa que la inmigración sea mala", explicó.

Pero no es menos cierto que los reclamos formulados durante decenios al Norte rico para que haga algo en pos de erradicar el hambre han caído en saco roto.

También podría argumentarse que el compromiso surgirá sólo cuando el problema se encarame en la agenda política, lo cual no sucederá a menos que los votantes del mundo rico perciban en la inseguridad alimentaria un problema propio.

"Me siento más cómoda con el mensaje de justicia, pero es cierto que la lucha contra el hambre redunda en beneficio de los países industriales. Y cualquier argumento que sirva para que los países industriales actúen es positivo", dijo Cavero.

"Lo primero que los gobiernos y los pueblos de los países ricos deben saber es la realidad con la que nos enfrentamos. Cada vez hay más gente con hambre, y hoy son más de 1.000 millones de personas", agregó.

Además del argumento de la seguridad, el economista Dawe propone esgrimir el del dinero. "Si los habitantes del mundo en desarrollo rompen el círculo del hambre y la pobreza, se abrirá un enorme reservorio de demanda potencial para los productos del mundo industrial", afirmó.

Oxfam coincide. "El comercio puede cumplir con un papel" contra el hambre y la pobreza "si es conducido con reglas de justicia y en mercados transparentes, cosa que ahora no sucede", dijo Cavero.

"El crecimiento económico saludable conduce a mejoras en el bienestar general, lo cual es bueno para el Sur y para el Norte", agregó.

"Que el mundo en desarrollo no sufra hambre beneficia al Norte, porque este flagelo hace sufrir a toda la economía. Si el Sur lo logra, podrá trabajar en su propio desarrollo. Pero debes librarte del hambre antes de poder derrotar la pobreza, y sólo entonces podrás participar en la economía global", indicó.

Cavero cree que destacar el vínculo entre la seguridad y la amenaza del cambio climático es otro mecanismo para alentar a los países ricos a actuar. Si las naciones en desarrollo intentan acabar con la pobreza y el hambre siguiendo el modelo de desarrollo del Norte —con uso intensivo de energía— la temperatura aumentará.

"Debemos lograr que un acuerdo internacional sobre cambio climático les garantice la seguridad alimentaria a aquellos países donde se concentra la mayor parte del hambre y la pobreza rural, de modo de evitar un desastre mundial", sostuvo la experta española.

"Debemos lograrlo a través de un modelo agrícola sustentable. Hay posibilidades de establecer un escenario donde todos ganen: que se alcance la seguridad alimentaria, que se detenga el cambio climático y que se avance en la sustentabilidad social, económica y ambiental", añadió.

El mundo industrializado también se beneficiaría de la contribución de los pueblos a la ciencia y la cultura, una vez que puedan librarse de la inseguridad alimentaria, según Dawe.

"Vivimos en un mundo interdependiente. Todo el conocimiento se construye con descubrimientos y contribuciones de otros", afirmó. "Cuanta más gente inteligente trabaje para solucionar un problema, llámese sida, cambio climático o lo que sea, más cerca estaremos de encontrar soluciones. Y eso se aplica también a la cultura, el arte, la música y otros campos del conocimiento."

La organización War on Want cree que los argumentos para alentar la lucha contra el hambre deben basarse sobre la justicia social y no en el interés propio.

"Lo que resulta escandaloso es que mucha gente que produce alimentos en áreas rurales" del Sur en desarrollo "no puede darse el lujo de comprar lo que produce", según Hilary. "Esto condena el modelo que nos ha permitido crecer" a los países ricos, explicó.

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