ALIMENTACIÓN: Comprar tierras, pero con conducta

La Cumbre Mundial sobre la Seguridad Alimentaria concluyó este miércoles en la capital italiana con una disputa sobre lo que algunos ven como inversiones en plantaciones y otros consideran apropiación de tierras.

Existe una propagada alarma por la reciente compra acelerada de tierras agrícolas en los países en desarrollo, especialmente en África y por inversores de Asia.

La Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), anfitriona de la cumbre, informó que más de 20 millones de hectáreas de suelo africano han sido adquiridas por intereses extranjeros en los últimos tres años.

Países como Arabia Saudita y China han comenzado a buscar tierras en el exterior después de que se produjera un aumento en los precios de los alimentos básicos como el trigo y el arroz entre 2007 y 2008. Esto desató temores de que los pequeños propietarios pudieran ser desplazados de sus territorios, agravando la situación en los países que ya sufren una grave inseguridad alimentaria.

El aumento en los precios de los alimentos y la crisis financiera hicieron que este año más de 100 millones de personas se sumaran a las filas de los hambrientos, que por primera vez superaron la marca de los 1.000 millones, señaló la FAO. Quizás es por esto entendible que siga siendo alta la hostilidad a la compra de tierras en África por parte de extranjeros.
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"Nuestros líderes (en África) están vendiendo toda nuestra tierra", dijo a IPS la coordinadora de la Red Africana para los Derechos sobre los Alimentos, Huguette Akplogan Dossa.

"Vender tierra nacional no es algo bueno. Tienen que pensar en qué es bueno para la gente. Si vienen a comprar nuestras tierras para producción, llevársela a sus países, transformarla y vendérnosla de nuevo muy caro, es otra forma de colonialismo. Tenemos que prohibirlo", afirmó.

Sin embargo, la FAO y el Fondo Internacional para el Desarrollo Agrícola (FIDA) son renuentes a estigmatizar una posible fuente de capital, dado que una caída prolongada de las inversiones agrícolas es quizás la principal razón por la que muchas personas en áreas rurales de países en desarrollo luchan por conseguir alimento.

"Es usar lenguaje equivocado llamarlo apropiación de tierras. Son inversiones en áreas cultivables, como inversiones en la explotación petrolera", sostuvo el presidente del FIDA, Kanayo Nwanze, en conferencia de prensa. "El hecho de que haya distorsiones no quiere decir que deban ser prohibidas".

La FAO e IFAD admitieron que las compras, que siguieron siendo llamadas "apropiaciones" en los documentos de la cumbre a pesar de las objeciones de Nwanze, han tenido un efecto negativo en algunos casos, pero insisten en que las inversiones extranjeras también pueden ayudar a los pequeños productores a ganar acceso a los recursos que necesitan para salir de la pobreza.

Por tanto, las agencias realizan consultas sobre un código internacional de conducta que estimule formas positivas de inversión agrícola y desestimular prácticas negativas.

"Lo que me impacta es la heterogeneidad de estas situaciones. A primera vista parece que todas estas llamadas apropiaciones son similares. Son las compañías extranjeras sacando a los pequeños propietarios de la tierra, y de hecho algunos de ellas parecen ser así", dijo a IPS el presidente asistente del FIDA, Kevin Cleaver.

"Pero otras son mucho más similares a las inversiones privadas en el azúcar, caucho y té, que de hecho pusieron dinero en un país, desarrollaron un área y ayudaron a los pequeños propietarios", dijo Cleaver.

"Mi punto es que no hay que dar un mensaje sobre si es bueno o malo. Estoy seguro de que la situación es altamente heterogénea. Mi sospecha es que hay casos horribles de explotación grotesca y hay otros casos de útiles inversiones privadas", afirmó.

Las agencias señalan que la llegada de inversores extranjeras podría ayudar a los pequeños propietarios, por ejemplo, dándole más acceso a semillas y otros insumos necesarios para mejorar los campos, así como instalaciones de almacenamiento y procesamiento, préstamos y quizás hasta emparejar así los mercados.

La idea es que el código de conducta asegure que las compras de tierras sean realizadas con el consentimiento de las comunidades locales y no perjudiquen el ambiente, y que los pequeños propietarios no sean afectados.

La FAO y el FIDA también quieren medidas que impidan la debilidad de las leyes nacionales de países en desarrollo, y que los intereses de los pobres en el ámbito rural no queden a un lado a la hora de firmar contratos.

"Un área de preocupación es el desequilibrio entre las leyes internas en los términos de los contratos", dijo en conferencia de prensa el subdirector de la división de mercado y comercios de la FAO, David Hallam.

"Hay una tendencia a tener poca reflexión sobre las necesidades internas en términos de seguridad alimentaria y los derechos de todos los actores en esos contratos", afirmó.

Las dos agencias de la Organización de las Naciones Unidas dijeron que buscaban promover alternativas, formas menos controvertidas de inversiones, como iniciativas de riesgo compartido en que los actores extranjeros provean recursos, conocimiento y mercado para los actores locales a cambio de suministros.

Las consultas no concluirán hasta el año que viene, dijo Hallam, pero expresó confianza en que habrá apoyo político al código de conducta cuando sea redactado.

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