AMBIENTE-EEUU: Empleos verdes para una economía sustentable

La posibilidad de una catástrofe ambiental lleva a muchos políticos, académicos y ciudadanos a reformular el paradigma, antes incólume, de una economía basada sobre el crecimiento constante.

Gloria Tatum se ocupa de su huerta Crédito: Matthew Cardinale/IPS
Gloria Tatum se ocupa de su huerta Crédito: Matthew Cardinale/IPS

Esto es así porque a sectores cada vez más amplios de la población, especialmente la de la mayor potencia mundial, Estados Unidos, les queda claro que tendrá que consumir menos recursos naturales para minimizar los peligros que amenazan de muerte al planeta.

La gran pregunta es: ¿cómo puede pasar Estados Unidos a una economía de «crecimiento cero» que se sustente y en la cual no aumente el desempleo? Si la población consume menos bienes y servicios, ¿eso significará menos trabajo en la industria manufacturera y en la venta y provisión de esos bienes y de servicios?

«Es una buena pregunta, porque en este momento afrontamos niveles insostenibles de consumo», dijo para este artículo John Talberth, presidente del Centro para la Economía Sustentable. «Si no consumimos suficiente, toda la economía colapsa, y tenemos que cambiar.»

En ese sentido, el gobierno de Barack Obama promueve empleos «verdes» en la producción de energía de fuentes renovables, como la eólica y la solar, de modo de asegurarle a su país el mantenimiento de su competencia económica, al mismo tiempo que aborda problemas como el cambio climático.
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Sin embargo, los empleos verdes avanzan sólo hasta cierto punto, principalmente reemplazando a los más sucios en los sectores del petróleo, el carbón y los reactores nucleares. Esto no alcanza para compensar la posible pérdida de trabajos que implica la reducción del consumo general en este país.

Muchos ciudadanos estadounidenses ya comienzan a reducir su consumo, aunque no necesariamente por una preocupación ambiental, sino por el terrible estado de la economía, la misma razón por la cual cada vez más restaurantes y comercios cierran sus puertas.

Cuando la gente compra menos, las autoridades de las ciudades, cuyos presupuestos dependen de impuestos a las ventas, reducen, a su vez, servicios como el cuidado de espacios públicos y los policiales.

PASARSE AL LOCALISMO

En las últimas décadas se ha constatado una tendencia mundial a la globalización, la centralización, la especialización y la producción masiva. El argumento económico para la centralización es la eficiencia: que menos personas produzcan más mercaderías. Esa práctica ha redundado en desempleo.

«El pasaje de industrias pequeñas a industrias de gran escala redujo la demanda de mano de obra», observó Talberth.

«Hemos salido de tres décadas o más de concentrarnos en una política económica de globalización. Como sabemos, esto ha llevado a desestimar enormemente la base manufacturera estadounidense, y ha perjudicado a comunidades de todo el mundo. Si dejamos la globalización para pasar a la ‘localización’, crearemos una cantidad fantástica de nuevos empleos», agregó.

Judy Wicks, fundadora de la Alianza Empresarial para las Economías Locales Vivas, describió la visión de una nueva modalidad de producción según la cual «los puestos dedicados a la fabricación de bienes innecesarios que se destinan a consumidores autómatas serán reemplazados por empleos valiosos que ayuden a construir la autonomía local».

«La mayoría de nuestros alimentos son importados y procesados por grandes compañías en otros lugares. No sólo necesitamos apoyar a nuestros agricultores locales, sino también a los trabajos y empresas que distribuyen los productos frescos y procesan nuestros alimentos, para que los enlatados de nuestra tienda procedan de nuestra localidad», añadió.

La masajista Gloria Tatum, de Decatur, en el sudoriental estado de Georgia, llegó a esa misma conclusión el año pasado, cuando la demanda de sus servicios se redujo. Fue entonces que decidió cultivar verduras en el jardín del frente de su casa. En 2008 cosechó más de la mitad de los alimentos que consumió, y espera llegar a las tres cuartas partes el año próximo.

Según Wicks, «esto significará más empresas y muchos más propietarios. La propiedad de las empresas se distribuirá de un modo mucho más amplio».

Es decir que los beneficios del consumo comunitario llegarán más a las familias y menos a accionistas corporativos y a instituciones financieras, explicó. «La economía local coloca en el mercado productos realmente únicos y apoya la innovación local. Las dinámicas economías locales apoyan a sus artistas locales, a sus músicos, a su cultura local. Sus comunidades crean productos únicos que expresen la cultura local», expresó.

«Puede ser un gran vino, un gran queso, una nueva moda… cualquier cosa que una comunidad cree, para que su economía cree cosas que celebren al ser humano y no a los productos básicos», dijo Wicks.

INVERSIONES VERDES Y SOCIALES

«Nuestra economía debe crecer, pero nuestras inversiones deberían ser verdes. Se debería invertir en grande en mejoras a la eficiencia energética de los edificios y de las industrias, en energía eólica y solar, en transporte masivo», dijo James Heintz, del Instituto de Investigaciones sobre Economía Política de la Universidad de Massachussets en Amherst.

«Una parte de esto sería la modernización de la infraestructura eléctrica nacional. La red está muy centralizada y es muy vieja. No puede adaptarse a la energía solar y eólica», señaló.

«Todas estas inversiones crearán empleos y ayudarán a mantenerlos en las áreas de la economía que ya existen», agregó.

El presidente Barack Obama y el Congreso legislativo de Estados Unidos aprobaron un paquete de estímulo incluido en Ley Estadounidense de Recuperación y Reinversión (ARRA, por sus siglas en inglés).

La norma prevé una inversión de unos 100.000 millones de dólares «para apoyar esta clase de inversiones verdes», dijo Heinz. El experto consideró que esa ley «no sólo crea inversiones en empleos verdes», sino que también dispone que ciertas instalaciones hoy en uso sean dejadas de lado «para que la economía avance hacia el futuro», dijo Heintz.

«Los estándares de eficiencia energética para los edificios nuevos producen rédito con mucha rapidez, gracias al ahorro de energía. En cinco años se recupera la inversión», aseguró.

Sin embargo, el dinero previsto por la ARRA para edificios energéticamente eficientes no alcanzará a todas las construcciones de Estados Unidos. Eso llevará al menos 30 años, dijo.

«Hay que crear incentivos ahora para que la economía pase a una clase de producción y consumo que mejoren mucho la eficiencia en el uso de los escasos recursos que tenemos, y le exija menos al ambiente de modo que los ecosistemas puedan asimilar la contaminación», opinó Heintz.

La eficiencia energética también permitirá que las familias ahorren dinero, añadió.

Talberth, del Centro para la Economía Sustentable, sostuvo que Estados Unidos necesita, además, inversiones sociales.

TRABAJAR MENOS

Algunos sugieren que en un futuro la sociedad puede concluir que no es necesario ni deseable que toda la población económicamente activa trabaje tanto. Es decir, que se puede producir colectivamente todo lo que se necesita, con menos trabajo y menos empleados.

«Si tenemos a toda la población a salvo de la pobreza y el hambre, recibiendo atención médica y educación, no hay motivos para que todos deban trabajar 40 o 60 horas a la semana. Tiene que haber más tiempo dedicado al ocio», dijo Talberth.

Según Wicks, «esto también significa que trabajemos menos».

«Muchas veces la gente está desesperada por dinero porque quiere comprar toda esta basura. Tal vez si cambiamos nuestros valores no necesitaremos tanto dinero, y tampoco necesitaremos trabajar tanto», dijo.

* Este artículo es parte de una serie producida por IPS (Inter Press Service) e IFEJ (siglas en inglés de Federación Internacional de Periodistas Ambientales) para la Alianza de Comunicadores para el Desarrollo Sostenible (http://www.complusalliance.org).

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