ENERGÍA-AFGANISTÁN: La central que nadie pidió

Una central de energía a combustible diésel casi finalizada en las afueras de la capital de Afganistán es la prueba de que la Agencia Estadounidense para el Desarrollo Internacional (USAID) y sus contratistas no aprendieron de los errores cometidos en Iraq.

Central de Tarakhil, en las afueras de Kabul Crédito: Stuart Webb/Channel Four News
Central de Tarakhil, en las afueras de Kabul Crédito: Stuart Webb/Channel Four News
La central, que les costará a los contribuyentes estadounidenses casi el triple que otros proyectos similares, probablemente nunca se use, según conclusiones recabadas de investigaciones independientes sobre la reconstrucción del sector eléctrico de Afganistán y de entrevistas realizadas por IPS a funcionarios de gobierno y contratistas de ese país.

Primero, los proyectistas estadounidenses eligieron ignorar otros planes de reconstrucción que estaban en curso, eran más baratos y tenían más probabilidades de éxito, o bien prestar atención a recomendaciones alternativas de funcionarios del gobierno afgano.

Segundo, eligieron tecnologías costosas que la ciudad de Kabul no estaba en condiciones de mantener ni de utilizar.

Y por último, USAID pidió que la central se construyera en tiempo récord, mediante un complejo sistema de contratistas, lo que hizo disparar los costos.
[related_articles]
En mayo de 2007, USAID firmó un acuerdo con el gobierno afgano para construir una central de 105 megavatios en Tarajil, a un par de kilómetros del aeropuerto de Kabul. El contrato fue otorgado a una empresa conjunta de Louis Berger, una firma de construcción del estado de Nueva Jersey, y Black & Veatch, otra firma de construcción de Kansas.

Se garantizó a la empresa conjunta ganancias basadas en la cantidad de dinero que invirtieran para completar el proyecto, en lo que se conoce como contrato de costos totales más porcentaje fijo.

Black & Veatch subcontrató por un precio fijo a Simbion Power, de Washington D.C., que ya había realizado seis proyectos para el gobierno estadounidense en algunas de las zonas más conflictivas de Iraq en los últimos cuatro años.

Symbion, a su vez, contrató a varias empresas de Kabul, como AB Managers y Afghan Electrical Power Corporation (AEPC), para que aportaran trabajadores locales.

Los problemas comenzaron cuando USAID decidió que el proyecto estuviese terminado antes de las elecciones afganas de 2009. Black & Veatch decidió entonces comprar máquinas Caterpillar hechas por encargo en Alemania, a un precio exorbitante, y enviarlas a Kabul.

Usualmente, el costo de construir una central a diésel en Medio Oriente y Asia equivale a un millon de dólares por megavatio o menos. Por ejemplo, la empresa finlandesa Wartsila está terminando un proyecto de 200 megavatios en Pakistán por 180 millones de dólares.

Algunos dicen que pueden hacerlo por menos. "Yo construí una central de 22 megavatios en Kandahar (en 2008) por 550.000 dólares el megavatio", afirmó Abdul Ghaffar, ingeniero afgano que tiene su propia empresa de construcción de centrales de energía en Dubai.

Para cuando comenzó el proyecto de USAID en Kabul, el precio previsto ya era de 259 millones de dólares, dos veces y medio el de proyectos similares.

Además, el proyecto se demoró en varias ocasiones. Black & Veatch se tomó más de un año para firmar los contratos con Symbion para construir la planta, y una vez hechos los papeles necesarios, en junio de 2008, Symbion comenzó a buscar mano de obra afgana, un proceso que le llevó tres meses más.

Nueve meses después, cerca de 60 por ciento del proyecto estaba terminado. Para ese entonces, el precio de 260 millones de dólares parecía poco realista, y se calculaba que excedería los 300 millones.

En mayo de 2009, Symbion suspendió las obras porque Black & Veatch había dejado de pagarle hacía cuatro meses. Una auditoría publicada por el inspector general de USAID en noviembre de 2009 concluyó que Black & Veatch "le había cargado a USAID costos de subcontratistas que el contratista no le había pagado a los subcontratistas".

"Esta situación pone de manifiesto la doble falla de este tipo de contratos de costo total más porcentaje fijo", comentó R. Scott Greathead, abogado de Nueva York que asesoró a Symbion sobre el proyecto.

"En primer lugar, no le imponen ningún costo ni sanción al contratista por su incompetencia, ineficacia o incumplimiento, y en segundo lugar, castigan a dos víctimas: el subcontratista a precio fijo, que incurre en costos que nunca se le reembolsarán por completo, y el gobierno de Estados Unidos, que al final paga por todo", explicó.

Symbion y Black & Veatch sometieron su conflicto a un arbitraje. Directores de ambas compañías dijeron que no conceden entrevistas acerca de este tema hasta que el proceso legal haya terminado.

Se prevé que la central de energía esté terminada esta primavera, pero la electricidad ya no se necesita con urgencia. Hace un año, se terminó una línea de energía de 300 megavatios entre Kabul y Uzbekistán, con fondos del Banco Mundial y los gobiernos de Alemania e India.

El costo de la construcción de esa línea fue de sólo 35 millones de dólares, y el costo de funcionamiento será de seis centavos de dólar por kilovatio/hora, frente a los 22 centavos que costaría el kilovatio/hora de la central a diésel.

Cada uno de los errores cometidos podría haberse evitado.

Algunos planificadores afganos señalan que nunca pidieron la planta de Tarajil. En su oficina del centro de Kabul, Juma Nawandish, ex viceministro de Energía y Agua, que estuvo a cargo del sector de la electricidad por cuatro años, muestra una serie de diapositivas y estudios de ingeniería sobre los yacimientos de gas de Shebhergan, en el norte de Afganistán, donde trabajó una vez.

"Le recomendé a USAID que pusiera su dinero en esto", sostuvo Nawandish. "Si hubieran rehabilitado los yacimientos de gas y empleado a nuestros ingenieros, se habrían ahorrado un montón de dinero", concluyó.

El pasado 20 de enero, una auditoría de la central de Tarajil realizada por el inspector general especial para la reconstrucción de Afganistán cuestionó la sensatez de construir una central a diésel y combustibles pesados "técnicamente compleja, que los afganos no tienen capacidad de mantener".

*Pratap Chatterjee es el jefe de edición de CorpWatch (http://www.corpwatch.org). Este artículo fue producido en colaboración con CorpWatch.

Compartir

Facebook
Twitter
LinkedIn

Este informe incluye imágenes de calidad que pueden ser bajadas e impresas. Copyright IPS, estas imágenes sólo pueden ser impresas junto con este informe