Parteras en busca de papel en Sierra Leona

La sierraleonesa Posseh Sesay no podrá quedar embarazada por las secuelas que le dejó el complicado parto de su primer hijo.

Trabajadoras de la salud en una clínica de Rokupa, en Sierra Leona. Crédito: Teun Vouten/UNFPA
Trabajadoras de la salud en una clínica de Rokupa, en Sierra Leona. Crédito: Teun Vouten/UNFPA
Sesay no tuvo más opción que recurrir a la comadrona Ya Marie, quien vive a un kilómetro de su choza. La unidad de salud periférica de su aldea, Morsondo, está a unos 20 kilómetros de su vivienda y, el hospital más cercano, a 70.

"Pujé y pujé, pero el bebé no quiso salir", relató.

"Ya Marie dijo que no estaba pujando lo suficiente. Tomó una cuchara de madera y me la puso en la garganta porque eso me ayudaría a hacerlo con más fuerza. Me dieron ganas de vomitar. Lo repitió varias veces, pero nada", prosiguió.

"Luego empujó su gran pie en mi ano, pero tampoco pasó nada. Finalmente concluyó que yo era muy perezosa y se sentó en mi pecho. Hacía fuerza para abajo porque, según dijo, eso ayudaría a que saliera el bebé. El dolor era insoportable. Quería morirme y que todo terminara. Creo que me desmayé", añadió.
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La llevaron al hospital de la vecina Moyamba, donde le hicieron una cesárea, pero el niño nació muerto. "También me sacaron el útero porque no estaba bien, según los médicos, quienes me dijeron que tuve suerte de quedar viva", relató.

Hay muchas historias como la de Sesay con el resurgimiento de los partos a domicilio, asistidos por parteras tradicionales, quienes fueron excluidas del sistema de salud cuando se implementó una iniciativa para suministrar un servicio de salud gratuito.

Las comadronas trabajaban en hospitales y clínicas, recibían capacitación y cobraban a las pacientes un monto fijo.

La modalidad contribuyó a reducir la mortalidad materna porque hizo que más mujeres se atendieran en hospitales y recibieran atención profesional, según el Ministerio de Salud.

Pero el plan de asistencia gratuita para madres, niños y niñas eliminó el pago a las parteras tradicionales, quienes volvieron a trabajar solas a domicilio.

La reaparición de partos en condiciones inseguras costó la vida a muchas mujeres y llevó al aumento de la mortalidad materna. Sierra Leona ya tenía una de las peores situaciones del mundo en la materia, según las Naciones Unidas.

El director de salud reproductiva, Samuel Kargbo, reconoció que el papel asignado a las parteras tradicionales en el plan de asistencia gratuita resultó inconveniente.

"No podemos privilegiar a las comadronas por encima de la atención gratuita. Sabíamos que dependían del pago de las pacientes y que cuando eso se eliminara, volverían a donde estaban antes, asistir partos a domicilio", indicó Kargbo.

"Pero la asistencia gratuita debía comenzar", apuntó.

"El gobierno desalentará los servicios de las comadrones", remarcó

Pero las mujeres recurren a ellas porque las consultan cuando quieren. Las parteras les brindan un trato afectuoso y les cobran barato. El pago puede ser en especies o en cuotas.

Muchas prefieren la atención de las parteras tradicionales que la que reciben en hospitales y clínicas.

"Me relaciono fácilmente con ellas. Las abuelitas tienen experiencia, te demuestran afecto y preocupación. Me siento cómoda con ellas", señaló Salamatu Turay, cuyos tres hijos nacieron en su casa sin ningún problema.

"Ayudamos a las mujeres. Nuestro papel es único porque estamos a los que el gobierno no llega. Pero siempre nos acusan. Muchas embarazadas mueren en los grandes hospitales", señaló Ya Alimamy Sawaneh, partera de Kroo Bay, un asentamiento de Freetown.

"Lo que no ven y no dicen es la cantidad de mujeres que asistimos. Sólo hablan de las que, por desgracia, mueren en nuestras manos", se lamentó.

Organizaciones de la sociedad civil reconocen la importancia del papel de las parteras y sostienen que deben recibir capacitación y poder hacer práctica.

"Realizamos muchos cursos de capacitación y nuestras evaluaciones muestran que eso no contribuyó a disminuir la mortalidad materna en el país", alegó Kargbo.

"La ayuda que proporcionan no es más que la que pueden necesitar las gatas o las perras que están por parir. Las parteras no sirven frente a problemas graves. Se pierden vidas que se hubieran salvado en un hospital", añadió.

Sin embargo, hay propuestas de reincorporar a las "abuelitas", como se las conoce popularmente, a los hospitales.

Hay un préstamo del Banco Mundial de 13 millones de dólares para cinco años que se usará, entre otros proyectos, para pagar a las comadronas que deriven pacientes al hospital, informó Kargbo.

"Queremos redefinir su papel y fortalecer nuestro sistema de derivación de pacientes. También queremos que oficien de agentes de sensibilización y educación sobre vacunas y lactancia materna", apuntó.

"Podremos entregarles implementos para diagnosticar y tratar el paludismo para que trabajen en zonas donde no hay clínicas. Queremos que supervisen el uso de los mosquiteros de cama que ofrecemos de forma gratuita", añadió.

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