CAMBIO CLIMÁTICO: Hay que escuchar a las víctimas

Los grandes contaminadores no deberían ir a la cumbre que se realizará a fin de año en Durbán, Sudáfrica, y sí permitir «que las principales víctimas del cambio climático fijen las reglas» para combatirlo, dijo Patrick Bond a IPS.

Patrick Bond Crédito: Cortesía del entrevistado
Patrick Bond Crédito: Cortesía del entrevistado
"Necesitamos entender el concepto de deuda climática como componente de la deuda ecológica que el Norte le debe al Sur", sostuvo el experto en justicia climática y autor del libro "Politics of Climate Justice" (La política de la justicia climática), que se publicará en noviembre.

IPS dialogó con Bond en Nueva York.

IPS: ¿Qué se necesita para que de la 17 Conferencia de las Partes de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP 17) de Durban surja un resultado que rompa con las promesas vacías de siempre?

PATRICK BOND: Se necesita que las delegaciones de Washington, Ottawa, Londres, Bruselas, Tokio, Moscú, Nueva Delhi, Beijing, Brasilia y Pretoria se queden en casa, y dejen que las principales víctimas del cambio climático fijen las reglas por las cuales los grandes contaminadores paren lo que están haciendo y paguen indemnizaciones a todos los demás. Y también crear un Tribunal Internacional de Justicia Climática que imponga sanciones a quienes no cumplan con una solución para salvar al planeta.

Aunque muchos activistas en estas ciudades pedirán a sus líderes que se queden en casa en interés de un resultado que implique un avance en la COP 17 (que se realizará del 28 de noviembre al 9 de diciembre), se los ignorará, como de costumbre.
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Necesitamos que los activistas de África y de todo el mundo se unan para lograr soluciones de justicia climática, para mantener los combustibles fósiles en el suelo mediante una acción directa como la que vimos a comienzos de este mes en la Casa Blanca (1.252 fueron arrestados por protestar contra el oleoducto Keystone XL) y para generar estrategias de transición justas que se aparten de los sistemas de energía, transporte, extracción, producción, distribución, consumo y eliminación (actualmente en uso) que amenazan el clima.

IPS: Como señala usted en su libro, las elites mundiales no han logrado "una solución genuina a la crisis climática". ¿Cómo sería esa solución y por qué no la lograron?

PB: Las elites mundiales más destructivas son las del sector de los combustibles fósiles y sus aliados en el Banco Mundial y en la Casa Blanca, así como en el Departamento de Estado (cancillería) y el Departamento de Energía de Estados Unidos, el gobierno conservador de Canadá y la industria de extracción de las arenas alquitranadas. Ellos están decididos a expandir las emisiones de gases de efecto invernadero lo máximo posible.

Ellos les enseñaron esto a los gobiernos de países de ingresos medios, así que parece como si todos, tal vez a excepción de Bolivia, fueran a las conferencias de las partes con el objetivo de elevar el tope a las emisiones de gases invernadero, para permitir que cada bloque nacional de elites estatales respaldadas por sus clases capitalistas contaminen lo máximo posible, sin importar las consecuencias…

La solución debería seguir el precedente del Protocolo de Montreal de 1987, en cuanto a salvar (la capa de) ozono de los clorofluorocarbonos (CFC), y prohibir categóricamente esas sustancias luego de un adecuado periodo de eliminación (en ese caso, nueve años).

Pero los ideólogos del mercado y las industrias de los combustibles fósiles no permitirán eso, así que los delegados están atados de pies y manos y nosotros somos tontos si pensamos que con la Convención Marco tienen los medios para abordar el cambio climático, dado el actual desequilibrio de fuerzas.

IPS: ¿Considera que los países afectados y la comunidad internacional comparten de modo adecuado las cargas y responsabilidades vinculadas al cambio climático?

PB: Necesitamos entender el concepto de deuda climática como componente de la deuda ecológica que el Norte le debe al Sur.

Lo que todos sabemos es que la responsabilidad por el cambio climático radica en el Norte, lo que por supuesto incluye a las empresas que operan irresponsablemente en el Sur, como BHP Billiton y Anglo American en Sudáfrica, que obtienen la electricidad más barata del mundo y luego la exportan a Melbourne y Londres respectivamente.

Los activistas climáticos coinciden en que para que la carga esté compartida se debería poner fin a los acuerdos de precios especiales de la era del apartheid, que dan a estas compañías sus hiperganancias destructoras del clima, para que, en cambio, la vasta mayoría de la población tenga acceso a más electricidad básica gratuita que los actuales 50 kilovatios/hora mensuales por hogar.

Esto no es simplemente una demanda "nacionalista del Tercer Mundo". La deuda climática, que según la mayoría de las estimaciones probablemente supera 400.000 millones de dólares anuales, no debería pagarse a través de tiranos, como Meles Zenawi de Etiopía o el rey Mswati de Swazilandia.

En cambio, mecanismos de pagos directos similares al namibio "subsidio del ingreso básico" deberían garantizar que a quienes fueron perjudicados por el cambio climático –la mayor parte de Pakistán el año pasado, por ejemplo- se les reembolse directamente mediante transferencias de fondos locales, eludiendo a estados corruptos y a intermediarios de la industria de la asistencia.

IPS: ¿Qué rol juegan en el ámbito mundial las economías emergentes, que son, simultáneamente, importantes emisoras de gases de efecto invernadero?

PB: Lo mejor sería que un gobierno como el de Sudáfrica deje que lideren el proceso esos países débiles, que serán los más perjudicados: en los Andes y en los Himalayas cuando los glaciares y la nieve se derriten, en las pequeñas islas que se hunden, en buena parte del África devastada por la sequía, en lugares que padecen terriblemente el aumento del nivel del mar, como Bangladesh.

Los bolivianos tienen los mejores antecedentes, y también desarrollaron en abril de 2010 un Acuerdo de los Pueblos en la central localidad de Cochabamba que, en un mundo justo, debería reemplazar al Protocolo de Kyoto (en vigor desde 2005).

En cambio, los países BASIC (Brasil, Sudáfrica, India y China) decidieron unirse a Estados Unidos en (la COP 15, realizada en) Copenhague. Esto los descalifica para ser parte de la solución.

Así que el rol adecuado para los negociadores de las economías emergentes es disculparse por el Acuerdo de Copenhague y por subsidiar a corporaciones multinacionales con electricidad, mano de obra ultrabarata y contaminación externalizada, y traspasar las políticas climáticas al movimiento por la justicia climática, que tiene las ideas necesarias para abordar la crisis adecuadamente.

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