MIGRACIONES-PORTUGAL: No apto para jóvenes

Acosado por la crisis económica que no da señales de tregua y por dirigentes partidarios propios y ajenos, el conservador primer ministro de Portugal, Pedro Passos Coelho, envió un mensaje sin precedentes a sus conciudadanos: emigren.

Una ola de indignación se ha levantado en todo el país desde que el 18 de este mes, ante el creciente desempleo que afecta de manera muy dura a los jóvenes y al sector de la educación, Passos Coelho sugirió a los profesores que, como alternativa, se radiquen en países de lengua portuguesa, en especial Brasil y Angola.

Al día siguiente, varios ministros aplaudieron las declaraciones del gobernante al señalar que era una solución válida, empezando por los profesores. Pero esa sugerencia fue respondida por los gobiernos de Angola y de Brasil, que afirmaron no tener necesidades inmediatas en esa área.

Encuestas indican que los jóvenes de 25 a 34 años son los que más desean emigrar, y de ellos más de la mitad son mujeres.

João Peixoto, investigador del Instituto Superior de Economía y Gestión (ISEG), comentó al diario Público de Lisboa que, en efecto, para emigrar "no basta que estemos mal aquí, también es necesario que tengamos donde ir".
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Para una persona, la decisión de dejar su país "no es fácil, es pesada y dolorosa, y no porque un dirigente político diga lo que la gente debe hacer es que la emigración ocurre", dijo Peixoto, quien calificó el exhorto de Passos Coelho de declaraciones "nada frecuentes en un gobernante"

Una de las abanderadas en las críticas al gobernante fue Ana Maria Gomes, diputada del Parlamento Europeo. Al escuchar esas declaraciones "sentí una gran furia, porque es la última cosa que un primer ministro puede decir", dijo a IPS.

"Peor que la impotencia es la renuncia, porque, por muy complicada que sea la situación, se debe y se puede salir adelante, ya que contamos con una juventud calificada, que es el resultado de la inversión en la educación realizada en las últimas décadas", añadió Gomes, quien se encuentra entre los dirigentes más destacados de la llamada ala izquierda del Partido Socialista.

De la biografía de esta embajadora de carrera, actualmente en licencia de la cancillería para ejercer su cargo, se destaca su defensa de la independencia de Timor Oriental. También integró la comisión del Parlamento Europeo que investigó los vuelos ilegales de la Agencia Central de Inteligencia (CIA) de Estados Unidos transportando prisioneros de Afganistán e Iraq hacia la base de su país en Guantánamo, en Cuba.

Passos Coelho gobierna aceptando todas las imposiciones de la troika de acreedores del país, compuesta por el Fondo Monetario Internacional (FMI), la Unión Europea (UE) y el Banco Central Europeo (BCE), y de la jefa del gobierno alemán, Angela Merkel, "sin intentar negociar nada en beneficio de los portugueses", acusó Gomes.

En su óptica, el gobierno conservador "ha puesto de lado el desarrollo de una estrategia de crecimiento económico y de creación de empleo, centrando todo en la austeridad financiera", con el objeto de pagar la deuda de 110.000 millones de dólares asumida con esa troika.

"Pero sin crecimiento económico y sin empleos, no se conseguirá pagar esta deuda", aseveró la diputada.

Explicó que "la estrategia de la derecha es justamente convencer a la gente que no se puede encontrar soluciones y que hay que resignarse a abandonar lo que un secretario de Estado designó como la zona confortable".

Fernando Gomes, presidente del Consejo de las Comunidades Portuguesas, un órgano independiente y consultivo del gobierno para la emigración, fustigó el exhorto de Passos Coelho, porque convierte "la imagen política del país a nivel internacional en bastante vergonzosa".

Lo cierto es que las cifras de emigración no paran de crecer, pese a que no existe una contabilidad certera, debido a que en el espacio de la UE no hay obligatoriedad legal de registrar los flujos de ciudadanos de un país a otro del bloque.

Unos 120.000 portugueses se radicaron fuera del país en 2011, confirmando la "tendencia creciente de los últimos años", indicó el martes 27 el viceministro de Relaciones Exteriores para las Comunidades, José Cesário.

El flujo más significativo es hacia Brasil, que para los portugueses ha sido una constante migratoria secular, que no se detuvo siquiera con la independencia de 1822, reconocida por Lisboa en 1825.

Según la Secretaría Nacional de Justicia del gigante sudamericano, los pedidos de residencia permanente de portugueses pasaron de 276.703 a 328.856 entre diciembre de 2010 y junio de 2011, y también se concedieron visados para trabajos temporarios, estudios e investigaciones.

En tanto, según últimos datos disponibles de 2010, Angola registró 91.900 portugueses que fijaron residencia en la que fue la mayor colonia portuguesa en África.

El sociólogo Manuel Vilaverde Cabral, ex vicerrector de la Universidad de Lisboa, sostuvo que el modesto desarrollo de Portugal se debe históricamente a que, primero vivía del imperio, luego de las remesas de los emigrantes y más tarde de los fondos enviados por la UE.

Es que Portugal ha sido un país de emigrantes desde el siglo XV, un hecho que acabó por condicionar toda su historia.

Hasta el siglo XVI, la emigración se dirigió sobre todo a las costas del norte de África, las posesiones insulares atlánticas de las Azores, Madeira, Santo Tomé y Príncipe, Cabo Verde y las entonces portuguesas Islas Canarias.

Luego del descubrimiento de la ruta marítima hacia India, en 1498, la emigración se expandió por el Oriente, manteniéndose muy activa hasta fines del siglo XVIII, donde los flujos se empezaron a dirigir en forma masiva hacia el hasta entonces casi olvidado Brasil.

Ya en la época moderna, la emigración de portugueses llegó a 1,5 millones entre 1960 y 1974, para luego caer a 230.000 de 1974 a 1988.

Los gobernantes portugueses "se están convirtiendo en chacota pública, comenzando por el primer ministro, al sugerir la emigración como forma de enfrentar la crisis", sostuvo un artículo editorial publicado el 20 de este mes por el diario Público.

Si continúa la sangría de mano de obra calificada, este país "será aun más miserable" y el "increíble mensaje oficial deja flotando en el aire que Portugal no vale la pena", concluyó.

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