Mujeres ausentes en las finanzas climáticas

Si los fondos para combatir el cambio climático no consideran a las mujeres, los fines a los que están destinados pueden desvirtuarse y «terminar perjudicando o discriminando a la población femenina», dijo a IPS la directora adjunta de la Fundación Heinrich Böll en América del Norte, Liane Schalatek.

Los esquemas para financiar la lucha al cambio climático fueron concebidos sin considerar a las mujeres, afirma Liane Schalatek Crédito: Cortesía Liane Schalatek
Los esquemas para financiar la lucha al cambio climático fueron concebidos sin considerar a las mujeres, afirma Liane Schalatek Crédito: Cortesía Liane Schalatek
El Fondo Verde para el Clima, que debería tener unos 100.000 millones de dólares anuales procedentes de las naciones ricas para 2020, puede ser "una forma importante de asegurar que haya igualdad en la respuesta multilateral al cambio climático", dijo Schalatek.

La mayor parte de las finanzas climáticas están desprovistas de una perspectiva que considere las necesidades y realidades particulares de las mujeres ante la amenaza del calentamiento global, enfatizó.

Junto al Oversees Development Institute, la Fundación Heinrich Böll monitorea los 25 fondos climáticos más importantes (el Climate Funds Update), rastrea quién compromete qué aporte, cuánto han desembolsado los donantes y hacia dónde se dirigen las finanzas climáticas.

Schalatek habló con IPS en el marco de la 56 sesión de la Comisión de la Condición Jurídica y Social de la Mujer que se realiza hasta el 9 de este mes en la sede de la Organización de las Naciones Unidas (ONU).
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IPS: Usted sostiene que la perspectiva de género no está considerada en los fondos climáticos existentes. ¿Puede explicar mejor este concepto?

LIANE SCHALATEK: Varios de los ya existentes, por ejemplo el Fondo para los Países Menos Adelantados o el Fondo Especial para el Cambio Climático, que abordan la adaptación y son administrados por el Fondo para el Medio Ambiente Mundial (más conocido por sus siglas en inglés GEF) están funcionando desde hace más de 10 años.

Otros, como los Fondos de Inversión Climática del Banco Mundial o el Fondo de Adaptación del Protocolo de Kyoto, operan apenas desde 2008/2009. En ese momento, el debate sobre género y cambio climático era raro, todavía no había llegado a esta temática, y era necesario que esta financiación específica fuera más sensible a los asuntos de género. Este es un tema bastante nuevo en el propio discurso de las finanzas climáticas mundiales.

Sin embargo, ya hace varios años que funcionan estos fondos, y con los primeros proyectos y programas que se implementaron se dieron cuenta de que, sin consideraciones de género, su financiamiento es menos efectivo y menos equitativo. Su experiencia confirmó la de las finanzas para el desarrollo: poner la mira en la igualdad de género resultó ser un aporte fundamental para lograr mejores resultados.

Un mejor resultado de las acciones climáticas es particularmente importante en tiempos de escasa disponibilidad de financiamiento público. Al incluir algunas disposiciones de género con retroactividad, por ejemplo criterios de consulta que estipulen cómo llegar a las mujeres en tanto grupo especial, o la inclusión de un análisis de género en las propuestas de proyectos, los consejos y administradores de los fondos tienen más posibilidad de beneficiar a más gente en los países en desarrollo.

Sin embargo, incluir retroactivamente algunas disposiciones en los mecanismos de financiamiento no es lo mismo que diseñarlos de modo que mejoren la igualdad de género en los países receptores, como beneficio colateral de financiar acciones climáticas.

Un fondo climático incluiría entonces la igualdad entre hombres y mujeres como uno de los objetivos de sus acciones, apostaría a un equilibrio de género en los organismos que lo gobiernen, se aseguraría de que entre su personal hubiera expertos en temas de género, tendría pautas operativas y de financiamiento que estipularan la inclusión de indicadores de género en cualquier propuesta de proyecto, y controlaría los beneficios colaterales de la equidad de género como parte de los resultados.

Hasta ahora, ningún fondo climático existente ha logrado una integración semejante.

IPS: ¿Cuáles son las consecuencias de que los fondos climáticos no incorporen una perspectiva de género?

LS: Si el financiamiento de medidas de mitigación y adaptación no es sensible al género, las acciones que se tomen en nombre de la protección climática pueden terminar perjudicando o discriminando a las mujeres (al violar sus derechos humanos).

También es probable que sean menos efectivas en materia de resultados duraderos. Por ejemplo, en África subsahariana las mujeres todavía son las principales productoras agrícolas: representan 80 por ciento de la producción de alimentos del hogar.

Como las mujeres poseen poca de la tierra que trabajan, a menudo son excluidas de los procesos de consultas formales para determinar las necesidades adaptativas de las comunidades rurales, y no pueden obtener créditos u otros servicios de extensión agrícola.

En tiempos de inseguridad alimentaria –agravada por la extrema variabilidad meteorológica–, mujeres y niñas reciben menos alimentos por las prioridades de distribución basadas en el género que reinan en los hogares.

Para ser efectivos, las políticas y el financiamiento de la adaptación y los programas agrícolas en África tienen que considerar la dinámica de género implícita en la adquisición y distribución de alimentos dentro de los hogares y los mercados.

Sin lentes sensibles al género, los instrumentos de financiamiento climático para la adaptación de África pueden exacerbar la discriminación y la desigualdad.

IPS: Usted señala al Fondo Verde para el Clima como una particular promesa de cambiar la tradición en materia de financiamiento climático. ¿Por qué?

LS: En los documentos que lo rigen, el Fondo Verde ya tiene varias referencias a un enfoque de género, por ejemplo integrando el equilibrio de género como objetivo de su consejo directivo y del personal de su secretaría.

Y, lo que es más importante, estipula entre sus objetivos y principios que promover la perspectiva de género debe considerarse un "beneficio colateral" explícito de todo financiamiento que entregue el Fondo Verde. Esto ya es más de lo que cualquier otro fondo climático existente haya integrado.

Por supuesto, el desafío es asegurarse de que estas palabras se traduzcan en medidas concretas, por ejemplo indicadores de género y pautas de participación inclusivas para hombres y mujeres.

La situación no es tan mala: creció el grado de conciencia de los gobiernos, tanto de los países contribuyentes como receptores, sobre la relevancia de tomar en cuenta a hombres y mujeres cuando se hace frente al cambio climático.

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