UGANDA: Voluntarios promueven anticonceptivos

Es fácil saber qué día el médico de la capital de Uganda visita el centro de salud IV de esta comunidad rural, ubicada a más de 400 kilómetros al sur, porque a media mañana ya hay una gran cola de pacientes que esperan ser atendidos.

"Unas 400 personas vienen el día en que está el médico de Kampala, una vez al mes", señaló la enfermera Kwesiga Muteisa, cuatro veces más que las que concurren a los centros de salud en otros momentos.

En general, los pacientes consultan por los servicios de planificación familiar, aunque hay algunos que se acercan por análisis de cáncer.

La mayoría son mujeres, aunque algunas están acompañadas por sus parejas.

"Las que vienen con sus esposos son atendidas primero para alentar la participación de los varones en la planificación familiar", señaló la monja Rwabahima Florence, responsable de salud del distrito.
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También explicó que es una oportunidad para que los hombres se hagan análisis del virus de inmunodeficiencia humana (VIH), causante del sida (síndrome de inmunodeficiencia adquirida), y conozcan otros métodos de planificación familiar no muy utilizados en Uganda, como la vasectomía.

La creciente cantidad de pacientes revela el éxito del equipo de salud voluntario.

El Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA), en colaboración con el Ministerio de Salud y el gobierno local, crearon hace tres años esos equipos de salud. La agencia financia 95 por ciento de los servicios de planificación familiar, y el gobierno aporta el resto.

Los equipos están integrados por voluntarios, integrantes de la comunidad capacitados en planificación familiar con el fin de fomentar mejores prácticas en sus áreas.

Realizan visitas domiciliarias e informan a la población sobre métodos anticonceptivos, distribuyen condones y derivan pacientes a los centros de salud por más datos y servicios. Cada equipo de salud tiene asignados 25 hogares.

Babwicwa Mark, integrante del equipo está satisfecha con la cantidad de parejas que adoptaron métodos de planificación familiar en el sureño distrito de Kanungu.

La Encuesta Demográfica y de Salud de 2011 señala que la prevalencia de anticonceptivos a escala nacional es de 26 por ciento, pero en Kanungu es de 41 por ciento.

"Alenté a alguna gente a acercarse al centro para recibir información sobre planificación familiar", indicó Mark. "La mayoría en mi zona no cree en los anticonceptivos, pero después de mucha explicación se dieron cuenta de que no tienen nada que temer", añadió.

Crear conciencia entre la población ugandesa sobre planificación familiar es importante pues este es el tercer país con mayor crecimiento poblacional del mundo, 3,2 por ciento.

"La gente escucha más al equipo de voluntarios de su comunidad que a los trabajadores de la salud porque los conocen más que a nosotros", explicó Saturday Nason, enfermero y formador de voluntarios del centro de salud Kihihi, en el distrito de Kanungu.

Las ugandesas tienen en promedio seis hijos, según la Encuesta Demográfica y de Salud, una disminución de 0,5 por ciento respecto de 2006, cuando tenían siete. Según Nason, la reducción se debe al trabajo en materia de planificación familiar.

Alrededor de 26 por ciento de la población económicamente activa, entre 15 y 49 años, utiliza métodos de planificación familiar, según la encuesta, pues distintos mitos y creencias culturales interfieren en su propagación.

"El mayor reto es que cuando las mujeres quieren adoptar un método de planificación familiar y tener menos hijos, sus cónyuges insisten en tener más", dijo Nyakato Peace, voluntaria del equipo de salud y madre de tres niños.

La mayoría de las mujeres entrevistadas por IPS en el Centro de Salud IV de Kanungu dijeron querer cuatro hijos, en cambio, los hombres prefieren siete o más.

Tweigye Chrisente está satisfecha con los cuatro hijos que tiene, pero su esposo, Niwagaba Savio, quiere siete, y la amenaza con buscar una segunda esposa si insiste en no querer tener más descendencia.

"Solo tengo un hermano y una hermana, y en la comunidad no nos respetan porque somos una familia pequeña", explicó Savio. "No quiero que eso le pase a mis hijos", apuntó.

Chrisente sostiene que el dinero apenas les alcanza para cubrir las necesidades de los hijos que ya tienen. Ambos son agricultores de subsistencia, sin ingresos fijos.

La pareja recibió asesoramiento en el Centro de Salud Kinaaba II en el distrito de Kanungu antes de que Savio aceptara que a su esposa le colocaran un anticonceptivo fijo, que impedirá quedar embarazada por tres años, mientras él piensa sobre si deben tener más hijos o no.

Chrisente está segura de que no quiere tener más hijos en los próximos tres años. Pero Peace explicó que hay mujeres que apenas experimentan el más mínimo efecto secundario producido por alguno de los métodos anticonceptivos, los abandonan e, inevitablemente, eso deriva en embarazos no planificados.

"En lo que respecta a los efectos secundarios, prefieren discutir los problemas con sus congéneres que volver al centro de salud en busca de ayuda", indicó Florence. "Por eso necesitamos gente de la comunidad capaz de asesorarlas", apuntó.

La Encuesta Demográfica y de Salud señala que el uso de métodos anticonceptivos modernos aumentó de ocho por ciento, en 1995, a 26 por ciento, en 2011.

Pero el equipo de voluntarios se lamenta de la escasez de píldoras anticonceptivas y de condones femeninos en el distrito de Kanungu.

El representante adjunto del UNFPA, Wilfred Ochan, señaló que 41 por ciento de las necesidades en materia de planificación familiar no están cubiertas en Uganda. La causa, según él, la falta de fondos y la mala capacitación del personal de salud.

"Pero hubo avances porque es la primera vez que registramos una disminución de la tasa de fertilidad en este país", añadió Ochan.

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