AGRICULTURA-CAMERÚN: Las mujeres no heredan futuro

Clarisse Kimbi apenas se gana la vida con una pequeña parcela de tierra en la aldea de Kom, en el oeste de Camerún. Le resulta cada vez más difícil poner alimento sobre la mesa para ella y sus seis hijos. Pero hace pocos años, la situación era completamente diferente.

En 2007, cultivando cinco hectáreas de tierra, Kimbi podía alimentar a toda su familia sin dificultad, e incluso tenía excedente para vender. Esto, en un país donde 40 por ciento de la población vive por debajo de la línea de pobreza, era considerado riqueza.

Pero las cosas cambiaron ese año cuando su esposo murió y ella y sus hijos perdieron casi todo.

"Apenas un día después de que mi esposo fue enterrado, mis suegros confiscaron las cinco hectáreas de tierra que yo había trabajado por 27 años", dijo a IPS.

La tradición en la zona le concede el derecho de herencia exclusivamente a los hombres.
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"Las cosas se han vuelto tan difíciles que tuve que sacar a algunos de mis hijos de la escuela", señaló.

Dos de sus hijos ya no asisten a la secundaria, y otros tres se esfuerzan por continuar en primaria.

El presidente Paul Biya decretó la gratuidad de la educación primaria en 2004, pero los padres todavía deben pagar cuotas para ayudar a que los colegios, mal equipados, puedan funcionar.

El problema de Kimbi no es aislado. Cifras de 2010 del Instituto Nacional de Estadísticas indican que las mujeres constituyen 52 por ciento de los 20 millones de habitantes de Camerún.

Estas producen 80 por ciento de los alimentos que consume el país, según el Ministerio de Agricultura y Desarrollo Rural. Pero son propietarias de apenas dos por ciento de las tierras, de acuerdo con estadísticas de 2011 de la Red Camerunesa por la Equidad de Género.

"Si hablamos de una sociedad justa y equitativa, entonces las mujeres tendrían que controlar al menos 35 por ciento de la tierra", dijo a IPS la coordinadora de la Red, Judith Awondo.

Aunque la Ordenanza sobre Tenencia de Tierras de 1974 establece el acceso equitativo para todos los ciudadanos, aún prevalecen prácticas tradicionales que discriminan a las mujeres.

"La dificultad de las mujeres para acceder y controlar los recursos productivos las coloca en una posición más débil en términos de productividad agrícola, crecimiento económico, seguridad alimentaria, ingresos familiares e igual participación en la gobernanza", explicó a IPS el coordinador del Movimiento Camerunés por el Derecho a la Alimentación, Fon Nsoh.

Según una encuesta de 2007, 52 por ciento de las personas que viven en los hogares pobres de Camerún son mujeres.

Los problemas de las mujeres y de comunidades enteras se agravan por el acaparamiento de tierras llevado a cabo por multinacionales y por las familias más ricas de la sociedad, según Nsoh.

El activista citó el caso del proyecto agrícola de la firma Herakles Farms en la región Sudoccidental, que calificó de la zona "más caliente y disputada".

El 7 de noviembre, la Suprema Corte de la División Judicial de Kupe- Muanenguba, en la región Sudoccidental, ordenó que se detuviera el proyecto.

Pero Nsoh expresó su temor de que la compañía avance en la creación de una plantación de 73.000 hectáreas para producir aceite de palma, bajo un contrato por 99 años en "condiciones escandalosamente negociadas".

El estadounidense Instituto Oakland y la organización ambientalista internacional Greenpeace divulgaron un informe sugiriendo que el proyecto, situado en un lugar con gran biodiversidad y entre cuatro grandes zonas de conservación, podría afectar a 45.000 personas.

Grupos ambientalistas acusan a Herakles Farms, con sede central en Nueva York, de continuar con el proyecto a pesar de dos órdenes judiciales para que se detenga y de la significativa oposición de las comunidades.

"Hay miles de personas allí que podrían perder sus tierras, sobre todo mujeres, que no participaron de las negociaciones", dijo Nsoh a IPS.

El activista ahora trabaja con otras organizaciones de la sociedad civil para reformar la Ordenanza sobre Tenencia de Tierras de 1974. Esa legislación "es obsoleta. Fue aprobada hace unos 38 años, y ya no corresponde con la realidad moderna", añadió.

El artículo 1 de la Ordenanza establece que "el Estado debe ser guardián de todas las tierras. Puede, en esta capacidad, intervenir para asegurar el uso natural de la tierra, así como en aras del interés y la defensa de la nación o de sus políticas económicas".

Nsoh explicó que esa cláusula excluye a las comunidades de las negociaciones por la tierra, y citó varios casos en los que el Estado expropió propiedades sin consultar a la población local.

Junto a otras organizaciones de la sociedad civil, el movimiento de Nsoh lucha por una legislación más inclusiva, subrayando que no solo se debe permitir la participación de las comunidades en las negociaciones, sino que se les debe dar especial atención a las mujeres y a grupos vulnerables.

Desde el año pasado, el movimiento trabaja en el borrador de un proyecto de ley sobre derechos de tierras. La legislación propuesta busca asegurar que las normas prevalezcan sobre las tradiciones que perjudican a las mujeres.

"Los certificados de bienes gananciales deben estar tanto a nombre del esposo como de la esposa, para acabar con el sistema patriarcal de herencia practicado en la mayor parte de Camerún", dijo Nsoh.

Eso haría más difícil que mujeres como Kimbi pierdan sus tierras a manos de la familia de sus esposos, aseguró.

Además de pedir que las mujeres sean incluidas en todos los comités que tratan temas relacionados con la tierra, los grupos de la sociedad civil también presionan por una simplificación de los largos y complejos procedimientos para obtener certificados de propiedad, así como para reducir los costos de esos títulos.

"Tenemos que revisar esta ley y darle un enfoque de género", dijo Nsoh.

Añadió que, aunque el gobierno no había aún respondido a las demandas de la sociedad civil, confía en que lo hará en algún momento. En la última Exposición Agro-Pastoral organizada en Ebolowa, en la región Sur, el presidente Biya admitió la necesidad de revisar la ley.

"Puede tomar mucho tiempo, pero viniendo de la máxima autoridad del país, no hay duda que se hará", dijo Nsoh.

No obstante, dijo sentirse frustrado por el lento ritmo en que se desarrollan los acontecimientos, pues eso significa más años de sufrimiento y privaciones para las camerunesas.

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