Empresas estudian riesgos y oportunidades climáticas

Inversores y empresarios se preocupan cada vez más por los efectos del cambio climático, que se sienten en vastas regiones del planeta, y temen una merma persistente en el valor de sus operaciones.

Las empresas se arriesgan a pérdidas económicas por el cambio climático, afirma Lopes. Crédito: Cortesía IBC
Las empresas se arriesgan a pérdidas económicas por el cambio climático, afirma Lopes. Crédito: Cortesía IBC
"Hay claras señales de que el tema está presente, y las empresas se arriesgan incluso a acumular pérdidas económicas a consecuencia del cambio climático", explicó a Tierramérica la brasileña Juliana Campos Lopes, directora para América Latina de Carbon Disclosure Project (CDP).

CDP, una organización sin fines de lucro, promueve la información de empresas, inversionistas y ciudades para transformar las actividades económicas de forma que prevengan un cambio climático peligroso.

Se trata de facilitar el diálogo entre inversionistas institucionales y empresas para la entrega de información sobre riesgos y oportunidades que presenta el cambio climático y de datos de emisiones de gases de efecto invernadero, manejo del agua y cadenas de suministro de las mayores compañías del mundo.

A nombre de los grandes inversionistas, CDP envía un cuestionario solicitando información a las empresas más grandes que cotizan en bolsas de valores.
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Hoy, más de 655 inversionistas globales emplean la solicitud de información de CDP para sus decisiones. La organización tiene también programas para empresas y gobiernos locales.

TIERRAMÉRICA: ¿Por qué es importante que los inversionistas y las empresas adopten estándares ambientales?

JULIANA CAMPOS LOPES: Porque el cambio climático ya es parte directa de los negocios. Tenemos el caso reciente de las compañías automotrices japonesas que sufrieron grandes pérdidas por las inundaciones que afectaron su cadena de suministros en Tailandia.

Esta es una visión desde la perspectiva de riesgo, pero también es posible convertir ese riesgo en oportunidades. Para muchas empresas que adoptan estándares para reportar informaciones en el área de clima o de la propia huella de carbono, es una forma de acceder a nuevos mercados y tener ventajas competitivas.

Muchos mercados restringen el ingreso de productos que no presenten su huella de carbono, entonces es una forma de cumplir con obligaciones de algunas regiones, como Europa o Estados Unidos, que ya exigen esos parámetros.

TIERRAMÉRICA: ¿Cuál es el ritmo de adopción de estos estándares en América Latina?

JCL: En materia de regulación no tenemos muchas iniciativas, pero sí en el ámbito de los países hay algunos compromisos de reducción de gases de efecto invernadero, si bien la discusión todavía no es concluyente. Sin embargo, hay una tendencia clara a que las regulaciones serán más restrictivas y también se empezarán a internalizar los costos ambientales en los precios de productos y servicios.

Este es un escenario más general que acaba por implantar una forma de hacer negocios. Las compañías de América Latina que ya empiezan a reportar sus datos climáticos, tienen como principal beneficio anticiparse a ese escenario, ya sea en términos de regulación como de mercado.

El cuestionario del CDP es un plan de acción que orienta la gestión de emisiones, que genera ganancias, por reducción de los costos y de las pérdidas de energía. Todo esto genera una amortización.

TIERRAMÉRICA: ¿Cuánto tarda en llegar esa amortización?

JCL: Las iniciativas para reducir emisiones, principalmente mediante eficiencia energética, se amortizan en no más de tres años. Hay que desmitificar la idea de que la amortización de estas inversiones es a largo plazo. Son algunos de los beneficios que las empresas ya están reportando.

TIERRAMÉRICA: ¿Cuáles son los estándares ambientales que ustedes proponen?

JCL: El CDP recomienda las metodologías más aceptadas, como la familia de normas ISO 14.000. La mayoría de las empresas tienen operaciones en más de un país, así que el beneficio de una norma internacional es que sea compatible y se acepte en distintas regiones.

También se utiliza para tener una visión comparativa, que es otra cosa que fomentamos: la creación de indicadores para medir la calidad de la gestión internamente y para ofrecer esos indicadores a los inversionistas, que los emplean en el análisis de la composición de portafolios de inversión.

TIERRAMÉRICA: ¿Dónde están centradas las emisiones de las empresas?

JCL: Entre 50 y 80 por ciento se encuentran en la cadena de suministros. Entonces todo este esfuerzo de medir y reportar emisiones podría quedar comprometido si no hay una mirada a esa cadena.

TIERRAMÉRICA: ¿La conciencia climática de inversionistas y empresarios aumentó en el último tiempo?

JCL: Sí, principalmente a medida que el problema se vuelve más crítico. Hay claras señales de que el tema está presente y las empresas se arriesgan incluso a pérdidas económicas a consecuencia del cambio climático.

Podemos citar las sequías en Estados Unidos, que llevaron a un pico el precio de los granos en los mercados internacionales. Todo eso está generando un cambio de paradigma. Ahora, debemos hablar no solamente de mitigación sino también de adaptación.

América Latina es, después de África, la región que más va a sufrir el cambio climático, pese a que no es la que más contribuye a causarlo.

Una característica de la región es que, por ejemplo, la mayoría de los negocios en el área agrícola se destinan a la exportación a mercados con criterios más estrictos. Por eso este escenario lleva a modificar la visión de los empresarios e inversionistas regionales.

TIERRAMÉRICA: ¿Cuál debería ser el rol del Estado?

JCL: Es muy importante en lo nacional como en lo local. El sector privado se muestra cada vez más activo en la construcción de esos parámetros, pero justamente la ausencia de un consenso de los gobiernos nacionales en el ámbito global está llevando a que tengamos un abordaje muy fragmentado y empiezan a surgir distintos parámetros.

Hay muchas iniciativas de medición y reporte de emisiones, pero la ausencia de un marco regulatorio lleva a una visión fragmentada que empieza a causar incluso algunas confusiones.

Un factor nuevo es el papel más activo de los gobiernos locales. Las ciudades son las que sienten los mayores impactos del cambio climático y deben enfrentar día a día la realidad de la adaptación.

Hay ahí un gran espacio de cooperación con el sector privado, porque tanto la mitigación como la adaptación exigen financiamiento, por lo que puede haber una gran oportunidad para iniciativas público-privadas.

* Este artículo fue publicado originalmente el 20 de octubre por la red latinoamericana de diarios de Tierramérica.

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