Desarrollo agrícola colombiano: modelo para armar en clave de paz

Los grandes productores agropecuarios y el campesinado de Colombia lograron por primera vez escucharse mutuamente sobre la almendra del longevo conflicto armado interno: la propiedad de la tierra y el desarrollo socio-económico del sector.

El intercambio fue posible en un foro de tres días realizado en Bogotá a solicitud de la mesa de diálogo de paz entre el gobierno de Juan Manuel Santos y las insurgentes Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), instalada formalmente en La Habana desde hace un mes.

Las izquierdistas FARC surgieron en 1964, precisamente, de la reunión de grupos campesinos que en 1948 fueron empujados, por la violencia terrateniente y gubernamental, a colonizar tierras abandonadas por el Estado y que desde 1950 defendieron con las armas.

Seis décadas y centenares de miles de víctimas después, poco se conoce sobre las negociaciones de paz, pero está claro que las partes en pugna ven el asunto de la tierra como la almendra central de las hostilidades.

De hecho, es el primer punto en la agenda de la negociación denominada "Acuerdo general para la terminación del conflicto y la construcción de la paz", dada a conocer sorpresivamente a fines de agosto, luego de acercamientos secretos de dos años. Las partes han hecho públicas sus diferencias en cuanto a si el modelo de desarrollo está en cuestión o no.
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El foro "Política de desarrollo agrario integral – enfoque territorial", finalizado el miércoles 19, fue organizado por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo y el Centro de Pensamiento y Seguimiento al Diálogo de Paz, creado ad-hoc por la estatal Universidad Nacional de Colombia.

Los convocantes acogieron a 1.314 delegados, 33 por ciento mujeres, de 522 organizaciones sociales y empresariales de 15 sectores productivos de distintas partes del país. La prensa no fue autorizada a presenciar los debates de comisiones, conformadas por 20 mesas con un promedio de 60 a 90 personas.

En ese ámbito se abordaron transversalmente los temas agropecuarios y luego se fusionaron en 10 "subplenarias", que llevaron sendas relatorías a la sesión plenaria final.

El temario tuvo como guía los "subtemas" del primer punto de la agenda de negociación entre el gobierno y las FARC: acceso y uso de la tierra, áreas improductivas, formalización de la propiedad y del trabajo rural, frontera agrícola y protección de zonas de reserva, programas de desarrollo con enfoque territorial, infraestructura y adecuación de parcelas.

También se analizó el modelo de desarrollo social, estímulo a la producción agropecuaria y a la economía solidaria y cooperativa, asistencia técnica, subsidios, créditos y mercadeo y seguridad alimentaria.

Las relatorías recogieron todas las posiciones discordantes, así como las coincidentes, incluidas en los diagnósticos y propuestas de los participantes. Las conclusiones se entregarán a la mesa de diálogo el 8 de enero en La Habana.

Las cifras del campo colombiano son elocuentes: 1,15 por ciento de los propietarios posee 52 por ciento de la tierra. El índice Gini sobre desigualdad rural es de 0,87, uno de los más altos del mundo teniendo en cuenta que 1,00 se daría si una sola persona física o jurídica tuviera a su cargo toda la tierra con capacidad productiva de un país.

Actualmente, 38 millones de hectáreas se destinan a la ganadería extensiva, pero si se reducen a la mitad no se afectaría su productividad ni rentabilidad, según el ministro de Agricultura, Juan Camilo Restrepo. Mientras, solo cinco millones de ellas están dedicadas a la agricultura, cuando deberían ser al menos 22 millones.

Optimizar así el uso del suelo traería más prosperidad y rentabilidad, pero no se puede imponer por decreto, reconoció Restrepo a fines de noviembre.

El presidente de la Sociedad de Agricultores de Colombia, Rafael Mejía, asistió puntualmente al foro. "Vine a oírlos y a que nos oyeran con respeto y educación. Eso lo logramos. Salgo satisfecho", indicó en su breve discurso de cierre.

"Los oí con atención. Aprendí de todos ustedes (…) Tenemos que aprender a pasar la página si queremos entre todos construir (…) un sector rural como el que todos queremos, donde quepamos todos", agregó.

IPS supo que Mejía comentó en los pasillos que es la primera vez que tiene la oportunidad de escuchar al campesinado y se dio cuenta de que este tiene propuestas que "se pueden conversar".

En el primer día de sesiones, Mejía recalcó que la miseria y la pobreza no pueden erradicarse si sigue la violencia y que "la propiedad privada y la actividad productiva, en el marco de la economía de mercado, no se negocian".

Sin embargo, el provincial de los jesuitas de este país, Francisco de Roux, remarcó en su discurso de balance: "Lo que Colombia está haciendo es discutir el modelo, aunque se diga que no es negociable".

"El modelo que hemos tenido hasta ahora ha producido la inequidad; está en el corazón del conflicto; tiene que ver con la migración salvaje del desplazamiento forzado, y no ha producido el crecimiento económico que se esperaba en el campo", subrayó el sacerdote católico y economista, reconocido por su trabajo pacifista en desarrollo campesino.

Por su parte, Andrés Gil, dirigente de la Asociación Campesina del Valle del Cimitarra, en el centro del país, dijo que este foro "ha generado un ambiente idóneo para tratar de producir un acercamiento de las posiciones en el mundo agrario, desde la visión de los gremios (productivos) y de las organizaciones" campesinas.

El mayor plus del foro fue "el debate de ideas y propuestas a través de un escenario político y no de guerra", destacó a IPS. "Esa es la ganancia de este evento", reflexionó. "Espacios como este deben ser impulsados dinámicamente en todo el país. Esta debe ser la forma de construcción de la política en Colombia, de las decisiones estratégicas", añadió.

En tanto, la Federación Colombiana de Ganaderos se negó a asistir al foro porque la hoja de ruta resultante llegará, precisamente, a la mesa de paz con las FARC, según reconoció su portavoz, José Félix Lafaurie, ante la prensa.

Lafaurie, cuestionado por su cercanía con grupos paramilitares de ultraderecha, argumentó que muchos ganaderos han sido víctimas de esa guerrilla a lo largo de decenios.

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