Primavera Árabe desplaza el eje del Foro Social Mundial

Algunos de los puestos y pabellones del FSM en el campus de la universidad Al Manar, en Túnez Crédito: Alberto Pradilla/IPS
Algunos de los puestos y pabellones del FSM en el campus de la universidad Al Manar, en Túnez Crédito: Alberto Pradilla/IPS

La tradicional atención que el Foro Social Mundial (FSM) presta a las injusticias económicas, políticas y sociales que pautan la globalización se vio desplazada en su actual edición tunecina hacia las convulsiones de la Primavera Árabe.

El FSM "contribuyó en América Latina a la construcción de gobiernos que están con las clases populares. Esperamos que eso ocurra también en el mundo árabe".

Tarek Ben Hiba, activista de derechos humanos en Túnez y Francia, reflejó así las expectativas de la izquierda tunecina ante el FSM, que se celebra desde el martes 26 hasta este sábado 30 en la capital tunecina.

El encuentro, inaugurado en 2001 en la sureña ciudad brasileña de Porto Alegre y que ha congregado a cientos de organizaciones y movimientos críticos del actual rumbo de la globalización, se trasladó este año a la cuna de la revolución árabe, con el objeto de apoyar los procesos de cambio abiertos tras la inmolación de Mohammad Bouazizi en diciembre de 2010.

De este modo, el Foro se ha convertido en reflejo de los logros y retos pendientes en Túnez, Egipto, Libia y Siria. Pero también de sus contradicciones y de visiones enfrentadas todavía no resueltas.
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Por una parte, está el conflicto extendido entre laicos e islamistas, presente especialmente en Túnez y Egipto. Por otra, la guerra que desangra a Siria y la incertidumbre e inestabilidad de Libia.

Este debate constituye uno de los principales focos de tensión en los encuentros, que tienen lugar en el campus de la universidad Al Manar.

Partidarios y opositores del presidente sirio, Bashar al Assad, comparten espacio en una ciudad universitaria reconvertida en minicampamento de heterogéneas luchas globales.

El jueves, por ejemplo, al mismo tiempo que cuatro organizaciones comunistas sirias y dos kurdas debatían sobre futuras iniciativas frente al régimen, partidarios de Al Assad celebraban un acto en la plaza central. No se cruzaron, por lo que no llegó el enfrentamiento, aunque la tensión era palpable.

Según relataron a IPS presentes en el primer acto, en él se acordó un documento que reconoce la importancia de los derechos individuales y colectivos de todos los pueblos de Siria, lo que tiene una especial relevancia para la minoría kurda.

Además, aprobaron poner en marcha una jornada de solidaridad con la revuelta siria, que tendrá lugar la primera semana de mayo. Según estas fuentes, para junio está previsto un congreso que unirá "a la izquierda internacionalista siria, europea y latinoamericana" para coordinar el apoyo a la revuelta contra el régimen de ese país de Medio Oriente.

Las diferencias se extienden a los libios. El miércoles 27, dos grupos confrontaron cuando uno de ellos trató de mostrar un cartel de apoyo a Muammar Gadafi (quien gobernó entre 1969 y octubre de 2011, cuando fue asesinado por rebeldes que lo habían capturado). Eso despertó la reacción de partidarios de la rebelión, presentes con diversos puestos en los que pueden verse tanto banderas tricolores como de los pueblos nómades amazigh.

"Estamos mejor de lo que están diciendo. Hay problemas, pero estamos aprendiendo desde cero, porque no existía la sociedad civil", dijo a IPS la libia Fatma, residente de Trípoli e integrante de una organización que promueve la participación femenina en la vida política.

Las disputas entre islamistas y laicos que están enervando los procesos políticos de Túnez y Egipto también se expresan en el Foro.

Una de las novedades respecto de ediciones anteriores es la presencia de organizaciones vinculadas a las mezquitas. Son visibles sus puestos a lo largo del gran mercadillo tendido en el campus, pero también en protestas específicas.

Por ejemplo, estudiantes de la universidad llevan más de un mes de encierro en el recinto para reivindicar el uso del velo islámico entre las mujeres. Lucir el modelo que cubre todo el rostro fue vetado por las autoridades académicas, una medida que, para los musulmanes, atenta contra la libertad religiosa de las estudiantes.

Estas protestas ocurren en un contexto de enfrentamiento, acrecentado desde el asesinato del líder marxista Chokri Belaid, muerto a tiros en febrero.

"Los asistentes al Foro son partidarios de la libertad, por lo que pedimos su apoyo", dijo Nabi Wahbi, uno de los jóvenes participantes en la protesta. La integración de estos grupos en un ambiente donde es generalizado el combate por los derechos de las mujeres es uno de los retos de estos encuentros.

De hecho, sectores progresistas de Túnez acusan a los islamistas de intentar imponer la shariá (ley islámica) y vulnerar los derechos de las mujeres.

Pero los procesos revolucionarios árabes no son el único desafío del FSM. Hay asimismo conflictos nacionalistas enquistados que centran la atención.

Los dos principales, el palestino y el saharaui, atraen un interés diferente. Mientras los palestinos constituyen el gran factor galvanizador de las diferentes delegaciones, los saharauis confrontan con la enorme delegación procedente de Marruecos, que intenta deslegitimar las demandas de independencia de los habitantes de esa antigua colonia española.

"El Frente Polisario miente", decía una pancarta en referencia al movimiento político que dirige la lucha por la independencia del Sahara Occidental, proclamado en 1976 República Árabe Saharaui Democrática por los independentistas.

El activista marroquí Benis Ghitah insistía en denunciar a los refugiados saharauis, asentados en Argelia. Y los saharauis desmienten a su vez esta campaña. "Marruecos intenta confundir a la gente", dijo Dih Naocha a IPS, expresando temores por ser la primera ocasión en la que representantes de su pueblo llegan a territorio tunecino para defender sus derechos.

El cambio de región del FSM entrañó también un desplazamiento de su eje.

Aunque es cierto que, como indicaba Ben Hiba, los encuentros de la primera década del siglo XXI sirvieron de apoyo a procesos emancipatorios en América Latina. Algo que las fuerzas revolucionarias árabes esperan que se repita con este paso.

Blogueros, organizaciones de derechos humanos y activistas de diverso pelo han tenido la oportunidad de verse frente a frente. Los resultados se evaluarán en el futuro.

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