Empresaria boliviana hace brillar la quinua en Estados Unidos

Ana Chipana junto al secretario general de la ONU, Ban ki-moon. Sobre la mesa, espigas de quinua Crédito: Wara Quinoa
Ana Chipana junto al secretario general de la ONU, Ban ki-moon. Sobre la mesa, espigas de quinua Crédito: Wara Quinoa

A la boliviana Ana Chipana no le gustaba comer quinua cuando era niña. Pero este alimento fue el boleto que la llevó a convertirse en empresaria y a visitar la NASA y la ONU.

Chipana vive en Tamarac, Florida, en el sudeste de Estados Unidos, adonde emigró hace 12 años con su esposo, Ramiro. Cuando este contrajo una grave enfermedad gastrointestinal, ella se vio obligada a cambiar los hábitos alimentarios de la familia, contó a IPS por teléfono.

Recordó entonces la dieta tradicional que comía cuando era niña, en especial la quinua real, una de las variedades de Chenopodium quinoa originarias de Bolivia, de granos grandes y claros.

La quinua –un seudocereal pues no es una gramínea– puede contener hasta 23 por ciento de proteínas (más que cualquier cereal), además de carbohidratos, ocho aminoácidos esenciales, hierro, calcio, magnesio, fósforo y vitaminas. Se la digiere con facilidad, tiene poca grasa y está libre de gluten.

«Representa una rica fuente de nutrientes, casi completos en contenido proteico, mineral, vitamínico y energético, a partir del cultivo de nobles especies con amplia tolerancia ambiental», dijo a IPS el portavoz de la FAO en Bolivia, Einstein Henry Tejada.

Como la papa, fue un alimento central de los pueblos preincaicos e incaicos de los Andes. Pero cayó en progresivo olvido y hoy no es muy popular en Bolivia.

Cuando su esposo recuperó la salud, Chipana entendió que podía extender los beneficios a otros. En 2010 fundó en Tamarac su pequeña empresa Wara Quinoa Organic Bakery, una panadería orgánica que ofrece alimentos con harina de quinua, horneados y libres de azúcar y gluten.

Su historia es de tesón y pujanza. En tres oportunidades escribió a la NASA, presentando sus productos e insistiendo en su elaboración saludable, y su persistencia fue recompensada el año pasado, cuando la agencia espacial de Estados Unidos la convocó a servir un desayuno en una conferencia para técnicos y astronautas.

Las propiedades de este grano ya son conocidas desde hace décadas por la NASA, que tiene su propio laboratorio de alimentos espaciales, dirigido por nutricionistas y científicos, y no contrata empresas externas, describió la empresaria. Sin embargo, la curiosidad de probar el sabor de sus «queques» (pasteles), magdalenas y galletitas pudo más.

«El chef y los astronautas me afirmaron que la quinua está en su dieta, tanto en el espacio como en la Tierra. En el Centro Espacial (de Cabo Cañaveral) la comen en ensalada, y en el espacio consumen productos deshidratados que van desde cócteles de camarones a pollo agridulce y hamburguesas de granos, quinua incluida», relató Chipana.

Su foto posando junto al veterano astronauta James Francis Reilly sosteniendo un «queque» es un icono en las redes sociales y emerge, sin proyectarlo, como símbolo paralelo a la campaña desplegada por el gobierno de Bolivia para promover el consumo local e internacional de quinua.

El presidente Evo Morales busca transformar la quinua en base de la dieta familiar.

Bolivia es el primer productor mundial, con 51.000 toneladas, y destina la mayor parte al mercado externo. Estados Unidos es el principal destino. Según el Instituto Boliviano de Comercio Exterior, en 2012 el grano se cotizó a 3.000 dólares la tonelada.

Las ventas externas generaron ingresos por 80 millones de dólares, 26 por ciento más que en 2011. Y en los últimos cuatro años, el consumo interno pasó de 4.000 toneladas a 12.000, una evolución equivalente a 350 gramos y 1,1 kilogramos por habitante.

Por impulso de Bolivia, la ONU (Organización de las Naciones Unidas) declaró 2013 el Año Internacional de la Quinua.

Como estaba relegado a las comunidades de tierras altas y a sectores marginales de las ciudades, «el consumo de la quinua era mínimo, pero empieza a crecer el mercado interno», dijo el presidente Morales el 20 de febrero ante la Asamblea General de la ONU, cuando se lanzó el Año Internacional.

Allí estuvo también Chipana y sirvió sus alimentos en un almuerzo al que asistieron Morales, el secretario general de la ONU, Ban ki- moon, y el director general de la FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura), José Graziano da Silva, entre otras autoridades.

El bautismo de Chipana como empresaria alimentaria «fue muy difícil», por falta de conocimiento de un mercado nuevo.

Tuvo más suerte con los consumidores anglosajones, «porque ellos conocen los altos valores nutritivos y orgánicos de la quinua», que con los de origen latinoamericano. Esa particularidad determina que el grano se venda exclusivamente en tiendas de productos orgánicos, explicó.

Chipana sugirió a sus colegas bolivianos que «tomen acciones para cumplir y satisfacer la demanda externa, reforzar la investigación agropecuaria y la industrialización del grano dorado».

Pero el boom tiene sus riesgos. La quinua brota en «suelos pobres, salinizados, semidesérticos y consecuentemente marginales, sometidos además a adversidades climáticas extremas por periodos mayores a dos partes del ciclo anual», describió Tejada.

La expansión del monocultivo puede empobrecer aun más esos suelos, que requieren rotación de cultivos y recuperación de vegetación y fauna nativas, para ayudar a mantener el equilibrio ambiental y la fertilidad.

Aunque este país de 10 millones de habitantes ha abatido la pobreza, un millón de personas padecen algún grado de hambre, desnutrición o inseguridad alimentaria, según datos presentados por el representante de la FAO en Bolivia, Crispín Moreira. En 2008, esa situación alcanzaba a dos millones de habitantes.

«Para la reducción del hambre y la pobreza, principalmente circunscritas a las áreas rurales escasas de generar promisorios medios de vida, la FAO recomienda un enfoque de doble vía: mejorar la sostenibilidad de los sistemas de producción y asegurar el acceso a los alimentos», dijo Tejada.

La quinua, apuntó, es el «elemento natural capaz de cumplir con ambos requisitos, además de ofertar otras múltiples bondades naturales al servicio de la humanidad».

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