FAO subraya vínculo inseparable entre alimentación y agua

Un canal de irrigación en Mchinji, Malawi. Crédito: FISD/IPS

Como el agua y la alimentación son cosas que están estrechamente ligadas, hay un peligro latente de que, si escasea lo primero, falte lo segundo.

La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) subrayó los fuertes vínculos entre ambos temas al señalar que la producción rural responde por más de 70 por ciento del uso del agua en el mundo.

En un informe divulgado en Roma, esa agencia de la Organización de las Naciones Unidas alertó que la parte del agua disponible para la agricultura caerá 40 por ciento para 2050.

La FAO celebra en la capital italiana su 38ª Conferencia Bienal, entre el 15 y el 22 de este mes.

Su proyección se basa en estadísticas de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), entre cuyos integrantes están los países más industrializados.

La disponibilidad de agua potable muestra una tendencia similar a la de las tierras: hay suficientes recursos a nivel mundial, pero distribuidos en forma desigual.

Mientras, en un número cada vez mayor de países o partes de estos, hay escasez de agua, según la FAO.

Debido a su vulnerabilidad, las áreas costeras, la cuenca del Mediterráneo, los países del norte de África y de Asia central parecen ser lugares donde las inversiones en técnicas de manejo de agua deben ser consideradas una prioridad cuando se trata de promover la productividad agrícola.

Consultado sobre si el vínculo entre productividad agrícola y escasez de agua es real, Jan Lundqvist, asesor científico del Instituto Internacional del Agua de Estocolmo (SIWI, por sus siglas en inglés), dijo a IPS: “Sí y no”.[related_articles]

Si no hay agua (por ejemplo, en los desiertos), no se pueden producir alimentos, señaló. Pero el agua es un recurso renovable y el ciclo hidrológico continuará en el futuro, indicó.

El problema es que es cada vez más difícil, caro y peligroso, según Lundqvist, desviar agua de los ríos y lagos o extraer la que se encuentra en las reservas subterráneas.

“Al mismo tiempo, con el desarrollo económico, se incrementa la demanda de agua por habitante”, indicó.

El hecho de que se necesita este recurso para producir todo lo que el ser humano come quedó claramente ilustrado en una exposición realizada en el SIWI el año pasado.

En esta se explicaba que la producción de una hamburguesa promedio (dos rodajas de pan, carne, tomate, lechuga, cebollas y queso) consume unos 2.389 litros de agua, contra 140 litros para una taza de café y 135 para un simple huevo.

Para un plato de arroz con carne y verduras se necesitan unos 4.230 litros, mientras que un grueso y jugoso bistec de carne, alimento básico en muchos países del Norte industrializado, consume una de las mayores cantidades de agua: alrededor de 7.000 litros.

Vincent Casey, gerente de apoyo técnico de la organización WaterAid, con sede en Londres, dijo a IPS que la agricultura irrigada es responsable de la mayor parte de la extracción de agua en muchos países.

Se podría prevenir la escasez cambiando las prácticas agrícolas, apuntó.

Es posible modificar los tipos de cultivos, los métodos de irrigación y las tarifas del agua para reducir la demanda. Pero esas acciones requieren compromiso político, el cual puede ser difícil de obtener, reconoció.

Para garantizar la seguridad del agua se necesita además una buena administración de los recursos y de los servicios de suministro, como bombas, cañerías y tanques de reserva.

La escasez de agua ya es una realidad para más de 760 millones de personas, advirtió Casey, en gran medida por la falta de servicios de suministro.

“Si no tuviéramos embalses, cañerías y grifos en Gran Bretaña, también sufriríamos escasez”, indicó.

Para afrontar la crisis del suministro se necesitará controlar la demanda en las áreas donde los recursos están más presionados, y extender la oferta a los lugares donde hay dificultades de acceso.

Si hay escasez de agua, dijo Lundqvist a IPS, la producción de alimentos se verá afectada por muchos motivos.

En primer lugar, porque otros sectores demandarán una buena parte del suministro. Con la creciente urbanización, tanto la industria como los hogares requerirán de agua adicional.

“El agua se está volviendo escasa, no solo porque el volumen se redujo, sino también porque está creciendo la demanda de la sociedad”, indicó.

Un segundo motivo es que el patrón de precipitaciones se hará más azaroso como consecuencia del cambio climático. La incertidumbre y los riesgos aumentarán para los agricultores.

Esto es particularmente problemático para la agricultura que depende de la lluvia, señaló. Y la situación se hará más compleja conforme las sequías e inundaciones se hagan más frecuentes y amplias.

A su vez, el aumento de las temperaturas acelera la evaporación del agua, lo que también complica a los agricultores.

En esas circunstancias, y considerando el hecho de que se produce suficiente comida para alimentar a toda la población mundial en forma adecuada, es vital garantizar que esos alimentos lleguen a todos, incluyendo a los pobres.

Entre un tercio y la mitad de los alimentos producidos se desperdician o son transformados. Esto supone una enorme pérdida de recursos, sostuvo.

“Deberemos caminar bien firme en el futuro, asegurando que se produzca lo necesario, que se pueda acceder a ello y que sea aprovechado”, afirmó.

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