Medir los impactos, clave en desarrollo rural latinoamericano

Eduardo Ramírez, investigador del Centro Latinoamericano para el Desarrollo Rural, durante la entrevista. Crédito: Rimisp

El Centro Latinoamericano para el Desarrollo Rural (Rimisp) busca proponer y validar un método de evaluación de procesos, resultados, alcances e impactos de los proyectos agropecuarios para grupos vulnerables de la región financiados por el FIDA.

El proyecto “Pobreza e inequidad, análisis en el sector rural de América Latina” estudia esas realidades en el campo de sus países, así como la agricultura familiar y los métodos de evaluación de los programas de la región que cuentan con el apoyo del FIDA (Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola).

Este último componente, dirigido por Eduardo Ramírez, investigador principal del Rimisp,  apunta a ajustar y ampliar el sistema de Gestión de Resultados e Impactos (RIMS, por sus siglas en inglés) del propio FIDA.

El objetivo es evaluar la veintena de los proyectos que desarrolla el FIDA en la región y arrojar luces para las estrategias políticas de desarrollo rural en América Latina.

En una entrevista con IPS en la capital chilena, sede del Rimisp, Ramírez explicó que el FIDA pretende, entre otros objetivos, ser un instrumento que produzca modelos de intervención, “porque la gracia es que los países utilicen estas metodologías para generar proyectos y tener más alcance”.

IPS: ¿Qué países abarcó el proyecto del Rimisp?

EDUARDO RAMÍREZ: Hicimos una revisión sobre los sistemas de Chile, Colombia, Brasil, México y Perú. Luego realizamos el taller “Método de Seguimiento y Evaluación de Proyectos” que tuvo lugar el 14 y el 15 de mayo en Lima, donde juntamos a gente del FIDA mundial, del FIDA regional y de los gobiernos.

Discutimos la pertinencia de esta propuesta y nos dimos cuenta de que hay un espacio para unir el RIMS con los proyectos, y es lo que estamos haciendo ahora.

IPS: ¿Existe también un espacio de colaboración con los sistemas nacionales de evaluación?

ER: Hay un espacio, pero no tan grande, porque los sistemas de evaluación de los países están ligados a un ciclo de gestión pública que trasciende o no tiene mucha relación con los proyectos.

De todos modos, el resultado fue heterogéneo. En Colombia hay buenas posibilidades de hacer cosas; en Brasil, por el tamaño del país y de los proyectos, hay posibilidades pero no a nivel de gobierno sino de los estados.

En México se requiere un trabajo con mayor dedicación, porque existe una estrategia que fija prioridades con planes bianuales que dependen del gobierno, por lo que es más complicado entrar. Perú podría ser, pero está recién instalándose un sistema de evaluación de proyectos sociales. En Chile, el FIDA no tiene proyectos y el país finalmente no participó en el taller.

IPS: ¿Qué se pudo resaltar en la medición de los países?

ER: Es importante destacar que todos los países de la región se están moviendo hacia sistemas institucionalizados de evaluación de impacto, que la están desacoplando de aspectos más políticos o electorales para transformarse en sistemas con bastante sustento técnico, en algunos países con más independencia que otros.

También que suelen empezar a generar información bien interesante sobre los resultados, los efectos de los proyectos que se están llevando adelante en los países.

IPS: ¿Por qué es importante la evaluación de impacto de los proyectos?

ER: Si quieres hacer incidencia política y quieres demostrar que tu manera de trabajar es coherente con las restricciones y con el contexto en que se encuentra la pobreza rural en América Latina, tienes que tener evaluaciones de impactos, para ser creíble.

Pero no cualquier evaluación de impacto. Por eso fue importante investigar sobre los protocolos y los sistemas de evaluación de impacto de los países, qué es lo que los países encuentran razonable, a qué le creen, cuál es el estándar de la evaluación de impacto.

IPS: ¿Qué arrojó esa investigación?

ER: Nos dimos cuenta que la tendencia es hacia sistemas mucho más estandarizados, que requieren mucha información, no solo de la evaluación de impacto sino de cómo se hace esa evaluación, cuál es la credibilidad que tiene ese proceso.

Entonces, hay un conjunto de necesidades en la evaluación de impacto que se tienen que “controlar o anticipar”, para que ese resultado sea consistente con la idea de generar incidencia en políticas públicas en la región.

IPS: ¿Cómo se miden los resultados?

ER: Es una de las discusiones que estamos llevando a cabo. Hemos dicho que los resultados se tienen que medir sobre dos conceptos: primero, se debe medir allí donde queremos impactar, es decir, familias, hogares; y segundo, tenemos que medir en aquello que nosotros plausiblemente hemos modificado.

Entonces, hablamos de coherencia entre la teoría de cambio, o los supuestos que tiene el proyecto, y lo que vamos medir como impacto.

IPS: ¿Qué tan importante son la transparencia y la rendición de cuentas?

ER: Es uno de los elementos no desarrollado con gran énfasis pero la evaluación de impacto contribuye a la rendición de cuentas.

IPS: ¿Los proyectos de desarrollo rural han conseguido logros concretos a la reducción de la pobreza?

ER: El ejemplo de Brasil es muy bueno. Colombia y México están haciendo un esfuerzo importante por integrar a los pequeños productores y a zonas rurales bien marginadas a mercados un poco más dinámicos, para así impactar los niveles de vida.

Perú está haciendo una experiencia bien interesante en el sentido de conjugar las políticas de traspaso de fondos a estrategias más productivas también, dar un poco más de sostenibilidad a esas economías locales más vulnerables.

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