La minería chilena vuelve a los túneles

Uno de los túneles de la mina chilena El Teniente, el yacimiento subterráneo más grande del mundo. Crédito: Marianela Jarroud /IPS

La caída en la concentración del mineral, la preservación del ambiente y los avances de la tecnología llevan a las grandes compañías extractivas a posar sus ojos, otra vez, en la minería subterránea, una tendencia al alza en Chile y el mundo, aseguran expertos.

Juan Carlos Guajardo, director ejecutivo del Centro de Estudios del Cobre y la Minería, (Cesco), aseguró a IPS que “no solo Chile está optando por la minería subterránea sino que la evolución de la industria tiende hacia este tipo de explotación”.

La tendencia, explicó, “se debe a que grandes yacimientos que han sido explotados a tajo abierto presentan mejores recursos a mayor profundidad y a que la exploración en Chile está tendiendo a recursos más profundos, ya que los superficiales han sido largamente explotados”.

Este país sudamericano cuenta con el yacimiento cuprífero subterráneo más grande del mundo, en explotación desde 1905 y propiedad de la estatal Corporación Nacional del Cobre de Chile (Codelco).

La mina División El Teniente, su nombre oficial, aportó el año pasado 25 por ciento de la producción propia de Codelco, que totalizó 1,75 millones de toneladas de cobre fino.

En el sector El Teniente 8 de la mina, el operativo actualmente, se extraen 137.000 toneladas por día.

Sin embargo, el yacimiento ubicado bajo la cordillera de Los Andes, a unos 150 kilómetros al sur de Santiago y con 3.000 kilómetros de túneles subterráneos, solo cuenta con reservas hasta 2025, al ritmo de explotación actual.

Para resolver este problema, Codelco avanza en el proyecto Nuevo Nivel Mina, que comenzará a operar en 2017 y permitirá explotar 2.020 millones de toneladas de reservas alojadas a mayor profundidad, en la cota 1.880 de altitud y 100 metros por debajo de la actual explotación.

El proyecto permitirá prolongar 50 años más la vida del yacimiento. Para eso se necesita incorporar tecnología de punta e invertir 3.278 millones de dólares, una suma similar a la empleada en toda la historia de la emblemática mina.

“Codelco tiene una cartera de proyectos estructurales cuyo objetivo es mantener su liderazgo como primer productor mundial de cobre y, de ese modo, mantener sus aportes al Estado de Chile”, explicó a IPS una fuente corporativa de la empresa.

De no implementar esos proyectos, añadió, “la producción de cobre y la generación de excedentes (aportes financieros) al Estado caerían dramáticamente, con enormes efectos para el país y para la empresa”, argumentó.

Del cobre, estatizado en 1971, depende económicamente Chile, primer productor mundial del metal. En 2012, Codelco generó para el Estado 7.518 millones de dólares de ganancias, el tercer aporte más alto de su historia, gracias a que la producción del mineral totalizó 5,45 millones de toneladas.

El metal representó ese año 12 por ciento del producto interno bruto chileno y 53,9 por ciento del valor de sus exportaciones.

La principal ventaja de la minería subterránea respecto a la de tajo abierto “es que en general solo extrae el mineral, dejando en el lugar el material estéril”, aquel sin valor económico, dijo a IPS el gerente subrogante de Tecnología e Innovación de Minería de Codelco, Jorge Baraqui.

“Con ello se evitan la remoción de material sin valor económico y también mayores impactos ambientales”, explicó.

Además, los costos de operación de una mina subterránea no necesariamente son mayores que los de aquellas a cielo abierto.

“En la minería de rajo abierto, a medida que avanzan en su explotación, van profundizando cada vez más la excavación y con ello va aumentando el costo de transporte. Asimismo, aumenta la cantidad de material estéril que se debe remover para extraer la misma cantidad de mineral”, precisó.

“Por lo anterior es que hay casos en que se hace necesario migrar a métodos de explotación subterráneos donde el costo de operación puede ser más competitivo”, añadió.

Este es el caso de la mina Chuquicamata, situada a 1.650 kilómetros al norte de Santiago y la mayor a cielo abierto del mundo, que pasará a ser subterránea en 2019.

Se trata de otro de los proyectos estructurales de Codelco y en la firma estatal aseguran que la sola conversión de Chuquicamata hará que este yacimiento disminuya en 97 por ciento la emisión de polvo en suspensión, pese a que contará con 1.200 kilómetros en túneles.

Se estima que Chuquicamata se transformará en uno de los yacimientos con menores costos de la industria, principalmente por el ahorro de energía, estimado en 50 por ciento.

Guajardo, de Cesco, explicó que, en la medida en que avance adecuadamente la transición desde tajo abierto a minería subterránea, “habrá alguna reducción de costos respecto de los altos gastos de operación actuales”.

La minería subterránea también contribuiría a reducir gastos en seguridad y tiempo, puesto que los viajes son más cortos, se usa menos energía y más tecnología.

En este escenario la estrella es el sistema de explotación por hundimiento de bloques, conocido en la industria por la expresión inglesa «block caving», que cuenta con bajos costos asociados y es considerado el método del futuro.

“El block caving aprovecha la fuerza de gravedad, es decir, requiere de muy poca energía para romper la roca ya que solo se realiza un quiebre inicial en la base y luego, a medida que se va extrayendo el mineral, la fuerza de gravedad hace su trabajo, provocando el desplome del macizo rocoso”, explicó Baraqui.

“Es un método de explotación bastante económico y es aplicable a grandes yacimientos que tienen ciertas características geotécnicas y morfológicas que permitan el autodesplome mediante la gravedad”, añadió.

El experto precisó que la principal ventaja de este método es su costo operativo. “Se trata del método subterráneo más económico para los yacimientos masivos”, abundó.

Pese a sus ventajas, existen riesgos geotécnicos. El principal es el estallido de rocas, o “rock burst”, que ocurre en explotaciones masivas sometidas a grandes esfuerzos y en rocas frágiles, explicó Baraqui.

Otro es el llamado “air blast”, fenómeno de pistón de aire a alta presión, provocado por el desprendimiento de un bloque de grandes dimensiones que en su caída moviliza una masa de aire que es obligada a desplazarse a alta velocidad y presión por los túneles de la mina, desplazando todo lo que encuentre en su recorrido.

Con todo, el paso hacia la minería subterránea significará que, en un futuro cercano, más de un millón de toneladas diarias de mineral tendrán como origen el subsuelo profundo.

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