Pantomima pakistaní contra los drones de EEUU

El presidente de Estados Unidos, Barack Obama, saluda al primer ministro de Pakistán, Nawaz Sharif, en la Oficina Oval previo a su reunión bilateral del 23 de octubre. Crédito: Casa Blanca/Pete Souza.

Aunque el primer ministro de Pakistán volvió a pedir públicamente a Estados Unidos que ponga fin a sus ataques con aviones teledirigidos (“drones”) en su país, antes de reunirse esta semana con el presidente Barack Obama, documentos secretos revelan una histórica connivencia con ese programa de asesinatos selectivos liderado por la CIA.

La visita del primer ministro Nawaz Sharif, el miércoles 23, coincidió con nuevas denuncias presentadas esta semana por organizaciones de derechos humanos según las cuales los ataques de Estados Unidos con aviones no tripulados en regiones tribales de Pakistán pueden equivaler a crímenes de guerra.

El jueves 24, The Washington Post informó que había obtenido documentos ultrasecretos de la CIA (Agencia Central de Inteligencia) y memorandos diplomáticos pakistaníes que confirman explícitamente lo que ya era evidente para muchos. Es decir, que “altos funcionarios del gobierno de Pakistán aprobaron secretamente el programa y recibieron rutinariamente informes clasificados sobre ataques y recuento de víctimas”.

“Todo este asunto de que ‘ellos (los pakistaníes) accedieron secreta o tácitamente a los ataques’ es muy, muy peligroso”, dijo Jeremy Rabkin, directivo del Instituto de la Paz de Estados Unidos y profesor de derecho en la Escuela de Leyes de la Universidad George Mason, en diálogo con IPS.

Según Rabkin, el acuerdo secreto entre Washington e Islambad puede plantear una seria amenaza a los intereses estadounidenses a largo plazo. “Si uno mira la indignación del pueblo pakistaní, está claro que hemos actuado contra su consentimiento, y eso no nos hace ningún bien. Pienso que estamos sobre un hielo muy delgado”, dijo.

Dos días antes de que The Washington Post publicara las revelaciones, Sharif continuaba presionando a Obama para que pusiera un fin definitivo a los ataques con aviones no tripulados.

“El asunto se ha convertido en un importante fastidio en nuestras relaciones bilaterales”, dijo Sharif el jueves 24 en una presentación en el Instituto de la Paz. “Por lo tanto, enfatizo la necesidad de poner fin a los ataques con aviones teledirigidos”.

Sin embargo, las evidencias sugieren que esta posición es meramente una maniobra política que busca aplacar a la audiencia de Sharif en su país.

“Lo que sí sabemos a partir de fuentes como Wikileaks es que, en el último gobierno, por lo menos el primer ministro y el presidente sabían sobre los ataques y los apoyaron”, dijo el miércoles 23 Christine Fair, profesora adjunta en la Unviersidad de Georgetown e integrante del Centro de Combate al Terrorismo, de West Point.

Fair citó un comunicado de un militar estadounidense de alto rango que decía: “La relación entre Estados Unidos y Pakistán está mejorando porque ellos nos están dejando matar a sus terroristas”.

Aunque los documentos divulgados por The Washington Post abarcan el período comprendido entre 2007 y fines de 2011, algunos sostienen que ambos países comparten un acuerdo encubierto sobre operaciones con drones incluso desde la primera de estas operaciones, en 2004.

Se presume que en ella se tomó por blanco a Nek Mohammad Wazir, a quien se consideraba un enemigo mayor para Pakistán que para Estados Unidos, pues había intentado dos veces asesinar al entonces presidente Pervez Musharraf (2001-2008).

“El primer ataque con aviones teledirigidos, en junio de 2004, fue básicamente la primera vez que la CIA tuvo permitido usar” esas naves, señaló el miércoles 23 Mark Mazzetti, corresponsal de seguridad nacional de The New York Times.

“Musharraf había permitido a la CIA llevar a cabo estas operaciones. Ese fue el acuerdo desde el principio”, agregó.

Afganistán en el medio

Pese a la indignación pública por el programa de aviones no tripulados de Estados Unidos, Afganistán fue y sigue siendo la principal fuente de tensiones en sus relaciones con Pakistán. Todo esto mientras se avecina la retirada estadounidense de suelo afgano, prevista para 2014.

En un comunicado difundido el martes 22 en el Instituto de la Paz, Sharif dijo que “un Afganistán pacífico, estable y unido es de interés vital para Pakistán”.

Sin embargo, la relación entre Washington e Islamabad se sumió en una crisis inmediatamente después del operativo estadounidense en el que fue capturado y asesinado el saudita Osama bin Laden el 1 de mayo de 2011 en el nororiente de Pakistán. El plan se concretó, según se dijo, sin previo consentimiento del gobierno pakistaní.

Pronto Islamabad respondió bloqueando el acceso de Estados Unidos y de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) a Afganistán, creando un sustancial obstáculo logístico a los movimientos militares estadounidenses allí. Las rutas de suministro se reabrieron en julio de 2012.

El gobierno de Obama también enfrentó críticas por un ataque estadounidense que mató a 24 soldados pakistaníes cerca de la frontera afgana.

Se presume que Pakistán tomó medidas por su cuenta, buscando una solución pacífica al conflicto que ya lleva 12 años en el vecino Afganistán.

El mes pasado, Islamabad accedió a los pedidos de Kabul de liberar al líder histórico y fundador del movimiento Talibán afgano, mulá Abdul Ghani Baradar.

Las autoridades pakistaníes esperaban que el proceso de paz finalmente se iniciara cuando el Talibán negociara con el gobierno afgano.

Sin embargo, algunos informes señalan que Baradar podría no ser liberado en absoluto. Hasta ahora no hubo ninguna negociación al respecto, y tampoco se habló de determinar un lugar. Algunos sugieren que las autoridades pakistaníes todavía lo tienen cautivo.

 

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