Rohingyas temen desaparecer del mapa birmano

Guardias fronterizos en Bangladesh niegan el ingreso a refugiados rohingyas de Birmania en noviembre de 2012. Crédito: Anurup Titu/IPS.

El primer censo que celebrará Birmania en 30 años podría hacer desaparecer “toda referencia” a la minoría musulmana rohingya, perseguida por el régimen, lo que equivaldría a un etnocidio, alerta desde Londres un líder exiliado de esa comunidad.

Nurul Islam, presidente de la Organización Nacional Rohingya Arakana, dijo en una entrevista con IPS que su campaña apunta a llamar la atención de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) y de los gobiernos europeos.

“Queremos presionar al gobierno de Birmania para que cuente a los rohingyas en el censo, de modo que se revelen las cifras reales de su población”, señaló.

La organización Human Rights Watch (HRW) expresó preocupaciones similares sobre este grupo étnico sin estado que vive a lo largo de la frontera occidental de Birmania.

El censo, que se realizará durante 12 días en marzo de 2014, costará 58,5 millones de dólares, confirmó el ministro de Inmigración y Población, Jin Yi, en una conferencia de prensa celebrada a mediados de septiembre en Naypidaw, la capital administrativa. El gobierno de Birmania prometió 15 millones de dólares, mientras que se espera que la ayuda de la ONU cubra otros cinco millones.

Se prevé que los gobiernos de Occidente aporten el resto: 16 millones de dólares de Gran Bretaña y 2,8 millones de Australia. Noruega y Suiza también han asumido compromisos.

Los  rohingyas han sido víctimas por décadas de políticas discriminatorias. Algunas, como los trabajos forzados, constituyen violaciones a los derechos humanos, y también las padecen otras minorías.

Otras han afectado únicamente a los rohingyas: a muchos les niegan una adecuada atención a la salud y educación, les impiden salir de sus aldeas e incluso casarse, porque las autoridades locales no les dan su aprobación. Los líderes locales dicen que decenas de miles de bebés de la etnia no fueron registrados.

A los rohingyas no se los identifica oficialmente como uno de los 135 grupos étnicos reconocidos del país.

El último conteo, en 1983, situó a la población nacional en 35,4 millones, mientras que la población registrada durante el censo anterior, en 1973, era de 28,9 millones. Estos dos censos, realizados cuando el país estaba bajo un opresivo régimen militar, no reconocieron a los rohingyas como parte de su población.

Las declaraciones oficiales y los medios locales de comunicación suelen referirse a los 800.000 rohingyas que se estima hay en el país como “bengalíes”. Por ende, se considera que los miembros de la comunidad son “forasteros” procedentes del vecino Bangladesh.

“El término ‘bengalí’ connota extranjería”, dijo Chris Lewa, director del Proyecto Arakan, una organización independiente que se dedica a investigar la situación de los rohingyas.

“Por lo tanto, institucionalizar el término ‘bengalí’ va mucho más lejos que simplemente rechazar el término ‘rohingya’, y es una negación de sus derechos como ciudadanos” de Birmania, sostuvo.

Janet Jackson, directora de la oficina del Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA) en Birmania, dijo a IPS que “el censo no afectará el estatus de ciudadanía de los rohingyas”.

“No debe permitirse que la controversia que rodea a este asunto obstaculice un conteo completo de la población, y la realización del censo no debería agravar las tensiones en torno al tema”, agregó.

[related_articles]El gobierno le garantizó al UNFPA que el censo se realizará “en línea con los estándares internacionales” en la materia y según los cuales “cada persona será contada, independientemente de su ciudadanía o condición étnica”.

Jackson espera que el perfil de población del país, que se estima tiene 60 millones de habitantes, abrace la “inclusividad”.

Esas palabras desentonan con la realidad en el terreno, pues el año pasado estalló en Birmania la violencia sectaria entre los budistas arakaneses y los rohingyas.

En octubre de 2012 y junio de este año, ataques contra rohingyas que mataron a casi 200 y desplazaron a 140.000 despertaron cierta empatía por los miembros de esta etnia. HRW los describió como víctimas de “limpieza étnica” en un informe divulgado en abril de este año.

Esa funesta situación ha empeorado. El Proyecto Centinela para la Prevención del Genocidio describe a Birmania como “un caso de manual”.

“La maquinaria del genocidio –el proceso complejo y sistemático diseñado para eliminar a los rohingyas– ya está operando en Birmania y ha llevado la limpieza étnica y el aislamiento a su punto actual”, señala el informe “High Risk of Genocide in Burma” (Alto riesgo de genocidio en Birmania), que la organización divulgó a comienzos de septiembre.

“Cada vez más evidencias respaldan las denuncias de que actualmente tiene lugar un genocidio en Birmania, y puede ser meramente cuestión de escala”, revela el reporte.

Entre los “indicadores clave de intento genocida” está el “registro forzado de rohingyas bajo una identidad étnica ‘extranjera’, intentando brindar una negación documental de la existencia del grupo”, añade.

 

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