Cada vez menos espacio para intelectuales tayikos

En julio de 2013, las autoridades de Tayikistán confiscaron el único manuscrito del último libro de un novelista poco conocido. En una secuencia típicamente orwelliana, tras la confiscación del texto en una imprenta de Dushanbe, el autor fue sometido a un interrogatorio que incluyó preguntas como: “¿Quién le ordenó a usted escribir este libro?”.

El autor, Pulod Abuev, de 69 años, apeló luego a representantes del temido Comité de Estado para la Seguridad Nacional (GKNB), a fin de que le devolvieran su obra. Luego de algún tiempo, le dijeron que un comité especial de la estatal Academia de Ciencias había evaluado su manuscrito, que incluía relatos que criticaban la corrupción generalizada en Tayikistán, y decidido que “ofendía al pueblo tayiko”. Por lo tanto, no se lo devolvieron.

En una conferencia de prensa realizada el 17 de este mes, Abdulvojid Shamolov, de la Academia de Ciencias, quien realizó la evaluación del texto de Abuev, dijo que el autor había expresado su apoyo a las teorías de un “científico uzbeko” sin nombrarlo, que negó la existencia de la nación tayika.

“La Academia de Ciencias y el GKNB han cumplido con sus responsabilidades de garantizar la seguridad en el país”, dijo Shamolov en declaraciones recogidas por la agencia de noticias Asia Plus.

El caso de Abuev atizó los temores entre parte de los creadores de Dushanbe ante la posibilidad de que las autoridades tayikas estén intentando eliminar toda forma de libre pensamiento, bajo el vago pretexto del patriotismo.

[pullquote]3[/pullquote]La autocensura ya está generalizada entre los periodistas, que enfrentan cargos por difamación y amenazas de muerte cuando abordan asuntos delicados. Observadores locales sostienen que quien principalmente aplica la campaña del gobierno es el GKNB, receptor de la ayuda que en materia de entrenamiento le brindan las Fuerzas Armadas de Estados Unidos.

Abuev cree que lo etiquetaron como agente del rival Uzbekistán simplemente por expresar puntos de vista directos sobre el estado actual de la sociedad tayika. Uno de los relatos breves contenidos en el manuscrito versa sobre una carretera con peaje que beneficia económicamente a familiares del presidente.

“Escribo sobre la vida, sobre los trabajadores migrantes, sobre la corrupción y la hipocresía de los burócratas. Alguien ha visto una amenaza a la seguridad nacional en mi obra. Esto es ridículo”, dijo Abuev a EurasiaNet.org.

El espacio para el discurso intelectual está desapareciendo, según el celebrado dramaturgo Barzu Abdurazzakov. Las autoridades están amordazando literatura que hasta el más celoso de los censores soviéticos habría encontrado inofensiva, opinó.

“Tome cualquier obra clásica de (William) Shakespeare o (Anton) Chéjov, y los burócratas inmediatamente detectarán ‘una amenaza a la seguridad nacional’. Si esto sigue ocurriendo, prohibirán toda la literatura antigua y la dramaturgia clásica, pues todas esas obras nos hablan sobre la tragedia de los reyes y de sus hijos”, dijo Abdurazzakov a EurasiaNet.org.

Muchos parientes del presidente Imomali Rajmon ocupan altos puestos de gobierno y otros cargos importantes.

Aunque tal vez no sorprende en este contexto, Abdurazzakov dijo que en este momento no puede encontrar trabajo en Tayikistán.

Cuando alguien que realiza una crítica social resulta ser miembro de una minoría étnica, los ataques personales pueden volverse feos, sostuvo Temur Varky, un ciudadano tayiko perteneciente a una minoría, que opera un canal de televisión independiente en Moscú que se ve en Tayikistán.

Desde junio, en varios mensajes a través de la red social Facebook, una usuaria identificada como “Tamara Obidova” llamó a Varky “un traidor y un mentiroso con un apellido ajeno a los tayikos”.

Obidova escribió que Varky estaba “tratando de dividir” a Tayikistán, “la nación coronada de Asia”. Y luego lo comparó con Tamerlane, un villano legendario que en Tayikistán es reverenciado como héroe conquistador en el vecino Uzbekistán.

En Tayikistán y en Uzbekistán, como en muchos de los estados que obtuvieron su independencia tras la disolución de la Unión Soviética, los intentos de definir una identidad nacional a menudo recurren a argumentos de “nosotros versus ellos”.

Ese nacionalismo poco sofisticado permite a los funcionarios culpar a misteriosas fuerzas extranjeras, eludir las críticas y diluir la responsabilidad por sus propios errores. En los medios de comunicación favorables al gobierno, a menudo las discusiones sobre recursos o fronteras degeneran en disputas sobre rivalidades históricas que datan de hace siglos.

Varky y varios editores de periódicos en Dushanbe, que hablaron a condición de preservar su identidad creen, que “Tamara Obidova” y otros que se manifiestan de manera similar por Internet trabajan para el GKNB. Acusaciones similares son comunes en Uzbekistán y Rusia también.

Varky dijo que sus problemas con Obidova empezaron poco después de que él anunció su apoyo a Zaid Saidov, un político de la oposición arrestado pocos meses antes de las elecciones presidenciales del año pasado.

La mayoría de los observadores independientes creen que el arresto tuvo motivaciones políticas y que fue diseñado para silenciar a un reformista y potencial rival del presidente Rajmon, que terminó asegurándose la reelección.

La organización Human Rights Watch señaló que los comicios de noviembre “carecieron de una competencia política significativa”. El mes pasado, Saidov fue sentenciado a 26 años de prisión por una variedad de cargos luego de un juicio a puertas cerradas, que pocos creen que haya sido justo.

“Las autoridades están acosando a sus partidarios (de Saidov) y a quienes expresan puntos de vista alternativos”, dijo Varky a EurasiaNet.org.

[related_articles]Irónicamente, hace menos de dos años Rajmon reprendió a funcionarios por no responder a las críticas. El gobernante llamó a la crítica “un fenómeno constructivo”, agregando que era “un factor importante para el desarrollo en la sociedad”.

Eso fue entonces. Ahora, quienes ven a los ricos y poderosos con mirada crítica, a menudo enfrentan una reacción violenta. Por ejemplo, Olga Tutubalina, editora del semanario Asia Plus, es juzgada por un artículo que escribió el año pasado criticando a miembros de sindicatos creativos y artísticos financiados por el gobierno como aduladores del gobierno.

Tutubalina, nacida en Dushanbe e integrante de una minoría no tayika, ha recibido correos electrónicos cargados de odio racial que la acusan de intentar destruir a la nación tayika.

Mientras, las autoridades trabajan para definir qué es ser tayiko y qué no. A comienzos de este mes, por ejemplo, la oficina del alcalde de Dushanbe anunció que empezaría a controlar la música en taxis y en autobuses públicos para impedir que los pasajeros escucharan canciones “ajenas a los valores humanos nacionales y universales”.

 

Konstantin Parshin es un periodista independiente radicado en Tayikistán. Este artículo fue publicado originalmente en EurasiaNet.org.

 

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