Cese del fuego dista de ser concluyente en Sudán del Sur

Dos madres y sus hijos miran hacia la costa tras llegar en bote a Mingkaman, Sudán del Sur. En menos de un mes, cerca de 84.000 personas huyeron de los combates en Bor cruzando el río Nilo. Crédito: Mackenzie Knowles-Coursin/IPS.

Cuando representantes de las facciones beligerantes de Sudán del Sur se reunieron en un hotel de lujo en Addis Abeba el 23 de este mes para firmar un acuerdo de alto al fuego, hubo fervientes aplausos y vítores entre la audiencia.

El cese de hostilidades exigió que ambas partes entregaran las armas en un plazo de 24 horas. Pero en la noche del viernes 24, aproximadamente a la misma hora en que debía entrar en vigor la tregua, el brigadier general Lul Ruai Koang, portavoz del ejército opositor, dijo a IPS que la situación distaba de ser calma.

“Estamos luchando en casi todas partes”, expresó, refiriéndose en particular a los enfrentamientos que estallaron en las localidades de Dangdok y Duar, en el estado de Unidad, en Dolieb Hill, en el estado del Alto Nilo, y en Mathiang, en el estado de Jonglei.[pullquote]3[/pullquote]

“El gobierno violó el cese de hostilidades antes de que se iniciara. Tenemos derecho a defendernos con todos los medios que contamos a nuestra disposición”, agregó Koang.

Mientras, el sábado 25, el portavoz militar del gobierno, Philip Aguer, dijo que todavía se estaban produciendo ataques.

“Los grupos rebeldes nos están atacando. No estamos viendo un cese del fuego del otro lado”, dijo Aguer a IPS, señalando que hubo enfrentamientos al norte de Bor, capital de Jonglei, y al sur de Malakal, la capital del Alto Nilo.

“Nosotros estamos comprometidos con el cese del fuego y continuaremos observándolo, pero también mantenemos la defensa. Es derecho de todos actuar en defensa propia”, añadió.

Las rivalidades políticas y las tensiones étnicas amenazan desde hace tiempo la estabilidad en Sudán del Sur, pero el conflicto actual se inició el 15 de diciembre, cuando la animosidad entre el presidente Salva Kiir y su vice, Riek Machar –a quien Kiir destituyó en julio–, generaron un enfrentamiento dentro de un cuartel militar en Yuba.

El efecto dominó fue devastador. Las divisiones entre los dos mayores grupos étnicos del país –los dinkas, de los cuales Kiir es miembro, y los nuers, ampliamente leales a Machar– dispararon un ciclo cada vez peor de ataques en represalia, asesinatos, violaciones y saqueos.

Las conversaciones Addis Abeba fueron lentas y estuvieron pautadas primero por cuestiones protocolares –ponerse de acuerdo en los términos de referencia y en determinar la agenda– y luego por viajes de mediadores a Sudán del Sur.

El diálogo contó con la mediación de la Autoridad Intergubernamental para el Desarrollo (IGAD, por sus siglas en inglés), un bloque de países de África oriental.

El enviado del IGAD, Seyoum Mesfin, ex ministro de Relaciones Exteriores de Etiopía, dijo durante la ceremonia que la firma fue una “ocasión auspiciosa”, pero advirtió que “algunos acuerdos solo pueden brindar un aplazamiento temporario antes de que la violencia vuelva a escalar”.

El acuerdo final dista de ser concluyente. La oposición no logró garantizar una concesión clave de sus contrapartes: la liberación de 11 personas que estaban detenidas por el gobierno bajo acusaciones de intento de golpe de Estado.

Entre los prisioneros hay varios exfuncionarios de alto rango cuya participación fue crucial para la independencia de Sudán del Sur en 2011, incluido el ex secretario general del Movimiento de Liberación del Pueblo de Sudán (SPLM), Pagan Amum.

“Sostenemos que a los políticos de nuestro lado les han tendido una trampa, son prisioneros políticos. Si estuvieran libres, eso anularía el argumento del gobierno de que esto es una cosa entre nuers y dinkas”, dijo a IPS el delegado de la oposición Mabior Garang, hijo del difunto héroe de la independencia John Garang.[related_articles]

“Este es un levantamiento del pueblo de Sudán del Sur. Una vez que liberen a estas personas, se mostrará el verdadero carácter nacional del levantamiento”, agregó.

Representantes de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), la Unión Europea y Estados Unidos urgieron a Kiir a liberar a los prisioneros como gesto de buena voluntad.

Pero los delegados del gobierno remitieron el asunto al Ministerio de Justicia de Sudán del Sur, diciendo que los detenidos serán sometidos al debido proceso.

El acuerdo señala que el IGAD y sus socios “están firmemente comprometidos a asumir todos los esfuerzos para acelerar la liberación de los detenidos”, pero no incluye ningún compromiso similar del gobierno sursudanés.

Las negociaciones ahora se interrumpirán por dos semanas, lapso tras el cual ambas partes volverán a reunirse para discutir los asuntos más espinosos: los detenidos, los mecanismos a largo plazo para monitorear el cese del fuego y una reconciliación política sostenible.

Mientras el proceso continúa, cientos de miles de personas en Sudán del Sur son víctimas de una grave crisis humanitaria. No obstante, ven las conversaciones con cierto optimismo, dijo a IPS el activista Edmund Yakani, quien dirige una entidad de la sociedad civil en Yuba llamada Organización de Empoderamiento Comunitario para el Progreso.

“Hay esperanzas de que el acuerdo frene la confrontación militar, y de que un cese del fuego genere diálogo. Pero los ciudadanos tienen algunas dudas cruciales. Les preocupa el asunto de la representación; es decir, si estas negociaciones representan solo a las personas que están en el poder, que no entienden los desafíos reales que enfrenta la población de la nación”, planteó.

Una desconexión entre los delegados y sus compatriotas en el terreno dejaría sin efecto el acuerdo de cese de hostilidades. Durante la ceremonia de firma del documento, Nhial Deng Nhial, quien lideró a la delegación del gobierno en nombre de Kiir, expresó dudas sobre la capacidad de la oposición para controlar los combates.

“Lo que realmente nos preocupa en relación al acuerdo sobre el cese de hostilidades es la capacidad del grupo rebelde, pues la mayor parte está integrada por civiles que no están sometidos a la disciplina militar”, dijo.

“Es posible que una orden de interrumpir la lucha no sea obedecida, y esto sin duda pondrá al acuerdo en ridículo”, agregó.

Koang sostuvo que el gobierno es en gran medida culpable de los enfrentamientos del viernes, aunque los conflictos que citó ocurrieron antes del inicio programado para el cese de hostilidades.

“El gobierno está a la ofensiva, intentando obligarnos a retroceder”, dijo. Ante la pregunta de si la oposición adheriría solo a un rol defensivo, respondió que dependía de la situación.

“A veces, cuando a usted lo atacan, usted resiste y cobra impulso, y para mantener el impulso a veces tenemos la necesidad de repeler”, señaló.

Actualmente, el gobierno tiene el control de tres localidades importantes en zonas de conflicto: Bor, la capital de Jonglei, Bentiu, la capital de Unidad, y Malakal, la capital de Nilo Superior.

Pero la oposición dice que controla la mayor parte de las áreas rurales circundantes, y mantiene posiciones no lejos de las ciudades controladas por el gobierno. Si se adhiere al cese de hostilidades, ambas partes se quedarán con sus territorios mientras las delegaciones negocian los principales temas.

Pero algunos sostienen que una paz duradera requerirá que las facciones de Sudán del Sur escarben más profundo que en las causas de la crisis actual.

“Pienso que funcionará si abordan el asunto de la creación del Estado”, dijo Yakani, agregando que Sudán del Sur ha sufrido bajo un sistema monopartidario que coloca la condición étnica por encima de la democracia.

“Las instituciones políticas se basan en antecedentes étnicos, y eso compromete la responsabilidad y la transparencia. Estos conflictos son síntomas de un sistema donde la condición étnica se ha politizado”, planteó.

Otra cuestión es la presencia de tropas ugandesas en Sudán del Sur, donde combaten en nombre del gobierno. Delegados de la oposición en Addis Abeba reclamaron que las fuerzas salgan del país, pero el acuerdo de la semana pasada no hizo ninguna mención directa a su presencia.

Koang dijo el sábado 25 que los soldados ugandeses todavía estaban activos del lado del gobierno.

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