Espantar el hambre sembrando baldíos es ilegal en Zimbabwe

Habitantes de los populosos suburbios de Bulawayo se lanzaron a plantar predios baldíos luego de las abundantes lluvias del año pasado. Crédito: Ignatius Banda/IPS

Janet Zondo tiene que encontrar espacio en el predio que cultiva en Bulawayo, la segunda ciudad de Zimbabwe, para improvisar un granero. Bien podría ser un pequeño silo, a juzgar por el tamaño del maizal que se dispone a cosechar.

Pero Zondo no es una agricultora de un rincón profundo de las zonas rurales. Es una de las muchas residentes de los populosos suburbios de Bulawayo que cultivan terrenos baldíos desde que la zona fue bendecida el año pasado con lluvias inesperadas que desbordaron ríos y también dañaron represas y causaron muertes.

En los suburbios de Tshabalala, Sizinda y Nkulumane los baldíos están florecidos de maíz.

Como muchos aquí, Zondo siempre coqueteó con la agricultura. Pero sus intentos con el maíz fracasaban por la escasez de lluvias. Las precipitaciones fuertes y sorpresivas del año pasado brindaron las condiciones adecuadas para sembrar.

“Nunca coseché tanto maíz”, dijo Zondo, oriunda de Nkulumane, a IPS. “Espero producir más de 100 kilogramos de harina”.

Otros lugareños también aguardan cosechas en abundancia esta temporada. Pero no hay ninguna garantía de que Zondo o los demás siembren la misma tierra en la próxima temporada.

Los predios son propiedad de la municipalidad. Y las ordenanzas de Zimbabwe prohíben cultivar en terrenos municipales vacíos.

“Sabemos que hay gente cultivando en áreas no designadas, pero también debemos tener consideraciones humanitarias. La gente necesita alimentos, y no todos pueden pagar la harina de maíz”, dijo a IPS un concejal de Bulawayo que también plantó maíz en un baldío municipal.

“La mayor parte de la tierra se reserva para viviendas, lo que significa que estas actividades agrícolas no son permanentes”, agregó.

La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) reconoce que la agricultura urbana es ilegal en muchos países y estima que más de 800 millones de personas en todo el mundo la practican y contribuyen así a amortiguar la carestía y la inseguridad alimentaria.

Según la FAO, la cantidad de personas hambrientas ha aumentado a más de 1.000 millones y “los pobres urbanos son particularmente vulnerables”.

Con el programa de horticultura urbana y periurbana Cultivando Ciudades Más Verdes, la FAO trabaja con gobiernos de varios países para integrar esta producción “a los planes maestros de desarrollo urbano”.

Estas medidas podrían beneficiar a productores como Zondo.

“Vivimos con temor constante de que el municipio arranque nuestra siembra. Estoy cosechando a toda prisa para evitarlo”, dijo Zondo.

Aunque las mujeres están en la primera línea del desarrollo sostenible, las empantana la burocracia que les impide acceso a tierras, dijo a IPS la experta en ocupación agraria y urbana Regina Pritchett, de la Comisión Huairou, una coalición mundial de mujeres con sede en Estados Unidos.

“Se necesitan soluciones locales para que las mujeres tengan tierras”, apuntó Pritchett.

Los especialistas ponen de relieve que la ausencia de tenencia formal de pequeños predios puede amenazar a largo plazo el sustento y la seguridad alimentaria en muchos países en desarrollo.

Crecientes contingentes de población urbana se han volcado a sembrar sus alimentos, lo que podría ayudar a amortiguar la escasez en las ciudades de este país de África austral, dijo Japhet Mlilo, investigador sobre desarrollo de la Universidad de Zimbabwe.

Ya hay, de hecho, una crisis alimentaria. El año pasado se importaron 150.000 toneladas de maíz de Zambia, lo que indica que los agricultores nacionales no lograron abastecer el consumo interno.[related_articles]

La demanda asciende a 2,2 millones de toneladas de maíz por año, según el Ministerio de Agricultura.

“En definitiva es simple aritmética. Si la agricultura urbana se ilegaliza y la gente no puede plantar su maíz, pasará hambre. Pero si usted les permite cultivar, reduce la cantidad de población que necesitará ayuda alimentaria”, dijo Mlilo a IPS.

“Aun sin títulos, los residentes ya saben qué predio es suyo. Todavía no he visto peleas por quién cultiva qué baldío sin aprobación municipal. Es una autorregulación. Por el bien de la sostenibilidad, intentar alimentarse uno mismo no debería ser ilegal”, explicó.

Si se diera a las mujeres en todo el mundo derecho a la tierra, se contribuiría a sostener planes agrícolas, pues poseer un recurso constituye un “incentivo” para que las mujeres sigan sembrando, dijo la experta agraria Karol Boudreaux, de Cloudburst Group, un centro de pensamiento con sede en Estados Unidos.

“Asegurar la tenencia de la tierra puede ayudar a resolver asuntos tan importantes como la seguridad alimentaria y el empoderamiento económico femenino”, dijo Boudreaux a IPS.

A Zondo le bastaría saber que la policía municipal no destruirá su maizal. “Trabajé muy duro por él, imagine lo que sería perderlo”.

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