Fístula obstétrica persigue a mujeres pakistaníes

Naz Bibi espera la intervención que la curará de la fístula obstétrica en el Hospital para Mujeres Koohi Goth, en Pakistán. Crédito: Zofeen Ebrahim/IPS.
Naz Bibi espera la intervención que la curará de la fístula obstétrica en el Hospital para Mujeres Koohi Goth, en Pakistán. Crédito: Zofeen Ebrahim/IPS.

El picapedrero Mohammad Lalu, de 50 años, procedente de la remota aldea de Dera Bugti, en la sudoccidental provincia de Balochistán, en Pakistán, busca desde hace 30 años un lugar donde poder curar a su esposa Naz Bibi, de la fístula obstétrica que padece.

Sentada derecha sobre una sábana plástica que cubre una cama de hospital, Bibi contó a IPS: “Estuvimos viajando dos días sin descanso para llegar aquí y gastamos 12.000 rupias (unos 120 dólares) solo en el autobús”.

Es una suma enorme para una familia con recursos extremadamente modestos en un país donde el ingreso promedio es inferior a 1.200 dólares al año. Pero para Lalu y su esposa vale la pena el gasto si Bibi puede curarse del terrible mal que la aqueja.

La fístula obstétrica es un problema casi inexistente en los países de altos y medianos ingresos, pero común en muchos lugares de África y Asia. La Organización Mundial de la Salud (OMS) estima que casi tres millones de mujeres la padecen cada año en el mundo.[pullquote]3[/pullquote]

No hay datos oficiales, pero los especialistas estiman que entre 4.000 y 5.000 mujeres sufren este problema en Pakistán.

La fístula aparece tras un trabajo de parto prolongado, cuando la cabeza del bebé presiona sobre el canal de parto y desgarra las paredes del recto y la vejiga, lo que genera incontinencia urinaria y fecal.

Los médicos explican que las jóvenes, cuyos cuerpos no alcanzaron la madurez suficiente para soportar el trabajo de parto, son más vulnerables, así como las que no están bien alimentadas o viven lejos de un centro de salud equipado para atenderlas.

Este problema de salud hace que las mujeres pierdan el control de esfínteres, lo que acarrea un enorme estigma por el permanente olor a materia fecal que emana de su cuerpo, que las margina de sus comunidades y familias y las obliga a sufrir en silencio.

Esto resulta especialmente traumático para las madres jóvenes que terminan pasando la mejor parte de sus vidas con poco o ningún contacto con el mundo exterior.

Lalu contó a IPS que los problemas de Bibi comenzaron poco después de parir a un bebé sin vida en la adolescencia, cuando estaba casada con su primer marido.

“Soy su segundo esposo”, indicó. “Sus padres la casaron conmigo después de que su primer marido la abandonó, pero no revelaron que sufría este problema espantoso”, apuntó.

A diferencia de muchos hombres, Lalu no le dio la espalda. En cambio, se esforzó por encontrarle el tratamiento necesario. No ha sido fácil, pues la fístula obstétrica solo se trata mediante una cirugía reconstructiva, cuyo costo es prohibitivo para miles de mujeres.

Koohi Goth es uno de los 12 centros creados en el marco del Proyecto Fístula, del Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA), que trata el problema de forma gratuita.

Después de ocho años, y con la colaboración del Foro Nacional de Pakistán para la Salud de las Mujeres (PNFWH, por sus siglas en inglés), se capacitaron 38 médicos para realizar la intervención quirúrgica. Es una cifra ínfima comparada con la dimensión de la crisis que atraviesa la salud materna en este país, se lamentan los expertos.

Totalmente evitable

Según la última encuesta de Demografía y Salud, 276 de cada 100.000 mujeres mueren durante el parto en este país de 183 millones de habitantes.

“Todas esas muertes son 100 por ciento evitables si podemos ofrecer atención de calidad y detener el matrimonio infantil”, remarcó Sajjad Ahmed, director del Proyecto Fístula, en entrevista con IPS.

Planteó que si se pudiera demorar la edad a la cual las mujeres se embarazan por primera vez, significaría un enorme avance para evitar problemas de salud como la fístula obstétrica.

Según el UNFPA, “tanto por razones fisiológicas somo sociales, las madres de entre 15 y 19 años tienen el doble de probabilidades que las veinteañeras de morir durante el parto. El trabajo de parto obstruido es especialmente común entre las que paren por primera vez sin haber alcanzado la madurez”.

Pero será muy difícil de cambiar esa mentalidad que no ve nada malo en el matrimonio infantil, en especial en las zonas rurales de Pakistán.[related_articles]

Shahbano, de 13 años y procedente de la aldea de Sanghar, en la sureña provincia de Sindh, ocupa la cama de al lado de la de Bibi. Según dijo a IPS, la casaron a los 11 años y sufrió la fístula obstétrica hace tres semanas tras su primer parto, que fue prolongado.

Por suerte, ella y su bebé sobrevivieron el calvario y espera que salga todo bien en la intervención quirúrgica para no sufrir incontinencia el resto de su vida.

“En nuestra cultura, cuando la niña menstrua por primera vez, sus padres están obligadas a casarla”, dijo a IPS el esposo de Shahbano, Abid Hussain.

Ni él ni su esposa adolescente sabían que en mayo la asamblea provincial de Sindh aprobó la Ley para Frenar el Matrimonio Infantil, que prohíbe el casamiento de menores de 18 años. La infracción a la norma se castiga con tres años de prisión o una multa de 450 dólares.

En 1929, la edad legal para contraer matrimonio eran los 14 años y, en 1965, se subió a 16.

Actualmente, Sindh es la única provincia en Pakistán que establece los 18 años como la edad mínima para casarse, lo que generó una fuerte oposición de organizaciones religiosas.

Maulana Muhammad Jan Sherani, presidente del Consejo de Ideología Islámica, que oficia de asesor parlamentario, opinó al respecto: “Alguna gente quiere agradar a la comunidad internacional yendo contra las prácticas y los preceptos islámicos”.

“Ese tipo de comentarios son obstáculos en nuestra lucha contra el matrimonio infantil y el embarazo precoz”, afirmó Ahmed.

Si pudiera darles un consejo a niñas como Shahbano les diría que eduquen a sus hijos, y en especial a sus hijas.

“Demorará una generación revertir esta situación, pero la educación automáticamente producirá un cambio cultural capaz de postergar los matrimonios. Es la única forma que veo de erradicar este problema”, subrayó.

Actualmente, este país tiene capacidad para atender solo 2.000 casos de fístula obstétrica, pero además los médicos terminan operando solo a entre 500 y 600 mujeres al año.

La baja cantidad de intervenciones, explicó Ahmed, es porque la gente no sabe que se puede tratar y no buscan ayuda. Muchas mujeres viven en zonas rurales sin televisión, ni radio, ni teléfonos celulares, lo que dificulta las posibilidades de generar conciencia sobre este problema.

Para atender esa dificultad, los hospitales crearon las “trabajadoras de la salud”, mujeres que recorren casa por casa en las zonas rurales ofreciendo información sobre derechos y salud sexual y reproductiva.

“Tenemos una enorme brigada de casi 100.000 trabajadoras de la salud”, detalló Ahmed. Solo cubren 60 por ciento del país, pero ofician de puente entre las poblaciones rurales y los  proveedores de salud en las ciudades.

Con este esfuerzo sostenido, quizá algún día en Pakistán, problemas como la fístula obstétrica solo serán un mal recuerdo lejano.

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