Vivir a la sombra de desastres naturales en Nepal

Una familia musulmana en la aldea de Habrahawa, en el distrito de Banke, en el oeste de Nepal, cuya situación de pobreza le impide contar con los recursos para recuperarse tras un desastre natural. Crédito: Naresh Newar/IPS

La pequeña localidad de Jure, a unos 60 kilómetros de Katmandú, se convirtió en un trágico ejemplo de cómo las comunidades rurales más pobres de Nepal son las primeras víctimas y las que más sufren los desastres naturales.

El 2 de este mes, una ladera de casi dos kilómetros de largo, que se elevaba unos 1.350 metros sobre el río Sunkoshi, se desplomó arrasando unas 100 viviendas y dejando 155 personas muertas en esa pequeña localidad de 2.000 habitantes, en el distrito occidental de Sindhupalchowk.[pullquote]3[/pullquote]

La Sociedad de la Cruz Roja de Nepal, la mayor agencia humanitaria del país, informó que el número de muertes que dejó ese episodio lo coloca entre los peores de la historia de este país, con una especial propensión a las catástrofes naturales.

Frente al temor de que un lago artificial, creado bloqueando el río, se desborde e inunde los pueblos aledaños, los especialistas urgen al gobierno a considerar seriamente identificar las zonas de peligro en todo el país y a integrar la gestión de desastres naturales en el plan nacional de desarrollo económico.

Una iniciativa de ese tipo marcaría la diferencia entre la vida y la muerte para las comunidades más pobres de Nepal, a menudo obligadas a asentarse en las zonas más vulnerables.

Los más pobres sufren las peores consecuencias

Las empinadas laderas, las activas zonas sísmicas, las lluvias de los monzones entre julio y septiembre y la topografía montañosa convierten a Nepal en uno de los lugares más propensos a la ocurrencia de desastres, según el Banco Mundial.

Más de 80 por ciento de los 27,8 millones de habitantes de Nepal viven en zonas rurales, y una cuarta parte de ellos subsisten con menos de 1,25 dólares al día.

Los más pobres, que dependen en gran parte de la agricultura, suelen vivir en zonas escarpadas bajo el temor constante de desprendimientos de tierra, o en zonas bajas anegables, y virtualmente no tienen recursos para recuperarse tras una calamidad derivada de alteraciones climáticas, según un informe del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD).

La mayoría de las viviendas en la aldea nepalí de Holiya, propensa a las inundaciones, quedan vacías cuando azotan los monzones, pero las familias se ven obligadas a regresar una vez pasado el desastre. Crédito: Naresh Newar/IPS
La mayoría de las viviendas en la aldea nepalí de Holiya, propensa a las inundaciones, quedan vacías cuando azotan los monzones, pero las familias se ven obligadas a regresar una vez pasado el desastre. Crédito: Naresh Newar/IPS

El Consorcio para la Reducción del Riesgo de Desastres de Nepal, que reúne a organizaciones locales e internacionales que trabajan con el gobierno, promueve desde hace tiempo la incorporación de medidas paliativas en los planes de reducción de la pobreza para mejorar la vida de los sectores más vulnerables y “minimizar el impacto de los desastres”, explicó Moira Reddick, coordinadora del grupo.

“La mayoría de las víctimas de desastres naturales casi siempre son de las comunidades más pobres y el trágico incidente en Jure no es más que un recordatorio de eso”, coincidió Pitamber Aryal, director nacional del Programa Integral de Gestión del Riesgo de Desastres de Naciones Unidas en Nepal, al ser consultado por IPS.

En las últimas tres décadas, los deslizamientos de tierra dejaron 4.511 víctimas y arrasaron 18.414 viviendas, dejando 555.000 damnificados, según cifras oficiales.

Obligados por las circunstancias[pullquote]1[/pullquote]

Con poca ayuda del gobierno, la sociedad civil tiene dificultades para ofrecer los servicios necesarios a las poblaciones damnificadas.

Dinanath Sharma, coordinador de reducción del riesgo de desastres de la no gubernamental Practical Action, dijo a IPS que su organización había hecho varios intentos de reasentar comunidades, pero sus esfuerzos habían sido en vano por la falta de un plan global que garantice una vivienda segura y un sustento acorde.

“No iremos a ningún lado a menos que el gobierno nos encuentre un lugar con tierra fértil y bueno para vivir”, dijo a IPS un agricultor musulmán del alejado poblado de Habrahawa, en el distrito de Banke, 600 kilómetros al sudoeste de Katmandú y cuya capital es Nepalgunj.

El mismo reclamo se repite en varias zonas de Nepal, en especial entre quienes viven en los márgenes del río Rapti, uno de los más grandes del país y responsable de muchas inundaciones en la última década.

Los desbordes fluviales afectaron a más de 3,6 millones de personas en los últimos 10 años, según el Informe Nacional de Desastre de 2013, pero los lugareños regresan por sus tierras fértiles y agua, con lo que apenas logran ganarse la vida.

El Ministerio de Asuntos Internos indica que las inundaciones y los deslizamientos de tierra causan unas 300 muertes al año y los daños económicos ascienden a tres millones de dólares, lo que agrava la ya precaria situación en que se encuentra Nepal, donde unas 3,5 millones de personas carecen de seguridad alimentaria, según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO).

La historia vuelve a repetirse

Para las personas familiarizadas con las vulnerabilidades de Nepal, la falta de disposición del gobierno para crear un programa de gestión del riesgo de desastres es incomprensible.

Por ejemplo, el Centro Internacional para el Desarrollo Integrado de las Montañas ha estudiado y analizado el frágil ecosistema de vasta zonas del Himalaya desde hace 30 años.

Una de sus observaciones incluyó la vulnerabilidad del valle del Sunkoshi a problemas causados por el agua debido a la frágil formación geológica y la abrupta topografía, que empeora con las frecuentes y copiosas lluvias.

La falta de un monitoreo adecuado y de un sistema de alerta temprano derivó en una tragedia el 2 de este mes, lo que pudo haberse evitado con facilidad, según especialistas.

Como respuesta, el gobierno creó una comisión de alto nivel para buscar soluciones a la preparación de desastres a largo plazo, informaron funcionarios.[related_articles]

“Actualmente hay una fuerte discusión sobre cómo reducir la vulnerabilidad de las comunidades pobres y la única forma de hacerlo es reubicándolas con un programa económico integral”, dijo a IPS el director general del Departamento de Hidrología y Meteorología, Rishi Ram Sharma.

Para garantizar la seguridad de las poblaciones rurales, el gobierno debe realizar estudios geológicos intensos para hacer un mapa con las zonas más peligrosas, lo que también podría ayudar a identificar los lugares seguros para reubicar aldeas enteras, explicó Sharma, quien dirige la flamante Comisión para la Preparación de Desastres.

Trabajadores humanitarios dijeron a IPS que la respuesta de emergencia del gobierno, con la participación de la policía y el ejército y bajo la supervisión del Ministerio del Interior, fue eficiente, pero a los funcionarios les cuesta llegar a poblados de difícil acceso debido al terreno escarpado y a las fuertes lluvias.

Editado por Kanya D’Almeida / Traducido por Verónica Firme

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