La reconstrucción de Filipinas un año después de Haiyan

Un año después del tifón Haiyan, más de cuatro millones de personas siguen sin hogar permanente. Crédito: Comisión Europea DG ECHO/Pio Arce/Genesis Photos-World Vision/CC-BY-ND-2.0

Al cumplirse un año del tifón Haiyan, la mayor tormenta que haya golpeado el territorio de Filipinas, donde la conocen como Yolanda, miles de historias sobre pérdidas, desesperación, soledad, hambre y enfermedades inundaron los medios junto a relatos de heroísmo. Tampoco faltaron las críticas al gobierno por los problemas de la reconstrucción.

Haiyan golpeó a Filipinas el 8 de noviembre de 2013 con vientos de 250 kilómetros por hora y olas de siete metros de alto que causaron daños terribles a la ciudad de Tacloban, en el centro del país, conocida como la “zona cero” del temporal, que dejó más de 6.500 personas muertas y cientos más desaparecidas.

El desastre

Se pueden apreciar algunas señales de recuperación en Tacloban, 580 kilómetros al sudoeste de Manila, pero todavía falta que vuelva a la vida, un proceso que puede llevar entre seis y ocho años, o quizá más, según los donantes.

En su evaluación sobre las iniciativas de reconstrucción, divulgada antes de cumplirse el primer año del desastre, el Banco de Desarrollo Asiático (BDA), con sede en Filipinas, dijo que si bien “los esfuerzos de reconstrucción siguen siendo difíciles”, se ha logrado mucho.

“El BDA está en Filipinas desde hace 50 años y podemos decir que otros países no hubieran respondido tan bien frente a una gran crisis como esta”, declaró el vicepresidente de la institución para Asia sudoriental y Asia Pacífico, Stephen Groff, en conferencia de prensa.

El embajador de Canadá en Filipinas, Neil Reeder, coincidió: “La capacidad de recuperación del país fue más rápida en relación a otros desastres humanitarios”.

Los especialistas han señalado que la “bayanihan”, una característica de los filipinos de identificarse con su comunidad y su barrio, ayudó a fortalecer el abrumador proceso de recuperación.

“Yolanda fue el mayor tifón y el más poderoso que haya golpeado tierra firme y haya impactado una vasta superficie, entre las que estaban algunas de las zonas más pobres de Filipinas. Es importante que veamos la dimensión y el alcance del desastre un año después”, remarcó Groff.

El tifón afectó a 16 millones de personas, alrededor de 3,4 millones de familias, y destruyó más de un millón de viviendas, derribó 33 millones de cocoteros, 600.000 hectáreas de tierras cultivables, 248 torres de telecomunicaciones y más de 1.200 estructuras públicas, recordó.

Además dañó 305 kilómetros de carreteras, 20.000 salones de clase y unos 400 centros de salud.

El temporal afectó a la población de más de 171 ciudades y municipalidades en 44 provincias de nueve regiones.

El presidente Benigno Aquino III fue blanco de críticas por su ineptitud en el proceso de reconstrucción el sábado 8 durante las actividades de recordación del desastre.

Incluso, algunos manifestantes quemaron una efigie del presidente de casi tres metros de altura.

La Iglesia Católica declaró el día del aniversario como un día de oración nacional y se podía escuchar el tañido de las campanas al inicio de la misa en la fosa común donde están enterradas casi 3.000 personas.

Cientos de pescadores protestaron y reclamaron al gobierno nuevas viviendas, empleo y trabajo, al tiempo que acusaron a las autoridades de desviar fondos destinados a la reconstrucción.

Los cibernautas compartieron recuerdos de cómo hace un año observaban impotentes en la televisión o en las pantallas de sus computadoras las escenas de horror en Tacloban. Fotografías del antes y el después de la tormenta inundaron las redes sociales.

Ayuda internacional multimillonaria

El presidente Aquino visitó la isla de Sámar, una de las que forman las Bisayas, en el centro del archipiélago, y declaró: “Desearía que avanzáramos más rápido y presionaré a todo el mundo para que avance más rápido, pero la triste realidad es que la magnitud del trabajo que queda no puede hacerse de la noche a la mañana. Quiero hacerlo bien para que los beneficios sean permanentes”.

El gobierno estima que se necesita un plan maestro de unos 3.800 millones de dólares para reconstruir las comunidades afectadas, lo que incluye la construcción de un dique de cuatro metros de alto a lo largo de 27 kilómetros de costa para evitar daños mayores en caso de que ocurra otro episodio similar.

El alcalde de Tacloban, Alfred Romualdez, dijo que todavía hay dos millones de personas en tiendas de campaña y solo 1.422 hogares fueron reubicados en viviendas permanentes. Quedan 205.500 supervivientes sin residencia fija.[related_articles]

El proceso de recuperación logró levantar nuevas torres de electricidad pocos meses después del tifón, mientras zonas llenas de barro fueron reemplazadas por pastos verdes, se volvió a cultivar y los arrozales prosperan una vez más.

El gobierno, entidades privadas y agencias humanitarias internacionales colaboraron en programas de saneamiento tras la tormenta.

El BDA informó que trata de definir si se necesitará otro paquete de asistencia por unos 150 millones de dólares, además de los 900 millones ya comprometidos al inicio del proceso de recuperación.

La Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (Usaid) ofrecerá asistencia técnica por 10 millones de dólares para llevar adelante 18.400 proyectos en todo el país. El fondo cubrirá otras zonas golpeadas por la tormenta como Guian, en el este de Sámar, que también recibirá otro monto similar de Emiratos Árabes Unidos para programas de rehabilitación.

El gobierno de Canadá también ofreció 3,3 millones de dólares para recuperar modos de subsistencia y mejorar el acceso al agua potable en las provincias de Leyte e Iloílo.

El gobierno de Filipinas aseguró que las autoridades supervisarán, controlarán y actuarán con transparencia en la gestión de los fondos aportados por la comunidad internacional.

El senador Panfilo Lacson, a cargo de los programas de recuperación, dijo que las denuncias verificadas de que se habían construido casas con materiales de mala calidad, lo que había generado enfrentamientos con los constructores, le permitieron darse cuenta “de que había que supervisar los fondos”, reconoció.

Además, pidió colaboración a la población para que denunciara irregularidades en la gestión de los fondos multimillonarios procedentes de las arcas nacionales y de donantes.

Editado por Kanya D’Almeida / Traducido por Verónica Firme

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