“La economía debe servirnos a nosotros y no al revés»

Ya desde la época de la universidad John Schmitt ha estado «muy interesado en las cuestiones de justicia económica” y “desigualdad económica”, asegura.

Foto: Cortesía de John Schmitt
Foto: Cortesía de John Schmitt

Tuvo un período de aprendizaje en las entrañas del movimiento sindical de Estados Unidos, donde investigó las campañas de organización de varios sindicatos. Ahora es un autor influyente sobre empleos mal remunerados que reorientaron la forma en que políticos y economistas comprenden el tema.

Schmitt es economista del Centro para la Investigación Económica y Política en Washington. También se desempeña como profesor visitante en la Universidad Pompeu Fabra de Barcelona y fue becario Fulbright en la Universidad Centroamericana José Simeón Cañas, de El Salvador. Tiene títulos de la Universidad de Princeton y la London School of Economics.

El corresponsal Peter Costantini de IPS lo entrevistó por teléfono y correo electrónico entre agosto y diciembre de 2014.

IPS: Entre las recetas políticas para reducir la desigualdad de ingresos y levantar el piso del mercado de trabajo, ¿dónde encaja el salario mínimo?

JOHN SCHMITT: Creo que el salario mínimo es muy importante. Concretamente eleva los salarios de muchos trabajadores de bajos y medianos ingresos, y también establece el principio de que nosotros, como sociedad, podemos exigir que la economía sea sensible a las necesidades sociales.

Es una declaración legal, casi palpable de que tenemos el derecho a exigir que la economía nos sirva y no que nosotros le sirvamos a la economía. No es la solución, en sí mismo, a la desigualdad económica. Pero es un primer paso importante.[pullquote]3[/pullquote]

Dos de los tres últimos aumentos del salario mínimo los firmaron presidentes republicanos, con un importante apoyo de los republicanos en el Congreso (legislativo). Así que se trata de una institución muy estadounidense que ha tenido una larga historia de apoyo bipartidista.

Y es un primer paso fácil. Es algo que hemos tenido en este país desde los años 30, y tiene un amplio apoyo político. Habitualmente en las encuestas recibe un apoyo muy por encima del 50 por ciento, incluso entre los republicanos. Y en la población en general la apoyan de 65 a 75 por ciento de los votantes.

Y es eficaz en hacer lo que se supone que debe hacer, que es aumentar el salario de los trabajadores en la parte inferior… recompensa a los que trabajan. Casi todo el mundo está de acuerdo en que si uno trabaja mucho, deben pagarle una cantidad digna de dinero a cambio.

También, que no implica ninguna burocracia gubernamental más que un mecanismo de aplicación relativamente menor. Porque todo el mundo sabe qué es el salario mínimo. Existe una norma social y la esperanza de que quienes trabajan deben obtener al menos el salario mínimo.

IPS: En los años 90 se comenzó a cuestionar el viejo argumento de que el aumento del salario mínimo reduce el empleo entre los trabajadores con remuneración baja.

JS: Se le llamó la Nueva Investigación del Salario Mínimo. Muchos economistas de la época investigaron la experiencia de los estados que habían subido el salario mínimo y encontraron que los aumentos estatales parecía tener poco o ningún efecto sobre el empleo.

Esto causó una gran controversia, que todavía está en curso.

El modelo de los textos de estudio sobre cómo funciona el mercado de trabajo es una simplificación excesiva. Puede ser útil en algunos contextos, pero no para entender una cosa bastante complicada: qué sucede cuando el salario mínimo sube.

Una idea clave es que ni los empresarios ni los empleados operan en un mercado laboral competitivo. Existe la posibilidad de que los empresarios realicen ajustes en otras dimensiones, además de despedir a los trabajadores: suben los precios un poco o recortan las horas de trabajo.

Y desde el punto de vista de un trabajador, si elevan tu salario un 20 por ciento y te recortan las horas cinco o 10 por ciento, todavía estás mejor, ¿no? Porque te pagan más dinero y trabajas menos horas. Así que hay muchas maneras para que las empresas se adapten a la subida del salario mínimo, además de los despidos.

IPS: Desde el punto de vista del trabajador, aún sale beneficiado. El empleo de bajos ingresos es muy inestable de por sí.

JS: Un ingrediente importante aquí es la rotación de personal. Una investigación  nueva analiza muy bien qué sucede con las tasas de rotación laboral antes y después de la subida del salario mínimo, y encuentra una disminución sustancial de las mismas para diferentes tipos de trabajadores.[related_articles]

Un análisis diferente refiere a una ley de salario digno aprobada por el aeropuerto de San Francisco hace unos años. Encontraron una disminución de 80 por ciento en la rotación del personal encargado del equipaje tras la subida.

La rotación es muy cara, incluso para los trabajadores con salarios bajos. Ocupar una vacante puede costar entre 15 y 20 por ciento del costo anual de ese trabajo. Las personas que tienen que hacerlo son gerentes, que usando su tiempo más caro. Y mientras tanto, usted está perdiendo clientes.

Así que si el salario mínimo reduce la rotación laboral, de lo cual hay cada vez más evidencia, entonces puede explicar en gran parte por qué vemos tan poco impacto del aumento del salario mínimo en el empleo.

IPS: ¿Qué sucede cuando las ciudades aumentan el salario mínimo?

JS: Tengo mucha fe en el proceso democrático. Cuando una ciudad decide fijar el salario participa mucha gente: empresarios, trabajadores, sindicatos, organizaciones de la comunidad, los trabajadores de bajos ingresos, académicos locales.

Creo que este es un motivo por el que no vemos grandes consecuencias en el nivel de empleo: el proceso por lo general conduce a un salario que es una gran mejora frente a lo que teníamos y dentro del alcance de lo que la economía local puede permitirse.

Creo que probablemente nos equivocamos por el lado de la precaución y no por el lado de ir demasiado lejos.

La versión completa de esta entrevista en inglés se encuentra aquí.

Editado por Kitty Stapp / Traducido por Álvaro Queiruga

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