Más armas en Nicaragua, el segundo país más pobre de América

Soldados de Nicaragua bajan material electoral de un avión militar Antonov 26, parte de la cooperación rusa con el país. Crédito: Cortesía del Ejército de Nicaragua
Soldados de Nicaragua bajan material electoral de un avión militar Antonov 26, parte de la cooperación rusa con el país. Crédito: Cortesía del Ejército de Nicaragua

Nicaragua, el segundo país más pobre de América Latina, abre sus débiles arcas para renovar su envejecido armamento militar con nuevo y costoso equipamiento ruso, en una decisión que ha generado polémica interna e inquietud en el vecindario centroamericano. 

La decisión fue confirmada oficialmente el 10 de febrero por el inspector general del Ejército de Nicaragua, general de brigada Adolfo Zepeda.

Ante rumores de medios internacionales que indicaban que Managua buscaba una flota de entre seis y 12 aviones de guerra Mig-29, el jefe militar admitió la búsqueda de aeronaves de caza de carácter “defensivo”, destinadas a interceptar vuelos de los carteles del tráfico de drogas en el Caribe nicaragüense, junto con embarcaciones artilladas, sin brindar más detalles.

La información despertó las críticas de sectores civiles de Nicaragua y América Central, que desaprueban que el país más pobre del continente después de Haití persiga aviones militares, que en el caso de los Mig-29 tienen un costo unitario de unos 29 millones de dólares.[pullquote]3[/pullquote]

Según cifras del Banco Mundial, 42,5 por ciento de los 6,1 millones de habitantes de Nicaragua vivían en estado de pobreza en 2009, último año que se suministraron datos oficiales en el país.

Elvira Cuadra, socióloga y directora del no gubernamental Instituto de Estudios y Estrategias de Políticas Públicas, dijo a IPS que la compra de aviones rusos, en los montos estimados por medios locales e internacionales, serían mejor invertidos en alcanzar los Objetivos de Desarrollo del Milenio, que en el año 2000 la comunidad internacional acordó alcanzar antes de finalizar 2015.

“La situación económica del país y especialmente la vulnerabilidad de ciertos grupos de población frente a la pobreza y extrema pobreza requiere que todos los recursos y esfuerzos estén dirigidos a resolver este tipo de retos”, aseguró.

Para Cuadra, el anuncio sobre el previsto reequipamiento militar, ha generado muchas más preguntas que certezas. “¿Tiene Nicaragua una estrategia de país definida para la lucha el narcotráfico? ¿Cómo se articula o complementa esta estrategia respecto al resto de países centroamericanos y las políticas de seguridad de México, Colombia y Estados Unidos?”, enumeró dos de esas interrogantes.

A su juicio, el gobierno del izquierdista Daniel Ortega se presta a una estrategia geopolítica de Rusia en su juego de poder con Estados Unidos.

“Algunos analistas opinan que se trata de un juego de espejos, en el sentido de crear un ‘foco de distracción’ en esta región (por parte de Rusia), históricamente bajo el control de Estados Unidos, para presionar y alcanzar otro tipo de objetivos en otras regiones del mundo de mayor interés geoestratégico para las dos potencias”, analizó Cuadra.

Después del anuncio oficial sobre la adquisición de nuevos equipos aéreos y marítimos, que sigue a un acuerdo suscrito con Moscú en 2013 para modernizar el ejército y adquirir lanchas misiles y patrulleras, ni las autoridades militares ni el gobierno han aclarado las dudas surgidas sobre su plan.

Nicaragua y Rusia establecieron relaciones diplomáticas en diciembre de 1944, en el marco de la Segunda Guerra Mundial y la formación de una alianza internacional contra el eje que encabezaba la Alemania nazi.

Cuando el Frente Sandinista de Liberación Nacional llegó al poder en 1979, tras el derrocamiento de  dictador Anastasio Somoza, se produjo el mayor acercamiento con Moscú, que dotó de armamento al nuevo ejército, en el marco de la Guerra Fría y el financiamiento de Estados Unidos de los rebeldes conocidos como contras.

Las relaciones se enfriaron desde 1990, con el fin del conflicto y la salida de los sandinistas del poder, hasta que Ortega volvió a la Presidencia en 2007, después de integrar la Junta de Gobierno de Reconstrucción Nacional (1979-1985) y ser el mandatario del país (1985-1990) tras ganar sus primeras elecciones libres.

Desde entonces, Nicaragua ha respaldado reacomodos geoestratégicos rusos en su zona, la última ocasión con el apoyo al Kremlin en el conflicto con Ucrania y la anexión de Crimea.

Rusia ha respondido a este respaldo con donaciones y préstamos de tecnologías, medicina, medios de transporte, alimentos y otros. El avituallamiento y cooperación militar sumó 26 millones de dólares entre 2009 a 2014.

El ministro de Defensa de Rusia, el general Serguéi Shoigú (derecha), firma junto con el jefe del Ejército de Nicaragua, el general Julio Cesar Avilés, acuerdos de cooperación militar, durante su visita a Managua en febrero. Crédito: Cortesía del Ejército de Nicaragua
El ministro de Defensa de Rusia, el general Serguéi Shoigú (derecha), firma junto con el jefe del Ejército de Nicaragua, el general Julio Cesar Avilés, acuerdos de cooperación militar, durante su visita a Managua en febrero. Crédito: Cortesía del Ejército de Nicaragua

Buques de guerra rusos atracan en los puertos de Nicaragua, mientras sus bombarderos aterrizan en Managua; lanchas nicaragüenses y rusas patrullan las aguas del Caribe, a la vez que en la capital se construye un centro de entrenamiento de lucha antidrogas con fondos y entrenamiento de expertos rusos.

El 11 y el 12 de febrero visitó Managua el ministro de Defensa de Rusia, el general Serguéi Shoigú, para “fortalecer la cooperación bilateral” en el área, después que el viceministro de ese despacho, Anatoli Antonov, incluyó a Nicaragua entre los tres principales socios militares latinoamericanos, junto a Cuba y Venezuela.

Armas versus desarrollo

Ricardo De León, decano de la Facultad de Ciencias Jurídicas y Humanidades de la Universidad American College, considera que el ejército y el gobierno de Nicaragua se equivocan al “militarizar” las acciones contra la narcoactividad y el crimen organizado.

“Es un error creer que se va a luchar contra el narcotráfico con la compra de más armamento, ya El Salvador demostró que las capacidades policiales y militares se ven desbordadas en la lucha contra el narco o el crimen transnacional, con los planes Mano Dura y Super Mano Dura”, dijo a IPS el catedrático.

De León criticó que el reequipamiento bélico distraiga fondos para las prioridades del área social.

“En un país como el nuestro, que es el segundo país más pobre del Hemisferio, no debería ser un gasto que se incluya en el presupuesto o para deudas futuras», planteó.

Para el académico, «esos gastos en armas, reducirán aún más el menguado presupuesto que se destina a la educación, que debería ser uno de los principales rubros del presupuesto y cada año se reduce”.

En 2014 los gastos en defensa representaron 0,54 por ciento del producto interno bruto (PIB) de Nicaragua y los asignados a educación 2,94 por ciento, según datos oficiales. El PIB del país sumó 11.255 millones de dólares.

Fuera de Nicaragua, el anuncio del incremento de armas por parte de Managua ha hecho saltar las alarmas de los países vecinos.

Voces gubernamentales y políticas de Costa Rica y Honduras, así como otro extra centroamericano, Colombia, alertaron sobre un posible aumento de la violencia en la zona y un aliciente para una carrera armamentista. Son tres países con diferendos marítimos con Nicaragua.

“El principal riesgo es que se genere una espiral de violencia, como ha ocurrido en otros países. En segundo lugar que las fuerzas armadas regresen a la fase de la doctrina de seguridad nacional y se produzca una militarización del país y sobre todo del ciclo político”, dijo a IPS el catedrático de relaciones Internacionales de la Universidad Nacional de Costa Rica, Carlos Murillo.

El especialista aseguró que en la región se perciben las intenciones militares de Managua bajo otra óptica que no es la de luchar contra el narcotráfico.

Se considera, dijo, que “la verdadera intención de la compra de equipo, sobre todo aviones caza, no es para luchar contra el narcotráfico, sino que tiene otros propósitos no muy claros”.

Entre las verdaderas razones, estaría la de disuadir a Costa Rica y Colombia “de impulsar algunas acciones que pudieran debilitar los argumentos territorialistas de Managua”, indicó Murillo.

Editado por Estrella Gutiérrez

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