Preocupante auge de tugurios en urbes de África

Tugurio keniata. Más de la mitad de la población urbana de África vive en asentamientos informales, según ONU Habitat. Crédito: Colin Crowley/CC BY 2.0 via Wikimedia Commons

La sudafricana Nompumelelo Tshabalala, de 41 años, sale de su choza diminuta hecha con láminas de metal oxidado y casi se lleva por delante al corresponsal de IPS al inclinarse para evitar golpearse la cabeza contra la parte superior de su puerta improvisada.

“Este es mi hogar desde hace 16 años, viví aquí con mi esposo hasta que falleció en 2008, y ahora sigo con mis cuatro hijos en esta choza de dos habitaciones”, relata a IPS.

Tshabalala vive en el distrito de Diepkloof en la ciudad de Johannesburgo, Sudáfrica, en un hacinado “asentamiento informal”, eufemismo para designar a los tugurios donde se estima viven 15 millones de los casi 52 millones de habitantes del país, según ONU Habitat.

En el vecino Zimbabwe hay unas 835.000 personas que residen en esos barrios pobres, hacinados y de autoconstrucción, de acuerdo con Reall, una organización no gubernamental británica que atiende los problemas relativos a la pobreza urbana.

“En África se ha vuelto normal vivir en tugurios. Es una tendencia con la que convivimos y que es difícil de combatir a causa de varios factores, que van desde la corrupción política a las desigualdades económicas derivadas de la creciente brecha entre ricos y pobres”, dijo a IPS el zimbabwense Gilbert Nyaningwe, experto independiente en temas de desarrollo.

Entre su población total, que se estima en 1.100 millones de habitantes, África tiene más de 570 millones de personas viviendo en tugurios, según ONU Habitat, y 61,7 por ciento de la población urbana reside en ellos.

[pullquote]3[/pullquote]En todo el mundo, plantea esa agencia de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), son 863 millones de personas los que viven en esos barrios precarios, y se prevé que para 2020 la cifra alcanzará los 889 millones.

Las agencias de desarrollo en África alertan que los tugurios son una tendencia en alza en el continente, pese a que en promedio sus países sí lograron reducir la indigencia a la mitad, respecto a las cifras de 1990, tal como establecía uno de los Objetivos de Desarrollo del Milenio, establecidos en el marco de la ONU en 2000.

En ese aspecto, África logró reducir en 100 millones las personas que viven en condición de indigencia, y en países como Egipto, Libia y Marruecos, la cantidad total de habitantes de tugurios urbanos prácticamente se redujo a la mitad.

En tanto, Túnez los erradicó por completo y Ghana, Senegal y Uganda han concretado grandes avances, reduciendo hasta 20 por ciento las poblaciones de sus asentamientos tugurizados.

Sin embargo, África subsahariana continúa siendo la región del mundo con la mayor “incidencia de tugurios”. En ella, millones de personas viven en asentamientos informales caracterizados por la combinación de hacinamiento, débiles estructuras habitacionales y acceso escaso o nulo a servicios adecuados de agua y saneamiento.

Héctor Mutharika, economista retirado que integró el gobierno del difunto presidente malauí Kamuzu Banda, sostuvo que la escasez de servicios que brindan las autoridades es la culpable del aumento de los tugurios en África.

A menudo, a los gobernantes les importa más llenar sus bolsillos con dinero de las arcas públicas que utilizar esos fondos para financiar viviendas adecuadas para los pobres, lo que los empuja a construir asentamientos informales en cualquier parte, dijo a IPS.

Para el activista ruandés Otapiya Gundurama, las raíces del problema se remontan a mucho antes.

“Los hogares tugurizados de África son el resultado de la infraestructura urbana que se estableció en el continente durante el régimen colonial, época en que la vivienda y la diversificación económica eran limitadas y en que todo lo relativo a la gobernanza urbana estaba centralizado, mientras se creaban pueblos y ciudades para potenciar los estilos de vida e intereses de una minoría”, explicó Gundurama a IPS.

Algunos políticos africanos opositores, como Gilbert Dzikiti, presidente de la zimbabwense Asamblea Democrática para la Restauración y el Empoderamiento, consideran que esta tendencia al aumento de los tugurios es consecuencia de que los gobiernos no han “invertido en desarrollo, ni rural ni urbano”, dijo a IPS.

Líderes de la sociedad civil africana culpan de la multiplicación de los tugurios al creciente desempleo que hay en el continente. Aquellos que no tienen trabajo son “quienes apenas poseen medios para mejorar sus propias viviendas”, dijo Precious Shumba, director de la Fundación de Residentes de Harare, a IPS.

[related_articles]Los propios habitantes de asentamientos informales, como la sudafricana Tshabalala, acusan a las autoridades municipales de ignorar el aumento descontrolado de esos barrios por motivos egoístas.

“Aquí los tugurios son fuentes de mano de obra barata que mantiene en funcionamiento las ruedas de la industria, y es por eso que a las autoridades locales no les importan nuestras condiciones de vida, porque se enriquecen cada vez más gracias a las empresas que prosperan en base a nuestro sudor”, dijo Tshabalala a IPS.

Mientras, la expansión de los asentamientos informales repercute en la educación y la salud africanas.

“Varios países africanos sin duda quedarán rezagados en el cumplimiento del Objetivo del Milenio que se propone lograr la educación primaria universal para fines de este año, especialmente considerando que muchos de estos asentamientos no cuentan con escuelas que ayuden a educarse a los niños y niñas de esas comunidades”, explicó a IPS un alto funcionario del Ministerio de Educación de Zimbabwe, bajo reserva de su nombre.

Y al mismo tiempo, “en la mayoría de las áreas tugurizadas a menudo no hay retretes, ni agua, ni clínicas, lo que expone a la población a enfermedades y por lo tanto atenta contra el Objetivo del Milenio de frenar la propagación del VIH/sida y otras enfermedades en los asentamientos informales”, señaló Owen Dliwayo, de la zimbabwense Youth Dialogue Action Network, en diálogo con IPS.

Editado por Phil Harris

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