Proyecto agroecológico cubano intenta impulsar innovación local

Armando Marcelino Pi y miembros de su familia, que trabajan juntos en la finca familiar agroecológica de La Carmelina, en la localidad de La Palma, en las montañas de la provincia de Pinar del Río, en el extremo occidental de Cuba. Crédito: Jorge Luis Baños/IPS
Armando Marcelino Pi y miembros de su familia, que trabajan juntos en la finca familiar agroecológica de La Carmelina, en la localidad de La Palma, en las montañas de la provincia de Pinar del Río, en el extremo occidental de Cuba. Crédito: Jorge Luis Baños/IPS

Armando Marcelino Pi divide su jornada entre la universidad donde imparte clases de filosofía, el trabajo en la finca familiar La Carmelina y la coordinación de un grupo de 33 productores agroecológicos, en esta localidad montañosa del extremo occidental de Cuba.

“Hace falta lograr mayor aplicación de la ciencia y la técnica en la agricultura, que lleguen a los campesinos los conocimientos disgregados en los centros de investigación”, dijo Pi a Tierramérica. Él y otros 12 familiares siembran frutas y crían cerdos, aves y abejas de “manera limpia” en una finca de siete hectáreas.

Gracias a la implementación de buenas prácticas, el profesor aseguró que la finca abastece la comida necesaria para las cuatro familias que trabajan en ella. Aunque no tienen grandes rendimientos, reveló que siembran 90 por ciento del área, con “total independencia de los insumos estatales”.

“Son muchos los campesinos sin incorporarse al movimiento agroecológico”, lamentó Pi, quien identifica entre las causas a la falta de conocimientos, resistencia al cambio, escasos servicios disponibles para fincas ecológicas y el poco pago por los alimentos orgánicos, que son más difíciles de lograr.

La Carmelina elabora desde su propio abono orgánico hasta el alimento para los cerdos a base de palmiche (fruto de la palma) y harina de caña y de maíz.

En busca de un mayor y más sostenible crecimiento del agro cubano, investigadores y productores ecológicos como Pi siembran el camino, por ahora en 45 de los 168 municipios cubanos, para establecer un sistema de innovación que apoye a los gobiernos locales a gestionar el desarrollo socioeconómico.

“Buscamos institucionalizar grupos municipales con diversos actores para crear un Sistema de Innovación Agropecuaria Local (SIAL), que sea único en el país”, dijo Iván Paneque, coordinador del Programa de Innovación Agropecuaria Local (PIAL) en Pinar del Río, la provincia vecina de La Habana y donde se ubica La Palma.

La nueva iniciativa se promociona, en un plegable entregado a Tierramérica, con el eslogan “hacia un enfoque participativo en las prácticas de desarrollo”.

Indica que el SIAL amplifica la labor de PIAL, que en 2000 comenzó a enseñar a familias campesinas a obtener sus propias semillas y a promover una mayor participación en la actividad productiva de las mujeres y la población joven, una deuda pendiente en el sector rural cubano.

Además, el PIAL ayuda a crear redes entre los productores, a mejorar la comercialización y a la adaptación y mitigación ante el cambio climático.

Vista del municipio rural y montañoso de La Palma,  en el extremo occidental de Cuba, en la provincia de Pinar del Rio. Crédito: Jorge Luis Baños/IPS
Vista del municipio rural y montañoso de La Palma, en el extremo occidental de Cuba, en la provincia de Pinar del Rio. Crédito: Jorge Luis Baños/IPS

Este programa de capacitación, coordinado por el estatal Instituto Nacional de Ciencias Agrícolas y con apoyo de la cooperación internacional, ha mejorado la vida de 50.000 personas en los 45 municipios de 10 provincias, donde está presente.

El plan es que para 2017 llegue a 30 localidades más.

Ahora la misión de las nuevas plataformas SIAL es acercar alternativas a la gente para producir más con la poca disponibilidad de recursos en este país caribeño de gobierno socialista, que intenta salir de una crisis económica de más de 20 años sin desmontar todos los controles o abrirse plenamente al mercado global.

Especialistas aseguran que el sistema estatal de innovación agrícola casi no funciona por el desgaste de la depresión económica y décadas de excesiva centralización. Identifican al limitado acceso de los productores a las tecnologías y conocimientos necesarios entre los tantos frenos del ansiado despegue agrícola.

Mientras esto sucede, trascendió que Cuba redujo a la mitad el gasto público en investigación y desarrollo, los últimos cuatro años. En 2010, se destinaron a este fin 651,5 millones de dólares y en 2014 solo 380,5 millones en total, según las últimas cifras divulgadas por la estatal Oficina Nacional de Estadísticas e Información.

Por esa razón, mujeres y hombres defensores de la agroecología aseguraron a Tierramérica que llegó la hora de aprovechar más las oportunidades abiertas por la descentralización de la agricultura y el empoderamiento de los gobiernos locales, que propicia la reforma económica impulsada desde 2008 por el gobierno de Raúl Castro.

Según detalló Paneque a Tierramérica, “muchos proyectos y personas trabajan la innovación agropecuaria local, pero no como sistema”.

“No basta con llegar a las cooperativas, hay que ir más allá: al municipio y a la Dirección Municipal de la Agricultura (representante del ministerio del ramo), entre otros, para trabajar unidos y concentrar esfuerzos y recursos”, abundó.

“Ya presentamos el SIAL al gobierno municipal de La Palma y estamos en la fase de avalarlo”, amplió el también investigador sobre los avances en esta localidad, donde iniciativas de varios especialistas germinaron en el PIAL y sus distintivas ferias de biodiversidad para intercambiar semillas, plántulas, tecnologías y saberes.

La cría de cerdos, la carne más consumida en Cuba, es parte de la actividad de la finca ecológica de La Carmelina, de la familia Pi, de siete hectáreas, en el municipio de La Palma, en las montañas de la occidental provincia de Pinar del Río. Crédito: Jorge Luis Baños/IPS
La cría de cerdos, la carne más consumida en Cuba, es parte de la actividad de la finca ecológica de La Carmelina, de la familia Pi, de siete hectáreas, en el municipio de La Palma, en las montañas de la occidental provincia de Pinar del Río. Crédito: Jorge Luis Baños/IPS

El grupo estará compuesto, entre otros, por productores innovadores, investigadores de diversas disciplinas, representantes de la sección municipal del Ministerio de la Agricultura, él o la presidenta del gobierno local, y activistas de organizaciones campesinas y de técnicos y profesionales agropecuarios.

A su juicio, el sistema permitirá “divulgar más las buenas prácticas que hacemos desde las localidades, que pueden ser un ejemplo a seguir por todos”.

También estimó que será un espacio para tratar con las autoridades locales temas candentes como la necesidad de certificar los productos agroecológicos, lograr precios diferenciados y competitivos para los alimentos orgánicos, apoyar la creación de pequeñas industrias de conservas y extender tecnologías protectoras de los suelos.

Paneque ejemplificó que con apoyo de las autoridades toda la agricultura de La Palma puede autoabastecerse de semillas de frijol. Los productores capacitados en las técnicas de mejoramiento y conservación de semillas tienen “en estos momentos un banco local de semillas de frijol, de 285 variedades”, reveló.[related_articles]

Este municipio montañoso, con 34.920 habitantes diseminados en 636 kilómetros cuadrados, tiene como principal actividad económica la agricultura, con renglones fuertes como el forestal, tabaco y ganadería.

Para la profesora universitaria Bárbara Mosquera, el sistema “establecerá conexiones entre el gobierno y los organismos e instituciones que pueden facilitar los procesos de innovación para el desarrollo”. “Hay muchas buenas experiencias en las cooperativas y productores individuales por generalizar”, valoró.

Los SIAL que surjan de manera voluntaria, por ahora en los 45 municipios con redes de productores, deberán ser avalados por los gobiernos locales. Representantes de la coordinación nacional del proyecto aseguraron a Tierramérica que 26 municipios ya firmaron acuerdos de intención para institucionalizar los nuevos colectivos.

“El conocimiento y la creación de las personas son claves en nuestra agricultura, de bajos insumos y muy afectada económicamente”, valoró Rodobaldo Ortiz, coordinador general del PIAL, en un encuentro con periodistas en La Habana.

“Entonces la gente tiene que hacer producciones ecológicas y ajustar las tecnologías a su terreno”, propuso a las 500.000 fincas de la nación caribeña.

Las fincas familiares, patios, huertos y pequeñas parcelas, mayormente en áreas urbanas lideran el impulso a la agroecología, aunque también está presente en todas las formas productivas del país, donde dominan las cooperativas.

El sector agropecuario -encabezado por el tabaco, la caña de azúcar, hortalizas y tubérculos- creció en 4,8 por ciento durante el primer semestre del año, una décima más del incremento general de la economía. En 2014, el sector aportó 3,8 por ciento del producto interno bruto.

Publicado originalmente por la red latinoamericana de diarios de Tierramérica.

Editado por Estrella Gutiérrez

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