De la oficina al campo: un camino al éxito en Botswana

Estherine Fotabong (al medio), de la Nueva Asociación para el Desarrollo Económico de África (Nepad) durante la Conferencia de Durban sobre Mujeres en los Agronegocios. Crédito: Ngala Killian Chimtom/IPS
Estherine Fotabong (al medio), de la Nueva Asociación para el Desarrollo Económico de África (Nepad) durante la Conferencia de Durban sobre Mujeres en los Agronegocios. Crédito: Ngala Killian Chimtom/IPS

Beauty Manake luce una sonrisa radiante por estos días. La mujer de 31 años dirige una próspera finca ganadera y agrícola en Botswana, en África austral, así como una empresa consultora de la agroindustria.

Pero entre sus planes no estaba ser una empresaria agrícola. En 2007 egresó de la Universidad de Botswana con una licenciatura en Sistemas de Información Empresarial, y consiguió «un empleo bien remunerado en una empresa de mi elección como técnica en sistemas», señaló a IPS. Dos años más tarde renunció cuando decidió dar el salto y dedicarse al agro.[pullquote]3[/pullquote]

«Descubrí que mi madre ganaba cuatro veces más que yo. Y pensé, ‘he estudiado mucho y esta mujer no fue a la universidad… ni siquiera un día y está haciendo un montón de dinero. ¿Así es como voy a seguir en este mundo empresarial? ¿Mientras mi madre sigue ahí afuera, siendo su propia jefa, ganando mucho dinero?’”, recuerda.

“Así es como entré a la granja… no porque me encantara – no sabía nada acerca de la agricultura – entré… porque quería dinero y lo quería rápidamente”, reconoció la empresaria.

En 2009, Manake fundó Kungo Farms, una granja de 35 hectáreas situada a ocho kilómetros de Bobonong, su pueblo natal en el centro de Botswana. «Cultivo verduras, como tomates, pimientos y coles durante todo el año en forma rotativa», explicó.

Desde entonces la granja se amplió y ahora tiene más de 250 árboles frutales de mango, cítricos, ciruelas y lichis. A 550 kilómetros de Kungo Farms, Manake instaló Pii Jena, una finca ganadera de 3.600 hectáreas para la producción de carne.

Allí Manake tiene unas 500 cabezas de ganado y practica lo que ella llama “producción ganadora”.

«En la producción ganadora destetamos a los terneros cuando tienen unos ocho meses, y luego los quitamos del campo y los vendemos a la Comisión de la Carne de Botswana, que es nuestro mercado más grande y más lucrativo. Luego ellos avanzan en la cadena de valor con la matanza y la preparación de la carne», indicó.

Pero Manake, al igual que muchos empresarios que trabajan con la tierra en la árida Botswana, enfrenta importantes desafíos, y el cambio climático suele hacerle mella a su determinación.

«Todos los años algo me afecta. Si no es el calor, es la helada. Este año no hubo heladas pero el calor acaba de afectarnos en este momento. Arrasa con todo. Y no hay seguro… Todo se muere allí… y tienes que empezar a reinvertir de nuevo”, comentó.

“La compra de plantas nuevas, de fertilizantes, de todo… Es increíble, pero seguimos volviendo. La razón por la que todavía estoy en este negocio es porque creo que tiene potencial de crecimiento. Si la gente come cada segundo, ¿qué nos impide hacer dinero de eso?», se preguntó.[related_articles]

«Ahora me encanta. Lo vivo, lo como, todo lo que hago está relacionado con la agricultura… para mí, caminar por el campo cada día y ver lo verde que es, oler las naranjas… es terapéutico”, aseguró la empresaria.

Manake no dice cuánto gana, pero reconoce que no se arrepiente de renunciar a su empleo de oficina. «Hay dinero en la agricultura», le dice a IPS, con sencillez.

La participación de Manake en la agroindustria está en consonancia con las campañas de la Nueva Asociación para el Desarrollo Económico de África (Nepad, en inglés), un programa de la  Unión Africana (UA) que considera que los rendimientos agrícolas y el desarrollo de cadenas de valor son el camino para que África logre el desarrollo sostenible.

«Los agronegocios y las agroindustrias representan más de 30 por ciento de los ingresos nacionales, así como la mayor parte de los ingresos por concepto de exportaciones», según Estherine Fotabong, directora de programas de la Nepad.

Como las mujeres producen gran parte de los alimentos en África, Fotabong cree que es necesario que estén facultadas para aprovechar las oportunidades que ofrece el sector, lo que incluye su formación y el acceso a los insumos.

Fotabong también analiza el problema de las pérdidas posteriores a la cosecha, que ascienden a 40 por ciento de los alimentos producidos en el continente. En ese sentido, la funcionaria aboga por la construcción de carreteras, instalaciones de almacenamiento y unidades de procesamiento.

«Debemos abordar seriamente el problema de las pérdidas posteriores a la cosecha si queremos alcanzar los objetivos de Malabo”, enfatizó, en referencia a las metas sobre el tema acordadas en la ciudad homónima de Guinea Ecuatorial en junio de 2014 por los jefes de gobierno y de Estado de la UA.

Según la Comisión Económica para África (Cepa), el sector agrícola será la clave para mantener el ritmo de crecimiento del continente, que promedió un cinco por ciento en la última década. La Cepa prevé que, de mantenerse esa expansión, “el producto interno bruto africano debería multiplicarse aproximadamente por tres en 2030 y por siete en 2050, superando a Asia”.

La industrialización vinculada a esa expansión “podría sacar a muchos habitantes rurales de la pobreza, y a la vez crear puestos de trabajo en toda la economía», añadió el organismo regional.

Manake está de acuerdo. “Si no nos defendemos como agricultores, como mujeres, nada va a cambiar», resaltó.

Traducido por Álvaro Queiruga

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