Fuerte sequía pone en riesgo a Papúa Nueva Guinea

Habitantes de Avaninofi, en Papúa Nueva Guinea, exhiben plantas de tomate que perecieron durante la grave sequía de este año. Crédito: Catherine Wilson / IPS
Habitantes de Avaninofi, en Papúa Nueva Guinea, exhiben plantas de tomate que perecieron durante la grave sequía de este año. Crédito: Catherine Wilson / IPS

Aproximadamente un tercio de la población de Papúa Nueva Guinea, el estado insular más poblado del océano Pacífico, soporta la peor sequía de este siglo, y los expertos advierten que la influencia del fenómeno meteorológico de El Niño continuará hasta marzo de 2016.

Dickson Guina, presidente del Comité Nacional de Desastres, dijo a IPS que 2,4 millones de personas en este país de 7,3 millones de habitantes padecen una grave falta de alimentos y agua. Muchas escuelas y hospitales tuvieron que cerrar debido la escasez de agua.[pullquote]3[/pullquote]

«Nuestro problema más urgente es el agua. No tenemos un río cerca que podamos utilizar, así que dependemos de la lluvia para beber. Pero solo hay un tanque de agua por cada 10 hogares, que no alcanzan», afirmó Mangab Selau, de la localidad de Siar.

«Ahora bebemos agua de pozo, que no es segura para nuestros hijos», señaló otra aldeana, Hilda Jerome.

Más de 80 por ciento de la población vive en el medio rural y depende de la agricultura de subsistencia para su alimento diario. Pero desde que comenzó la época seca en mayo, los ríos y las cuencas de captación de agua de lluvia se secaron, mientras que los cultivos de primera necesidad, como la batata y la malanga, perecieron por la aridez.

La región central montañosa, donde vive 40 por ciento de la población, es la más afectada, y las zonas de mayor altitud,  como la provincia de Enga, también sufren la devastación de los huertos debido a las heladas.

El gobierno destinó inicialmente una ayuda de 8,3 millones de dólares, pero ahora la aumentó a 60 millones de dólares para que los distritos enfrenten la sequía, confirmó el Comité Nacional de Desastres.

La última sequía extrema se produjo en 1997-98, que afectó gravemente a un millón de personas.

En el hospital Kudjip Nazarene de Mt Hagen, en la provincia de las Tierras Altas Occidentales, el médico Scott Dooley confirmó a IPS que comienzan a propagarse las enfermedades transmitidas por el agua.

«Muchos de los ríos pequeños están secos, y cuando se pasa por un río grande siempre hay mucha gente. Ahora estas fuentes de agua están más contaminadas y, como mucha gente no hierve ni trata el agua, se genera un mayor número de enfermedades gastrointestinales», explicó.

Solo 40 por ciento de los papuanos tienen acceso al agua potable, y la diarrea provoca 13 por ciento de las muertes de menores de cinco años, según la Organización Mundial de la Salud.

Muchos centros de salud de la zona tuvieron que cerrar por distintos períodos debido a la falta de agua, incluidos los únicos dos hospitales en la vecina provincia de Simbu, añadió Dooley.

Papúa Nueva Guinea, que se encuentra al noreste de Australia en el suroeste del océano Pacífico, experimenta monzones tropicales de noviembre a marzo o abril y es uno de los países más húmedos del mundo, con una precipitación media anual de 3.142 milímetros.

Sin embargo, la estación seca, que se extiende de mayo a octubre, puede ser grave bajo la influencia del fenómeno El Niño/Oscilación del Sur, cuya fase cálida toma cuerpo cuando sube la temperatura superficial del agua en las áreas oriental y central del Pacífico ecuatorial, por lo general cada 3-7 años.

Ese calentamiento de las aguas de la mayor cuenca oceánica del planeta, sumado a otros patrones de circulación atmosférica de gran escala, ocasiona significativos efectos climáticos regionales que se observan en gran parte del mundo.

Otros estados insulares de la región, entre ellos Fiji, Tonga e Islas Salomón, también se llevan la peor parte de El Niño este año, además de Papúa Nueva Guinea.[related_articles]

En la norteña aldea costera de Siar, en la provincia de Madang, escasea el agua dulce.

Los 6.700 habitantes del pueblo de Avaninofi, en las tierras altas del este, sufrieron la pérdida de cosechas y se enfrentan a una grave escasez de alimentos hasta principios del próximo año. Las mujeres, que son las principales encargadas de trabajar la tierra, se afanan por encontrar fuentes alternativas de sustento.

«El suelo es muy duro e intentamos regarlo con agua del río, pero no ha ayudado. Estamos sobreviviendo con bananas. Cocino dos o tres para que los niños coman antes de ir a la escuela. Luego, en la tarde busco otras cosas para cocinar», observó Lisa Ovifa, una agricultora de Avaninofi.

Las próximas lluvias se esperan este mes de noviembre. «Pero cuando llegue la lluvia, a los jardines les llevará algún tiempo para recuperarse… No sé cómo vamos a sobrevivir», expresó Ovifa.

Una vez sembrados, la yuca y la batata demoran tres meses en crecer, la malanga cinco meses, y los ñames africanos, nueve.

El cambio climático agravará las consecuencias de las condiciones meteorológicas extremas en la producción futura de alimentos, advirtió Luanne Losi, analista de la Oficina Nacional de Cambio Climático y Desarrollo.

La temperatura anual del aire en Papúa Nueva Guinea subirá hasta 2,9 grados Celsius en los próximos 80 años, en el peor de los escenarios pronosticados por el Programa Científico del Pacífico sobre Cambio Climático.

«Me di cuenta de que las temperaturas diurnas y nocturnas son mucho más altas de lo que eran hace muchos años… el cambio climático hizo que nuestras vidas como productores de alimentos sean mucho más difíciles, sobre todo debido a los días más calurosos”, sostuvo Selau.

“Es mucho más difícil trabajar en el calor más extremo, que hace que nuestros cultivos se marchiten y sequen”, se lamentó la campesina de Siar.

Las agricultoras en el pueblo procuran mejorar la productividad manteniendo plántulas en zonas pantanosas durante los meses áridos, para luego recuperarlas para la siembra cuando llegan los monzones.

Jenifa Kena, de la organización de desarrollo Mujeres en Agricultura de las Montañas del Este,  trabaja para que la población de las tierras altas rurales se prepare para los impactos de los desastres naturales. Con ese fin, fomenta el cultivo de variedades más tolerantes a la sequía, como ñames africanos, y su conservación en polvo para cocinarlo durante la estación seca.

La Oficina de las Naciones Unidas para la Coordinación de Asuntos Humanitarios advierte que las consecuencias de la actual sequía probablemente se intensificarán hasta el primer trimestre de 2016, con el consiguiente riesgo para 4,7 millones de personas en 11 países del Pacífico austral.

Traducido por Álvaro Queiruga

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