Pequeños agricultores y escuelas se alimentan juntos en Brasil

Gracias a la alianza con los agricultores familiares locales, en los menús de las escuelas públicas de Brasil, donde se educan 45 millones de niñas y niños, predominan vegetales y frutas, creando hábitos alimentarios saludables. Tres alumnos de la Escuela Municipal João Baptista Cáffaro, en la ciudad brasileña de Itaboraí, bromean durante el almuerzo del 6 de noviembre de 2015. Crédito: Mario Osava/IPS
Gracias a la alianza con los agricultores familiares locales, en los menús de las escuelas públicas de Brasil, donde se educan 45 millones de niñas y niños, predominan vegetales y frutas, creando hábitos alimentarios saludables. Tres alumnos de la Escuela Municipal João Baptista Cáffaro, en la ciudad brasileña de Itaboraí, bromean durante el almuerzo del 6 de noviembre de 2015. Crédito: Mario Osava/IPS

Hay leyes que una vez que se promulgan, resultan tan lógicas que no se percibe del todo la revolución que representan en el modelo de producción agrícola, la mejora de la alimentación de los escolares y, en definitiva, en la lucha contra la pobreza extrema y el hambre en un país. Eso ha sucedido en Brasil.

La Ley 11947/2009 obliga a que al menos 30 por ciento de los recursos que el Fondo Nacional de Desarrollo de la Educación otorga a los municipios para la alimentación en sus centros escolares, sean para comprar productos a los agricultores familiares locales.

La norma aprobada en 2009, que vincula el Programa Nacional de Alimentación Escolar con la agricultura familiar y estipula también que los menús se basen en la cultura alimentaria local, enfrentó grandes resistencias de la agroindustria, por lo apetitoso de este negocio alimentario.

“El enorme mercado de la alimentación escolar, hoy constituido por 45 millones de alumnos, era dominado por empresas, algunas contratadas por la municipalidad para todas sus escuelas”, observó a IPS el especialista en el tema Francisco Menezes.

La alimentación en las escuelas públicas, que concentran al alumnado más pobre de Brasil y con prevalencia de sufrir hambre, mejoró sustancialmente y ayudó a cambiar los hábitos alimenticios, al reducir la ingesta de productos industriales y multiplicar la de verduras y frutas locales, algunas poco consumidas y de gran valor nutricional.

Al mismo tiempo, aseguró a los pequeños agricultores locales un mercado, lo que permitió ampliar y diversificar sus cultivos, y organizarse en asociaciones para mejorar sus capacidades productivas y comerciales.

También los impulsó a producir de manera más orgánica, sin agroquímicos, lo que mejora la alimentación de la población en general, ya que sus excedentes se venden en las redes de los mercados locales.

Un ejemplo de los beneficios de la ley y de la revolución que ha significado lo brinda el municipio de Itaboraí, a 45 kilómetros de Río de Janeiro, en el sureste de Brasil, donde viven 230.000 personas, 11 por ciento en áreas rurales en el entorno a la ciudad.

Aquí han superado el mínimo legal y actualmente más de 40 por ciento de los desayunos y almuerzos que se consumen en sus centros educativos los suministran agricultores familiares locales, destacó a IPS la responsable de nutrición de la alcaldía, Inaiá Figueiredo.

Además, cuando las actuales autoridades asumieron la gestión del municipio, en 2012, eran solo 10 los pequeños productores que surtían a las escuelas municipales y ahora ya suman 54.

Eso resulta notorio en la Escuela Municipal João Cáffaro, en el barrio Engenho Velho (Ingenio Viejo), con la mayoría de su población en pobreza, donde IPS estuvo una jornada con algunos de sus 500 alumnos de educación primaria, docentes, cocineras y algunos de los pequeños agricultores que varias veces a la semana le traen sus frescos productos.

Los escolares se han acostumbrado a consumir al menos tres vegetales en el almuerzo, a la falta de golosinas, a la mucha fruta y a los jugos endulzados con miel de proveedores cercanos y no con azúcar. Los niños y niñas de entre 5 y 7 años con quien IPS compartió mantel en un almuerzo, así lo aseguraron.

La cocinera Penha Maria Flausina asegura que son muchos los niños que repiten y la representante de las familias para temas alimentarios, Jaqueline Lameira, acota que la alimentación es ahora de calidad muy superior al pasado.

Idevan Correa, agricultor y presidente de la Asociación de Productores Rurales del IV Distrito de Itaboraí, ve solo ventajas en esta alianza impuesta por ley entre la alimentación escolar y los campesinos, incluido que solo sea necesario que estos aporten 30 por ciento de los productos.

“Es un primer paso experimental, los pequeños no podrían producir mucho más de un momento a otro, eso debe aumentar poco a poco”, arguyó a IPS este agricultor que gracias al incentivo de la ley ha vuelto a sembrar un naranjal en su finca, para sumar las naranjas al maíz, frijoles, papa y otras frutas que ya suministra a las escuelas.

El modelo brasileño que promueve la seguridad alimentaria, la diversificación agrícola, la producción sostenible y local, y una alimentación saludable y adecuada, es usado por la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), como un ejemplo exportable para otros países del Sur en desarrollo.

También es una experiencia que ha sido compartida dentro del Frente Parlamentario contra el Hambre de América Latina y el Caribe, que desde 2009 promueve en la región leyes a favor de la seguridad alimentaria, con el soporte técnico de la FAO.

El conjunto de leyes brasileñas también va a ser examinada especialmente durante el VI Foro de los Frentes Parlamentarios contra el Hambre, que reúne a legisladores de 18 países en Lima, entre los días 15 y 17 de noviembre.

“En relación al combate al hambre no existen fronteras”, dijo a IPS desde Brasilia el diputado João Carlos Siqueira, conocido como Padre João y quien coordina el Frente Parlamentario contra el Hambre de Brasil.

Editado por Estrella Gutiérrez

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